Luego de casi una década de estabilización, la llegada del coronavirus y las tensiones políticas han hecho que la economía española vuelva a adentrarse en un periodo de incertidumbre, caracterizado por amenazas que podría comprometer el desarrollo de la nación de cara a la década que apenas comienza.
Uno de los fenómenos más curiosos que estaría presentando este periodo de incertidumbre es una inflación creciente con un riesgo importante de deflación. Aunque puedan parecer conceptos completamente antagónicos, ambos estarían amenazando actualmente la recuperación de la economía española.
La inflación histórica
La inflación del 2021, según información publicada por el Instituto Nacional de Estadística, llegó al 6,5% en diciembre, alcanzando el nivel más alto registrado en casi 30 años, y siendo la más alta de la eurozona. El gobierno tomó distintas medidas, incluída una bajada de impuestos a la electricidad, e incluso esto no fue suficiente.
La inflación, en términos sencillos, no es más que la subida en el precio de los bienes y servicios que consumimos frecuentemente. Debido a que los salarios no pueden subir a la par de la inflación, el poder adquisitivo comienza a disminuir, por lo que (en esencia) el valor de nuestro trabajo es cada vez menor.
Según las nuevas estimaciones del Banco de España (BdE), la inflación anual del 2022 podría ser incluso mayor a la registrada el año pasado, siendo posible que esta alcance un 4%, un punto porcentual por encima de la inflación del 2021. En enero, el BdE ya habría previsto una inflación de 3,7%, una muestra de lo rápido que estarían escalando las previsiones.
Riesgo de deflación
Ante esta situación lo mejor sería que bajaran los precios, ¿no? La respuesta no es tan sencilla ya que, de ocurrir una bajada generalizada de precios, lo más probable es que se deba a que entramos en lo que se conoce como deflación, un fenómeno que no ocurre por un aumento en el valor de la moneda, las riquezas de la nación o la productividad, sino por la caída del consumo.
Debido al incremento acelerado de la inflación y a la inseguridad causada por la pandemia, tanto España como el resto de Europa ha visto una desescalada en los precios de sectores como el inmobiliario. Esto ha hecho que el Banco Central Europeo comience a advertir sobre los riesgos de la deflación, asegurando que para el 2023 veremos una ralentización de la inflación.
Si bien habría opiniones encontradas sobre la posibilidad de entrar en una deflación generalizada, lo cierto es que esta ya sería visible en algunos sectores.
¿Cuál es más peligroso?
La inflación es un fenómeno que se experimenta en todo el mundo con cada día que pasa, ya que no es más que la respuesta natural al incremento en la demanda y la caída de la oferta. Si bien es cierto que aquellos porcentajes que superan el 1% pueden ser catalogados como “poco sanos”, la realidad es que los incrementos de un dígito (anual) son comprensibles en contextos como el de la pandemia.
Por su parte, la deflación es una señal de la incapacidad de la población para poder mantener su estilo de vida, con la caída en el consumo siendo un pilar de este fenómeno. Entrar en deflación no solo significa que la economía está en un punto turbulento, sino que la recuperación económica está cada vez más lejos.
La situación actual de España es compleja, sin embargo, aunque la posibilidad de que el incremento en la inflación lleve a una deflación existe, todo parece indicar que esto solo ocurriría en el peor de los escenarios.