La brecha que separa a los hombres de las mujeres en situación de exclusión y pobreza sigue ampliándose en los últimos años.
El hecho de ser mujer, influye notablemente entre los elementos que pueden incidir en la situación de pobreza o de exclusión y se extrema sumándole a esto, en muchas ocasiones, factores de discriminación múltiple (como el origen, la etnia, la discapacidad, la edad, etc.).
Muchas mujeres están atrapadas en el círculo de la pobreza y carecen, en muchos casos, de acceso a recursos y servicios que reviertan la situación.
En el año 2019, antes de la crisis del Covid-19 en España un 25.3 por ciento de la población de nuestro país, estaba en riesgo de pobreza, un total de 11.9 millones (según el informe elaborado por EAPN).
Según Oxfam-Intermón, la pobreza se ha precipitado con la llegada del virus Covid-19 y podría arrojar a la pobreza a más de 1.100.000 personas adicionales en España, lo que provocaría que se llegara a la alarmante cifra de los 12.9 millones de españolas y españoles en riesgo de pobreza o exclusión social.
Llevamos años denunciando que la pobreza en nuestro país se está cebando con las mujeres y esto incrementa aún más las desigualdades que veníamos padeciendo. El último informe de EAPN pone de manifiesto esta realidad y situaría en 6.2 millones las mujeres pobres en España, frente al 24.6 por ciento de hombres (5.6 millones) en el 2019, 640.000 mujeres más que hombres en situación de riesgo de pobreza y de exclusión social.
El 86 por ciento de las familias monoparentales están encabezadas por mujeres y de éstas, en 2019 un 46.8 por ciento están en riesgo de pobreza.
El dato de pobreza infantil es estremecedor, un 27,4 por ciento de las niñas y niños de nuestro país, se encuentra en situación de pobreza, un hecho que debería avergonzar a nuestros gobernantes.
Todo apunta a que esta crisis va a ser peor que la de 2008. Al problema del empleo precario que sufrimos las mujeres mayoritariamente, que nos impide tener colchón económico, se suma los hijos descolgados en las aulas y los problemas intrafamiliares y de violencia machista que han surgido con el confinamiento.
A diferencia de las crisis anteriores, la pandemia puede tener efectos sociales y económicos distintos a los que históricamente hemos observado en otras situaciones. Para empezar, el impacto de las medidas de confinamiento está siendo desigual según el nivel de ingresos, un 25.93 por ciento menos en las mujeres.
Las desigualdades de género están directamente relacionadas con la pobreza de las mujeres y con su acceso desigual al poder y los recursos.
La brecha de género entre la población mayor se agranda. Esto es debido principalmente al mayor número de pensiones mínimas recibidas por las mujeres mayores (con brecha del 32,3 por ciento con respecto a los hombres) y a la baja cuantía de las pensiones de viudedad que, en su gran mayoría, son percibidas por mujeres y que, unido a la mayor esperanza de vida de éstas, las convierte en uno de los colectivos más vulnerables y en riesgo de pobreza.
La más grave manifestación de la desigualdad y la más cruel es la violencia de género. Queremos subrayar que la salida del ciclo de la violencia es imposible cuando las mujeres no tienen independencia económica. Además de que muchas se empobrecen precisamente por ser víctimas de dicha violencia.
Por todo ello tenemos que exigir que se desarrollen políticas y medidas apropiadas para prevenir y erradicar la desigualdad de género, y consecuentemente las causas y las formas de pobreza que afectan de manera específica a las mujeres, ya que la pobreza incide de manera diferente en hombres y en mujeres.
La pobreza de las mujeres nace de la desigualdad y que luchar contra ella es lo que nos hará estar en la senda del desarrollo sostenible e inclusivo. Sin Igualdad, es imposible hacer de este país una sociedad justa y democrática
Madrid encabeza la pobreza severa en nuestro país y es en esa situación en la que viven miles de mujeres. El Gobierno Regional, ni puede, ni debe seguir con esa actitud, ignorando o minimizando la pobreza, la desigualdad y la pandemia. Con esta actitud no elimina los problemas, al contrario, se cronifican hasta llevarnos a la situación actual de emergencia social y sanitaria.