jueves 08 de marzo de 2012, 00:00h
El pasado fue el tiempo en el que mujeres valientes, luchadoras sufragistas escritoras y unas pocas licenciadas privilegiadas de su tiempo consiguieron que la mujer saliese del limbo legal discriminatorio en el que estaban asentadas, olvidadas y marginadas desde tiempos remotos.
Pero eso ya es pasado… Hoy las mujeres somos fundamentales en esta sociedad donde el respeto y el derecho a la igualdad se constata desde el mismo momento del nacimiento. Las mujeres no somos opositoras frontales de los hombres. Lo femenino no es necesariamente la confrontación contra lo masculino.
Las hijas y herederas de Victoria Wolf buscan sin cesar desactivar el discurso masculino machista, cuando el machismo doméstico se desactiva solo en épocas tempranas, donde la base y educación familiar son fundamentales, así como se encauzan los arboles desde tiernos y como se construyen las casas desde los cimientos tempranos se hacen proyectos de hombre.
Un jefe machista se debe a una madre que educó a ese niño en el consentimiento machista o a esa esposa joven que le permitió discriminación en los comienzos de su vida en relación. Un roble viejo no cambia su tendencia. Solo en las primeras épocas de la vida se enseña que las diferencias nos unen y que no son mas que elementos que nos complementan.
Ser mujer no es sinónimo de inferioridad ni superioridad de ningún tipo sobre el hombre. La vida nos enseña que no se puede legislar sentimientos; y tan arraigados en la educación pasada cercana, aún menos. Un hombre jamás contratara por obligación legal, a una mujer, pero si lo hará por convencimiento de que eso es lo mejor que puede venirle. Por eso siempre decimos que la mujer debe saber quién es y dónde esta, sin olvidar que tenemos recursos desde muy pequeñas que ellos no tienen y que cada vez más empresas conocen.
Por eso es tan importante no perder el norte, ni siquiera parecer que lo hacemos. En la actualidad en España tenemos un 24 por ciento de mujeres en puestos de responsabilidad que en comparación con el moderno Estados Unidos, con solo un 17 por ciento, o Japón, con 5 por ciento, no esta demasiado mal viendo el resto del panorama.
Que la discriminación no es la del lenguaje, ni eso importa en absoluto. La discriminación hoy solo está en la esencia de todo lo laboral que nos afecta al bolsillo y en la vida doméstica privada, de la que una puede escaparse.
No perdamos ni olvidemos jamás, señoras, nuestro maravilloso potencial de serie.