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San Isidro, entre el empleo y las gallinejas

San Isidro, entre el empleo y las gallinejas

Por Enrique Villalba
martes 15 de mayo de 2012, 00:00h
Un año más, la pradera de San Isidro fue el epicentro de la fiesta del patrón de la capital. Miles de personas se acercaron a Carabanchel en el día grande de chulapos y chulapas, gallinejas, entresijos, rosquillas, chotis y limonada. En su mayoría pedían un empleo.
Un sol radiante y casi estival acompañó en la mañana de San Isidro en la pradera. No se había recuperado Carabanchel de la fiesta de la madrugada cuando los feriantes ya abrían sus puestos. Había que colocar toneladas de rosquillas (las tontas, las listas, las de limón, las de Santa Clara, de chocolate, cereza y fresa), preparar los premios de la tómbola, y cocinar las gallinejas y otras ambrosías grasientas.

Botella visita la praderaLa alcaldesa de Madrid, Ana Botella, no quiso ser menos que su predecesor y madrugó para acercarse a honrar al santo. A las 08.45 horas se presentó en la ermita a beber el agua medicinal del santo (algunos rumorean que ya no es agua de manantial, sino del Canal de Isabel II, que aunque sea la mejor de España, todavía no se le conocen propiedades milagrosas) para pedir porque el país vuelva a generar empleo y porque los políticos sean prudentes para obtener lo mejor para los ciudadanos. Entre el personal todo eran parabienes a las palabras de la primera edil, que se estrenaba en estas lides con su cada vez más clara cercanía a los madrileños.

Y aunque hace lo suyo por tomar contacto con el público, la alcaldesa no ha conseguido aún el milagro de multiplicarse. Así que se fajó de hacer el recorrido de rigor entre los puestos: tenía izado de bandera, misa y medallas en apenas tres horas.

Bailarines de chotisLa pradera comenzaba a ponerse a tono, a medida que el calor crecía. Se hacían ver los típicos de la fiesta: el perro con parpusa, el mimo disfrazado de vaquero, la anciana del organillo, el 'Mickey Mouse' que inflaba globos y las asociaciones de chotis que certificaban que eran más chulas que un ocho. La gente comenzaba a engrasar el gaznate en las terrazas o, en su defecto, con el botijo. La cola para ver al santo daba la vuelta al cementerio. Muchos iabn a pedir porque volviese el empleo. No corría ni una brizna de aire.

La fiesta estaba como siempre. Aquí pocos pensaban en crisis y los únicos que intervenían algo eran los portavoces municipales de la oposición, que se hicieron ver poco a poco. Jaime Lissavetzky, el portavoz socialista, compró rosquillas variadas, tal y como hacía su madre, que nació el 15 de mayo. "A este seguro que le regalan las rosquillas", criticaba una señora. Se equivocó. El socialista se mostró crítico con que la biblioteca de Carabanchel esté cerrada porque el Ayuntamiento no tiene dinero para contratar personal.

Chulapas en la praderaEl portavoz de UPyD, David Ortega, aplaudió los chotis y la música en su primera visita del día (haría otra por la tarde con Rosa Díez). En su primer año de fiesta dentro del Consistorio, aseveró que hay que pedir al santo por el trabajo y la sensatez en la reforma financiera, para no recortar más que en lo que sea necesario. El último en llegar fue el portavoz de IU, Ángel Pérez, que explicó que "a ver si el santo es capaz una vez de crear empleo en España. Por si acaso, tenemos que fomentar que el país salga adelante mediante el crecimiento generado por un modelo económico estable".

La primera etapa de la jornada concluyó con la ausencia en bloque de todos los representantes de la Asamblea de Madrid. Una chulapa resumía el asunto: "Yo a la Aguirre y al Gómez solo les veo en elecciones". Poco importaba, ella y los suyos estaban de fiesta y tan chulos como estaban, les deseaban que les ondulasen con la permanén. Ellos iban a disfrutar de lo lindo. Era San Isidro. Era el día de Madrid. Su día.
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