Vecinos de toda la ciudad denuncian que las calles de Madrid están sensiblemente más sucias que antes de los recortes en el servicio de limpieza y la entrada en vigor del nuevo contrato integral de recogida de residuos. El Ayuntamiento argumenta que se paga en función de la calidad del servicio.
Con la llegada del calor, la presencia de basura en las calles pasa de ser una molestia a ser un problema: suciedad, malos olores, insectos y dificultades de movilidad. Este año, ya consolidado el sistema de contratos integrales de recogida de residuos, los barrios de Madrid están sucios. Muy, muy sucios.
Un año después de la entrada en vigor de dicho convenio, de una cuantía que ronda los dos mil millones de euros, repartidos entre cuatro empresas, el nuevo sistema de gestionar la ciudad que ha vendido el Gobierno municipal, a juicio de los vecinos, lejos de incrementar o mantener su nivel, ha empeorado sustancialmente.
Según Francisco Caño, portavoz de asuntos medioambientales de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), la basura se ha convertido en un problema generalizado. "Tenemos quejas de todos los barrios. Todo el mundo ha notado los efectos del nuevo contrato de limpieza. Hay menos horas de trabajo y todos los barrios están más sucios. Los barrenderos están descolados, porque ya no son responsables de una zona como antes. Hay zonas que parecen un estercolero. Los vecinos nos preguntan qué hacer y les decimos que pongan quejas, pero el 010 es de pago. Cuando nos quejamos al concejal responsable (Diego Sanjuanbenito) nos dice que el sistema es más barato y más eficaz porque se puede multar a las empresas si no cumplen. Pero no queremos que pongan multas, queremos que la ciudad esté limpia", sentencia.
La clave, a juicio de vecinos y oposición, está en que, por mucho que el Consistorio se empeñe en decir que el sistema consiste en establecer criterios de calidad y amenazar con multas, las matemáticas no parece que mientan. La reducción de un 16 por ciento en la cuantía del contrato que anunció el Ayuntamiento no ha tenido como contrapartida una optimización del servicio. Al reducir la plantilla en mil trabajadores y eliminar maquinaria, consideran que es imposible cubrir las zonas de limpieza, a pesar de la reducción de jornadas de recogida. A eso se suman las últimas denuncias sobre malas prácticas que han llovido desde la oposición: flete de autobuses para hacer brigadas especiales de limpieza en algunos distritos, descuidando otros; presuntos chivatazos a las empresas para que limpien antes de que vayan los inspectores, etcétera.
La oposición considera que el problema se ha vuelto inasumible. La portavoz socialista en el Área de Medio Ambiente, Ruth Porta, sostiene que "Madrid está en una situación deplorable y el Ayuntamiento lo sabe. Ha entregado la gestión de los servicios a cuatro empresas privadas a cambio de gastar menos, porque Botella solo piensa en las cuentas, no en los ciudadanos. Se han dejado de exigir mínimos de maquinaria y personal, y nos consta que hay una inspección abierta sobre si determinados operarios se han dedicado a avisar a las empresas para esquivar a la inspección y las multas. A eso hay que sumar un sistema de control inútil y subjetivo, que los pliegos incluyen baldeos en verano una vez a la semana en las calles grandes y una vez al mes en las pequeñas y unas sanciones ridículas que apenas llegan a 2 millones de euros, en un contrato de varios cientos".
David Ortega, portavoz de UPyD, agregó que "el contrato de limpieza no está funcionando. Salta a la vista que la ciudad está mucho más sucia desde que entró en vigor el nuevo sistema, el pasado otoño. La única ventaja que ofrece es que ya no se nota Madrid más sucio en verano por falta de personal: ahora está sucio todo el año. Es decir, que el Ayuntamiento de Madrid no solo no soluciona los problemas de la ciudad, sino que ha creado uno nuevo: hemos cambiado la suciedad veraniega por la suciedad permanente. Y es un problema que afecta a todos los distritos. No se libra ningún barrio: las calles se baldean insuficientemente, las papeleras no se vacían con la frecuencia debida, los alrededores de los contenedores de reciclaje se convierten en pequeños vertederos. Y el Ayuntamiento no hace nada, salvo presumir de que puede multar a las empresas concesionarias. Que multe lo que sea pertinente, pero lo más importante es que los madrileños tengan una ciudad limpia, acorde con los altos impuestos que pagan", concretó.
La concejala portavoz en Medio Ambiente de Izquierda Unida, Raquel López, incidió en que "se ha demostrado que los contratos integrales han sido nefastos para los servicios públicos y las condiciones laborales de los trabajadores. Está claro que la ciudad está más sucia. Y este verano la cosa va a ir a peor porque, entre el ERTE y que no se van a cubrir las vacaciones, la plantilla va a ser todavía menor para ocuparse de la limpieza y la jardinería. Si a eso sumamos que se producen chivatazos desde el Ayuntamiento a las empresas para evitar sanciones y que se fletan autobuses para llevar barrenderos a limpiar cada día un distrito distinto, muestra que la gestión del equipo de Gobierno ha sido mala para la ciudad".
Fuentes del Área de Medio Ambiente explicaron a Madridiario que el Ayuntamiento está atendiendo todas las sugerencias y quejas sobre limpieza que trasladan los ciudadanos. A juicio de dichas fuentes, los nuevos contratos establecen índices de calidad que provocan que el ciudadano no pague por el servicio que no se cumple. A finales de 2013, Diego Sanjuanbenito, aseguró en un chat en Madridiario que la ciudad no está sucia y que los problemas que se produjeron en los primeros meses fueron resueltos. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, presentó un servicio telemático en el que los ciudadanos podrán trasladar incidencias al Consistorio para que se limpien adecuadamente las calles. La regidora consideró en la presentación que, de esta manera, podrá optimizarse la tarea de las empresas de servicios.
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