La forma de consumir está cambiando. Algunos hablan de reciclaje, otros de economía colaborativa y otros de ahorro.
La realidad es que el concepto de biblioteca se ha extendido más allá de los libros, en muchos productos. Si antes se pensaba sólo en el alquiler de coches, ahora se puede pensar en el alquiler de sillitas de ruedas, un servicio que tiene en marcha https://www.ortopediaplaza.com/ o los consabidos alquileres de coches por horas.
Y es que Madrid, en ese sentido es pionera. Así como www.ortopediaplaza.com ha sabido adaptarse a las necesidades de su público – porque no todo su público son personas con movilidad reducida permanente y pueden necesitar sólo la sillita en un momento puntual -, también otras compañías han nacido para dar respuesta a una necesidad latente en la ciudad.
Así, antes de que llegara Car2Go o Emov o Cooltra, ya estaban Respiro y BlueMove que reivindicaban otra forma de entender la movilidad. Madrid marca tendencia y, como por tentáculos, este estilo de vida se ha dispersado por todo el país, inundando todos los sectores.
El de la movilidad es uno de los más representativos, sobre todo si se piensa en el servicio de alquiler de bicicletas públicas. Madrid, aunque ha tardado en ponerlo en marcha, no dejde a de trabajar para intentar potenciar su uso a la vez que mejorar su funcionamiento.
Todo esto está, a su vez, condicionado por las políticas de movilidad sostenible de los ayuntamientos que obedecen, por su parte, normativas europeas que tienen que ver con el calentamiento global, la contaminación, el cambio climático y las muertes prematuras por la mala calidad del aire.
Muchas son las personas que se quejan en los episodios de alta contaminación de la ciudad; se quejan – o nos quejamos – porque queremos primar nuestra comodidad al bienestar de la entera sociedad. Ir en nuestro confort del coche, contaminando, escuchando nuestro programa de radio preferido, parando cada poco tiempo por el atasco, escuchando cómo entran los correos electrónicos al móvil y pitando al que se intenta colar de manera descarada habiéndose hecho el longuis tras ver la indicación de que el carril en el que se encontraba iba a desaparecer. Es una comodidad relativa porque, al final, se llega a la oficina casi estresado, de mal humor y, muchas veces, tarde. Igual habría que empezar a apreciar los días de alta contaminación porque, al final, ir en metro, en cercanías o en autobús, en realidad, no está tan mal, sobre todo porque puedes aprovechar el trayecto para hacer otras cosas.
Consiste en cambiar el concepto de comodidad, no vincularlo a independencia – independencia ficticia porque uno decide a qué hora sale con el coche, pero no lo que se encuentra en el camino, que suele ser atasco en las ciudades grandes. Hay que vincular el concepto de comodidad con el de libertad, libertad para hacer otras cosas mientras que vas al trabajo, leer, hacer la lista de la compra, escribir, escuchar música, comprar regalos…libertad de decidir no seguir contaminando.
