Durante estos primeros días de julio se conmemora en España veinte años de dos hitos importantísimos en la defensa de nuestra libertad y de nuestra democracia.
Veinte años desde que un 1 de julio de 1997 la Guardia Civil liberara al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA, retenido, enterrado en vida durante más de 500 días en un agujero insalubre en Mondragón. Un año y medio de tortura.
Veinte años, desde que la venganza de ETA por la liberación de Ortega Lara se llevara por delante la vida de quien entonces no era más que jovencísimo concejal del PP en Ermua, nuestro querido Miguel Ángel Blanco.
Secuestrado un 10 de julio de 1997, utilizado para chantajear al Gobierno central y finalmente vilmente tiroteado y abandonado en un bosque de Lasarte un 12 de julio. A causa de esos disparos en la nuca, fallecía en la madrugada del 13 de julio.
Y fue en ese momento cuando el país entero dijo basta y salió a la calle abandonando años de silencio, de miedo, de represión y toda una sociedad unida empezó un plantarle cara al terror de ETA.
Y muchos españoles aún recuerdan esos días como si hubieran pasado ayer, y cuentan y relatan cómo salieron a la calle, qué sintieron alzando sus manos blancas en manifestaciones silenciosas pidiendo libertad.
Los que entonces apenas éramos unos niños, tenemos recuerdos más vagos, pero los tenemos. No sabíamos bien que pesaba, pero sentíamos el silencio en las calles, las caras de luto por las calles, la preocupación de nuestros padres al leer la prensa o ver la televisión.
Otros, sin embargo no habían nacido y hoy apenas saben quién fue Miguel Ángel Blanco, o por qué torturaron a Ortega Lara.
Y no saben que ellos dos, junto al resto de las 856 víctimas de ETA dieron su vida por defender la libertad.
La liberación de Ortega Lara y el Asesinato de Miguel Ángel Blanco y todo lo que eso supuso en nuestra sociedad son hechos importantísimos de nuestra historia reciente que no pueden quedar en el olvido.
Un pedazo cruel, duro y doloroso de nuestra historia reciente que todo el mundo debería conocer.
Más si cabe cuando hoy, hay quienes que pretenden blanquear el pasado de la banda ETA y de sus terroristas. A menudo vemos cómo Podemos, las partidos independentistas, e incluso algunos sectores de la izquierda de nuestro país quieren reescribir la historia, haciendo victimas a los verdugos, cubrir un tupido velo sobre el pasado de terror y humillación hacia las verdaderas víctimas, las 800 personas que ya no están con nosotros, y sus familias que han tenido que salir adelante con el dolor, con la injusticia, con el sinsentido.
Hay que mirar al futuro, claro que sí, celebrar que ETA ya no mata, que ha sido derrotada, pero hay que hacerlo contando la verdad, dignificando la memoria de todos aquellas personas inocentes a las que mataron por el mero hecho de ser españoles.
Contado que durante más de 50 años una banda sembraba el terror y asesinaba por no pensar como ellos, por no ceder a sus chantajes. Y contando, que por eso, precisamente por eso todas sus víctimas y sus familias son hoy nuestro mayor ejemplo de dignidad y fortaleza moral.
Nuestro reto como sociedad es sencillo, es el de no olvidar, es contar la verdad, y sobre todo hacer saber a las generaciones más jóvenes, que estos y no otros son los héroes de nuestro tiempo.
Ana Pérez Baos es diputada del PP en la Asamblea de Madrid