Arcópoli lanza una campaña para visibilizar la realidad LGTB en el mundo rural que pretende reunir fotos de la vida cotidiana en municipios de menos de 20.000 habitantes que sean inclusivas con la realidad LGTB. Las imágenes se podrán enviar a la asociación o subirlas a través de Twitter hasta el próximo 30 de septiembre.
Ser gay no es fácil. Lo demuestran las constantes agresiones con tintes homófobos que se producen con apenas días de diferencia. El pasado miércoles fue en Getafe. Hace 10 días, en Las Ventas. Antes, en plena celebración del WorldPride. Estos actos siempre tienen las mismas características y son la máxima expresión de una homofobia todavía -demasiado- extendida.
Pese a esto, la libertad que otorga una gran ciudad como Madrid, que abandera movimientos sociales, se nota a la hora de salir del armario. Difícil es encontrar a una persona del colectivo que no muestre su amor por las calles de Malasaña, su orgullo por las aceras de Chueca o su libertad por la hierba del parque de El Retiro.
Una realidad visible que contrasta mucho con lo que pasa cuando las personas homosexuales vuelven a su pueblo. Allí, normalmente, reinan los prejuicios y no es tan fácil mostrar a los vecinos del mismo la condición sexual de cada uno. Y eso es, exactamente, lo que persigue la nueva campaña de Arcópoli: #EnMiPuebloSinArmarios.
La idea, como cuenta Rubén López, portavoz de la asociación, es que personas del colectivo se hagan fotos inclusivas de su vida cotidiana en municipios de menos de 20.000 habitantes, para luchar contra los prejuicios de los pueblos, dar una imagen de diversidad y transmitir el mensaje de que "ese valor es para todos".
"Pasa mucho que ves a personas gays, que en Madrid son libres, reprimiéndose al máximo cuando llegan a su pueblo. Y es que faltan referentes", explica López. Con las fotos, Arcópoli quiere confeccionar un calendario con 12 imágenes para repartirlo entre las localides madrileñas más pequeñas: "Si vas al ayuntamiento de tu pueblo, que tiene 12.000 habitantes, y ves este calendario colgado en la pared, seguramente sientas un impulso más para vivir sin cadenas sea donde sea".
Y así, sin cadenas, es como vive Dani, activista LGTB que ya ha participado en la campaña. Natural de Colmenar Viejo, siempre tuvo claro que debía salir del armario "costara lo que costara" y, pese a que sus inicios no fueron fáciles, no resultaron ser "tan difíciles" como él mismo imaginaba.
Partiendo de que este municipio madrileño no es de los más pequeños (tiene poco menos de 50.000 habitantes), Dani quiso decirlo desde el principio. "Lo dije con 17 y he intentado llevarlo siempre con naturalidad, que es lo que quiere transmitir esta campaña", cuenta. En su pueblo lo aceptaron "con el tiempo". "Siempre hay algún retrógrado que te grita 'maricón' pero nunca he sentido miedo, que es algo que otros sí han tenido. De todas formas, lo conté hace 7 años y hemos avanzado mucho desde entonces, por eso es tan importante visibilizarse", explica.
Sólo el 25 por ciento de los municipios madrileños se mostraron ‘orgullosos’
Esta iniciativa de Arcópoli también se sustenta en el hecho de que el 75 por ciento de los muncipios de la Comunidad no haya realizado ninguna acción por el Orgullo.
Desde 2015, esta asociación solicita a las 179 localidades que hagan algo para dar visibilidad al colectivo LGTB en su término municipal. Mientras que municipios como Alcalá, San Sebastián de los Reyes, Móstoles o Fuenlabrada dedicaron más de 7 días a esta fiesta, la mayoría de localidades más alejadas de la capital (salvo Aranjuez) y los pueblos de la sierra norte constituyeron un gran déficit de iniciativas y gestos por la igualdad.
Además, Pozuelo, Majadahonda y Collado Villalba (de más de 50.000 habitantes) recibieron sendas denuncias por una formación en ocio y tiempo libre con material discriminatorio y diferentes agresiones homófobas.
Boadilla del Monte se negó a colgar la bandera pese a la solicitud específica de Arcópoli y Alcorcón optó por ponerla en el interior del consistorio, en un lugar con poca visibilidad.