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Godoy y Juan de la Cosa conviven en el Cuartel General de la Armada

Por Pedro Montoliú
miércoles 20 de noviembre de 2013, 13:27h
Pocos de los visitantes del museo Naval en el paseo del Prado, saben que el Cuartel General de la Armada, donde se ubica este espacio expositivo, tiene dos caras; una conocida, que se ve en las grandes vitrinas de las salas de exposiciones, y la menos conocida cuya construcción, precisamente, estuvo condicionada por el deseo de reproducir, al milímetro, cuatro salas del palacio de Godoy, en Bailén esquina a plaza de la Marina Española. Gracias a ello, se consiguió trasladar desde la carpintería hasta las pinturas del techo pasando por los bronces o las escayolas de despachos como el de Manuel Godoy.
  • Fachada a Montalbán del Cuartel General de la Armada donde se ubican los despachos y salones de Godoy y otros.

    Fachada a Montalbán del Cuartel General de la Armada donde se ubican los despachos y salones de Godoy y otros.
    Juan Luis Jaén

  • Escalera de marmol italiano del Cuartel General de la Armada que da acceso a los salones de Godoy y otros. Arcos y barandillas vistos de arriba abajo.

    Escalera de marmol italiano del Cuartel General de la Armada que da acceso a los salones de Godoy y otros. Arcos y barandillas vistos de arriba abajo.
    Juan Luis Jaén

  • Despacho de Godoy

    Despacho de Godoy
    Juan Luís Jaén

A veces, profundizar en la historia de un edificio obliga a referirse a otro anterior. Y esta es una de ellas. El palacio de Godoy, en la plaza de la Mariana Española, esquina a Bailén, hoy sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, está íntimamente vinculado al Cuartel General de la Armada. Fue proyectado por Francisco Sabatini en 1776 para que el secretario de Estado, Jerónimo Grimaldi, marqués de Grimaldi, estableciera en él su despacho y residencia, pero cuando finalizaron las obras Grimaldi ya había sido sustituido por José Moñino, conde de Floridablanca que fue quien se ocupó de encargar a decoración a artistas como José del Castillo.

Sin embargo, su fama se le debe a Manuel Godoy, quien, cuando fue nombrado ministro de Estado, ocupó la casa. Tanto le gustó el edificio que se lo cambió al rey por unas viviendas de su propiedad cerca de la iglesia de San Marcos, muy cerca de la plaza de España. A partir de ese momento, el edificio fue ampliado y redecorado. Incluso Godoy puso allí su magnífica colección de cuadros entre los que destacaban los pintados por Goya -La condesa de Chinchón, La maja desnuda y La maja vestida-, Velázquez -La Venus del espejo-, Murillo, Ribera, Zurbarán, Tiziano o Veronés.

Ello no evitó que, cuando el Ayuntamiento le regaló a Godoy, el palacio de Buenavista, en la plaza de Cibeles, este vendiera en 1807 el edificio de la calle Bailén al Almirantazgo lo que no impidió que se dedicaran varias habitaciones a la Biblioteca Nacional. La situación cambió cuando José Murat, que estaba al frente del ejército francés que ocupó Madrid en 1808, utilizó el edificio como cuartel general. Se afirma que, el 2 de Mayo, firmó allí las sentencias de muerte por fusilamiento sobre una mesa de piedras duras que hoy se expone en el Museo Naval.

Por fin, en 1826, el edificio se convirtió en la Casa de los Ministerios pues allí se instalaron los de Gracia y Justicia, Guerra, Hacienda y Marina hasta que, veinte años después, un incendio acabó con este antecedente de los Nuevos Ministerios. Solo permaneció el ministerio de Marina al que se unió el Museo Naval, abierto en 1843, que se trasladó desde la llamada Casa del Platero, edificio que se encontraba en la calle Mayor, frente a Capitanía, y que fue derribado para ensanchar la calle.

Tras tantos avatares, el palacio de Godoy ofrecía en 1915 tal estado de ruina que el ministro de Hacienda le propuso al rey construir una nueva sede para el ministerio de Marina y este firmó el decreto en San Sebastián donde se hallaba de veraneo. Para levantar el edificio se eligió un solar de 3.670 metros cuadrados perteneciente en su origen a los jardines del Buen Retiro, que había quedado vacante tras la edificación de la Delegación de Hacienda, en la calle Montalbán.

La construcción del edificio planteó un curioso conflicto con los arquitectos pues la Sociedad Central de Arquitectos, fundada en 1849 como antecedente de los colegios de arquitectos, no estaba de acuerdo con el concurso que se convocó ya que en el jurado tan solo había un profesional y rechazaban la cuantía de los premios. Por esa razón, el concurso fallado en 1916 quedó desierto. Al año siguiente volvió a convocarse y de nuevo la Sociedad Central de Arquitectos rechazó el pliego de bases por lo que hizo un llamamiento a los arquitectos para que no se presentaran. Sin embargo, este requerimiento fue desatendido por José Espeliús -autor de la plaza de toros de las Ventas- y Francisco Javier Luque -autor del Instituto Geominero, el ministerio de Educación y la catedral de María Inmaculada de Vitoria- que se presentaron al concurso y lo ganaron.

Comenzaron así las obras en 1918 y cuatro años más tarde, Espeliús siguió solo por enfermedad de su compañero. Por fin el día de la Virgen del Carmen, patrona de la Marina, de 1928 el edificio fue inaugurado tras una inversión de 12,5 millones de pesetas, más del doble de lo inicialmente presupuestado. Una de las causas de este sobrecoste fue la decisión del Gobierno de que cambiar el emplazamiento de la gran escalera a la que estaba previsto acceder desde la fachada del paseo del Prado que iba a ser la principal. "La razón fue que se había decidido instalar el museo Naval en los dos grandes patios de este edificio rectangular y la escalera original impedía tal emplazamiento museístico. Por ello se cambió la escalera hacia la fachada de la calle Montalbán y ello hizo tuviera este grado de inclinación", informa Emilio Alemán de la Escosura, director de la Fundación Museo Naval.

Se accede a esta monumental escalera a través de la calle Montalbán a donde da la fachada principal decorada con elementos navales y escudos de provincias marítimas. Desde luego, la escalinata impresiona. "Está realizada en mármol de Carrara, en una mezcla art decó, manuelino y gótico; incluso se puso un friso que se trajo del palacio Godoy", apunta Alemán de la Escosura. Desde luego, la doble escalinata es ide las más espectaculares de la capital, por lo que no extraña que la banda de Infantería de Marina lo utilice como escenario del concierto de Navidad y se celebre una misa el día de la Virgen del Carmen. Hoy este acceso, iluminado a través de la vidriera realizada por la casa Maumejean -al igual que los dos patios ocupados por el museo-, solo se utiliza como entrada de autoridades.

Por esta escalera, se accede a la segunda planta donde se encuentra algunos de los 'tesoros' de este edificio. Allí, en lo que constituye la residencia privada del almirante jefe de Estado mayor de la Armada (AJEMA) se encuentra el despacho de Godoy, tal y como estaba en la plaza de la Marina Española. "Los arquitectos del edificio tuvieron que preparar estas salas con las mismas dimensiones que tenían los originales. Incluso se puso una puerta que no conduce a ningún sitio para mantener la estructura original. Solo así se pudo encajar la boisserie de caoba, se pudieron colocar los muebles Imperio en su disposición original, los espejos, la chimenea con influencia orientalista, las pinturas del taller de Goya, la lámpara con adornos chinescos de las fábricas reales o esos apliques de bronce con forma de águilas y victorias aladas pues el estilo es una transición del Directorio al Imperio", explica el director de la fundación.

Tan solo los cuadros del rey don Juan Carlos, de Alfonso XIII, aún niño, y del marqués de la Victoria, han sido añadidos. El mismo método constructivo se aplicó en el antedespacho -utilizado en tiempos de Godoy como sala de trabajo de los ayudantes y más tarde como sala de espera- y en el salón de actos, en estilo Imperio. que se usa ahora como salón de honor del Cuartel general de la Armada por lo que es utilizado cuando hay que imponer una cruz al mérito naval. "Estas tres salas se hicieron al dictado. En general se ha mantenido todo, aunque la tela de la sala de espera no es la original y se añadieron algunas pinturas cuando se construyó el edificio, como unas sirenas desnudas que en los años 40 más de una señora pidió tapar. Menos mal que no se hizo caso", añade Alemán de la Escosura.

La cuarta sala que se transportó del palacio de Godoy a la calle Montalbán fue la sala de Apolo, también en estilo Imperio, en la que hoy se reúnen los diez almirantes y el AJEMA que forman el Consejo Superior de la Armada. Esta sala, que se encuentra fuera, de la vivienda del almirante jefe, está recubierta con una bóveda pintada por José del Castillo que, esta sí, tuvo que adaptarse a la estructura del edificio.

Frente a esta parte más desconocida, el Museo Naval es la parte más visible de este Cuartel General de la Armada, organismo que, en realidad, se reparte por los tres edificios de la manzana pues, a lo largo del siglo XX, ocupó una casa levantada a finales del siglo XIX y un edificio de nueva planta, construido en 1977 con proyecto de José Chastang, Gerardo Olivares y Rafael de la Hoz, edificio que si bien ha obtenido varios premios de arquitectura, no 'casa' con los edificios colindantes.

"Este año el museo espera superar los 130.000  visitantes, 10.000 más que en 2012, lo que hace de él uno de los más visitados de Madrid", explica Raúl Díez, de la Oficina de Difusión del Órgano de Historia y Cultura Naval. Algo lógico si se tiene en cuenta que en su interior pueden hallarse desde los modelos de arsenal -no son maquetas sino modelos a escala de los galeones que una vez probadas permitían eliminar fallos y facilitar su construcción- hasta la Carta Universal de Juan de la Cosa realizada en el año 1500, es decir oc ho años despuñes de la primera expedic ión de Colón, en donde por primera vez aparece América, pasando por el modelo de la fragata Diana, de 34 cañones, gemela de la Nuestra Señora de las Mercedes cuyo tesoro encontró la empresa Odyssey, o la maqueta del buque de proyección estratégica Juan Carlos I de 230,8 metros de eslora, el mayor de la actual flota española.

 

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