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Karlos Simón en una de sus expediciones marinas
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Karlos Simón en una de sus expediciones marinas

Karlos Simón, el madrileño que susurra a los tiburones

Más de 30 años trabajando con tiburones

Por Beatriz Roda Castellanos
sábado 16 de septiembre de 2023, 08:00h

Tiene el récord de inmersión con tiburones y es capaz de hacer algo único: inmovilizar al escualo para estudiarlo. El madrileño Karlos Simón es el buceador español que mejor conoce a los escualos: les toca el hocico y se quedan quietos. Más de 30 años trabajando con ellos le han hecho ganarse el título de 'susurrador' de tiburones. Con ellos se siente cómodo y las especies marinas parecen respetarle como si se tratase de uno más de la manada que surca los mares.

Con una experiencia de más de 10.000 inmersiones en océanos de todo el mundo, su pasión por el mar se convirtió en su profesión "fruto de la casualidad. Tuve un accidente en Sierra Nevada cuando era monitor de esquí. Pasó un año y no me recuperé del todo. En ese momento decidí irme de vacaciones a Cuba para buscar la tranquilidad”, explica Karlos Simón a Madridiario. Fue en la zona de Cayo Piedra cuando realizó su bautizo de buceo con "la gran fortuna" de hacerlo entre selacimorfos, nombre científico de estos seres marinos.

Tiempo después se formó como instructor de submarinismo y se especializó, entre otras cosas, en barcos hundidos, diseño de chalecos de buceo, grabaciones bajo el agua y, por supuesto, en tiburones: “Me enamoré absolutamente de este mundo”.

El objetivo de Karlos Simón pasa por poder “desmontar el daño que hizo Steven Spielberg con su película 'Tiburón', en la que mostró una idea demonizada de este animal y que, por desgracia, se extendió a todos los demás escualos”. Pero los años de experiencia le dan la razón al buceador, quien asegura que “los tiburones no solo son imprescindibles para el ecosistema marino, sino que se puede tener una buena relación con ellos”.

“El miedo nace de la ignorancia: hay casi 400 tipos distintos de tiburones y de estos, solo tres son relativamente peligrosos si te metes en su territorio de caza: el blanco, el tigre y el toro”, apunta, aunque “yo he experimentado con el tiburón longiumanus y sigo vivo”. Simón asegura que estos animales “no atacan sistemáticamente como nos hacen creer en las películas” y en la mayoría de los casos, los tiburones son tan tímidos que huyen de la zona ante la presencia humana.

Para Karlos Simón existen diferentes tipos de personas en el mundo con respecto a su visión de los tiburones. “La gente que no bucea, que ha visto la película, tienen claro que todo lo que sale en ella es cierto y jamás en su vida se plantearían bucear y mucho menos buscar un tiburón. Y luego las personas que ven las películas, pero tienen más información y piensan que no todo es tan malo como lo pintan. Si nos introducimos en el sector del buceo, las cosas cambian”, apunta. Dentro del mundo subacuático, el temor es inevitable ante la imposibilidad de conocer la realidad que se puede encontrar en el fondo marino: "Pero los animales no hacen nada si no les molestas. Un miedo que se va perdiendo cuando se descubre que especies como la morena o la barracuda no son peligrosas".

Expediciones para ver tiburones

Este buceador madrileño organiza expediciones para interactuar con los tiburones: “Bajamos con cebo para que se acerquen más y son inmersiones un poco más intensas porque están muy cerca de ti e incluso hasta puedes acariciarlos”.

"Bajamos con cebo para que se acerquen más"

Durante las inmersiones, "llevo unas 4.000”, asegura no haber sufrido ningún ataque: "Llevo un cebo que les interesa más". Una larga trayectoria con algún susto. Un tiburón limón confundió su mano con el cebo y se abalanzó a por ella. “El tiburón mordió un poco el guante que llevaba y se dio cuenta de que realmente eso no era comida y soltó. Fue un incidente que casi ni lo sentí”, recuerda. Este tipo de tiburones se caracterizan por ser bastante rápidos y nerviosos y para conseguir bucear sin problemas alrededor de ellos "hay que seguirles con la mirada, sobre todo cuando están cerca". Tanta es la confianza que Simón consigue con estos escualos que "terminan con su hocico pegado a tu pecho":

Tiburones en 'trance'

Karlos Simón en una inmersión rodeado de tiburones

La inmovilidad tónica es un estado natural de parálisis que experimentan diversas especies de animales y que, en el caso de los tiburones, se realiza en medio de una inmersión. Una técnica que sirve para poder efectuar tratamientos médicos a los escualos sin tener que sacarlos de su hábitat.

El método consiste en girar al pez marino 180 grados. Al perder su posición horizontal habitual y desorientarse, entran en una especie de trance o catalepsia que provoca que su respiración y contracciones musculares se relajen y sea más sencillo su manipulación. Una destreza “complicada” debido a que hay que acariciar el hocico del tiburón, de manera que la estimulación sensorial consiga bloquear su capacidad de respuesta.

Un alimento en todo el mundo

El 96 por ciento de los españoles consume carne de tiburón sin saberlo, según se desprende del estudio 'Actitud de los españoles hacia los tiburones' difundido por la organización ecologista Shark Alliance.

El estudio, elaborado a partir de la opinión de 802 personas entre 15 y 75 años de distintas Comunidades Autónomas, destaca que el 77 por ciento de la población no sabía que tanto el cazón como el marrajo pertenecen a la familia de los tiburones. Además, sólo el 7,1 por ciento sabe que existe una limitación de la captura de ambas especies.

"Pescan tiburones, les cortan las aletas y los devuelven al mar"

Unos resultados que ponen de manifiesto que la carne de tiburón se considera un alimento en todo el mundo. En España, sobre todo en el sur, se come escualo e incluso se puede adquirir en tiendas rodajas de tiburón mako: “En Reino Unido, muchos puestos de fish and chips termina siendo tiburón”. Pero a Simón le preocupa la alta demanda de las aletas de tiburones para cocinar la sopa china que se elabora con esta parte de su anatomía. Un plato relativamente caro que puede rondar “entre los 50 y 70 dólares”, señala.

El buceador denuncia las circunstancias en las que se consiguen esas aletas: "Pescan tiburones, les cortan las aletas y los devuelven moribundos al mar". Según el informe emitido por WWF, se calcula que cada año mueren 100 millones de tiburones y rayas a consecuencia de la sobrepesca y las capturas accidentales en todo el mundo. Y España tiene parte de la culpa en estas preocupantes cifras porque desempeña un papel clave como comercializador y consumidor de escualos.

Este descontrol se debe a que no existe una ley que prohíba la caza masiva y el consumo de estos animales acuáticos. “Hay organizaciones que marcan unas pautas, pero cada país se adhiere o no a este tipo de normativas”, lamenta Karlos Simón. Y añade que si se sigue a este ritmo frenético, "el ser humano terminará por extinguir a los tiburones y destruir los océanos".

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