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TAL DÍA COMO HOY

Óleo de la muerte del conde de Villamediana
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Óleo de la muerte del conde de Villamediana (Foto: MDO)

¿Quién mató a Juan de Tassis?

Por Carles Martínez
martes 21 de agosto de 2018, 07:58h
Tal día como hoy, en una calurosa noche de 1622, el conde de Villamediana, título que correspondía al rico, ingenioso, poeta y jugador, Juan de Tassis, fue sorprendido desde su coche por un individuo que le asestó un ballestazo en el pecho. Repleto de dudas y de conspiraciones por un hipotético encargo del rey Felipe IV, su crimen fue muy sonado en el panorama madrileño y algunos lo llegaro a ver como un hecho jocoso, pues las envidias y los celos que generaba Don Juan, estaban a la altura del número de críticos que dejaba al paso de sus escritos.
Nacido en Lisboa en 1582, Juan de Tassis era descendiente de la familia de los Torriani e Tassi, originaria de la italiana Bérgamo. Era rico, ingenioso y poeta. El que asumió el título de conde de Villamediana era uno de los hombres más admirados y envidiados de la corte y siempre fueron significativos los eventos y fiestas que organizaba.

De inclinación por las letras, fue amigo de Lope de Vega pero destestoso de su obra, tan íntimo de Góngora como enemigo de Quevedo. Perteneció a la corte del rey Felipe III y de hecho, siempre lo acompañó en sus noches de juego y sus largas jornadas de vicio en compañía de la reina y otros tantos marqueses.

Tal era su don y maestría para el juego y los naipes que incluso Cervantes alude a su figura en El Quijote bajo el nombre de 'Pierres Papin'.

Y es que Juan de Tassis era un noble distinto, poco habitual y extremado en todo. Provocador, ambicioso, y pícaro... llevó al extremo hasta la palabra. Extravagante en el vestir también tuvo gancho como desenfrenado conquistador de mujeres.

Antes que su sátira, la fortuna fue su primera desgracia: fue tan afortunado en el juego que dio motivo para que le expulsaran de la Corte por orden del rey Felipe III con la excusa de ser "adicto al juego", sin embargo, se intuye que fue desterrado de la corte por sus romances escandalosos con la condesa del Valle.

Éxito elevado por el verso

Villamediana se distinguió pronto en Nápoles, donde marchó tras su expulsión. Allí se consumó como gran poeta, destacando su nombre entre los napolitanos. Tenía Don Juan 33 años en aquella época y a su facilidad para la palabra se le añadía su buen físico y la destreza para empuñar el sable, un cóctel hecho para la popularidad.

Tras la muerte de Felipe III y el ascenso de su hijo Felipe IV (casado prematuramente con Isabel de Borbón), permitió una nueva oportunidad al conde de Villamediana para codearse en la corte nacional, pues los desterrados volvieron y él, nombrado rápidamente gentilhombre de la Reina y repuesto en su cargo de Correo Mayor, gozó de una nueva etapa de éxito.

Asqueado de cuanto vio en la Corte y un Gobierno decadente, le hizo escribir en sus poemas sátiras y críticas contra todo y contra todos, lo que le otorgó el mérito de ganarse muchos y poderosos enemigos. Su poesía satírica solía escocer a aquellos que se veían implicados o aludidos.

Sus críticas pronto se hicieron famosas y comenzaron a circular por todo Madrid, de mano en mano, copiándolas unos y otros e incrementando su círculo de enemigos. Dirigió contra los viejos ministros escritos rencorosos bajo el respaldo del Rey y del conde-duque de Olivares.

Fueron muchas las amenazas desde distintos frentes, para que paliara su actitud crítica, pero Don Juan continuó con sus poemas y su estilo de vida 'casanovesco', cocinándose su propio fin. Una muerte anunciada que llegaría una calurosa noche de agosto de 1622, en uno de los sitios más habituales de la corte y del Madrid del momento.

El crimen

El 21 de agosto de 1622 llegaba al ocaso, eran cosa de las nueve de la noche y el conde de Villamediana, acompañado de Luis de Haro, precisamente sobrino del conde-duque de Olivares, paseaban dirigidos por su cochero por la calle Mayor, lugar donde se hallaba el palacio del fatídico conde.

Arrimaban ya a su morada cuando en la travesía del Arenal, un hombre con la cara cubierta (otros dicen que a cara descubierta), se acercó al coche y por la ventanilla disparó un ballestazo directo al corazón del conde. El autor, zafándose del acompañante de Don Juan, huyó corriendo. Juan de Tassis estaba dispuesto, para su desgracia, a tenderse a morir.

El esperpéntico crimen convulsionó todo Madrid y destapó centenares de teorías y especulaciones, sin embargo, nunca se descubrió al asesino. El misterioso asesinato acabó mezclando muchas versiones que corrieron como la tinta hasta convertirse en una de las historias del Madrid más negro.

Se vaticinó que las ambiciones de poder del conde-duque de Olivares, que perdía prestigio ante los poemas críticos referidos a su persona y que se atribuían al conde podían ser una causa; también los celos del propio rey, que por entonces sospechaba que su esposa, la reina Isabel de Borbón, tenía al conde de Villamedia por amante.

Lo que está claro es que todos atribuyeron el crimen a los altos poderes, y añadido a que el autor era un ballestero real todo quedó ante el público como un caso muy sospechoso. La Villa tenía claro que los asesinos fueron (probablemente) protegidos por el rey y por el conde-duque.

Al final, se materializaron todas las advertencias que se le hicieron a Juan de Tassis y que éste, con valor, rehusó. Y es que, el conde se había hecho tantos enemigos por sus sátiras hirientes que muchos pensaron en que fue un complot e indudablemente muchos personajes aplaudieron y se jactaron de su muerte. La conspiración parece más que evidente, pero todavía más es la leyenda que a nuestros oídos llega en estos días.
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