Desde que Adolfo Suárez Illana informara al Rey y a la opinión pública del crítico estado de su padre, el Gobierno prepara los detalles del funeral de Estado.
El único precedente que existe es el de su sucesor, el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo, por quien se establecieron 3 días de luto nacional y cuya capilla ardiente fue instalada en el Congreso. Don Juan Carlos le otorgó allí el Collar y la Placa de la Orden de Carlos III, la más alta condecoración civil dedicada a quienes hubieran tenido un papel relevante en beneficio de España y la Corona.
Tras la despedida de la ciudadanía y del homenaje de las autoridades del Estado -los Reyes, los Príncipes de Asturias, el presidente del Gobierno, representantes de las instituciones del Estado, líderes y portavoces políticos expresaron su pésame en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara baja-, la familia de Calvo Sotelo llevó a cabo su entierro en la localidad gallega de Ribadeo al día siguiente. Días después se cerró el funeral de Estado con la misa que tuvo lugar en la catedral de La Almudena y a la que asistieron sus majestades.
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