El periodista y Cronista de la Villa de Madrid, Antonio Castro Jiménez (Tudela, Navarra, 1954), acaba de publicar 'Homosexualidad y teatro en España'. Un libro que es fruto de un intenso trabajo de investigación que el autor emprendió en 2006 para identificar y reseñar hasta 325 obras relacionadas con esa temática que se han representado en distintas ciudades de nuestro país desde 1929.
¿Qué le motivó a escribir 'Homosexualidad en el teatro de España'?
Es un proyecto que comencé hace 11 años, en 2006, cuando las fiestas del Orgullo comenzaban a tener otra dimensión más allá de lo lúdico y pretendían aspectos más sociales y culturales. Se me ocurrió recopilar una serie de textos de montajes teatrales de temática gay a lo largo del ultimo siglo hasta niuestros días. En ese momento, el proyecto no salió y este año, viendo que todos están muy interesados con el mundo del World Pride, la Academia de las Artes Escénicas de España, que está editando una colección de libros monográficos y ensayísticos, me pidió terminarlo. Así que he recogido 450 montajes de teatro desde 1930 hasta hace dos meses. Todos tienen una temática gay, unos hablan de la aparición del sida en el teatro, otros del transformismo y transexualismo -el último fenómeno que se ha incorporado a la dramaturgia-.
¿Cuándo llega el tema de la homosexualidad al teatro?
Las primeras obras que tienen una temática, que se deduce que es homosexual aunque no se dice claramente, son de 1930. En aquellos momentos, hablaban todo a medias tintas, con temas soterrados y suposiciones. Se dejaba al espectador que entendiese o no lo que se quería decir la obra. Después de la guerra tardaron en aparecer, casi hasta la década de los 50, algunas obras extranjeras que trataban temas relacionados con la homosexualidad, como 'Una gata sobre un tejado de zinc caliente' y 'De repente, el último verano'. Se intuía que en ellas existían unos personajes con estos conflictos pero nunca se trataba o hablaba directamente de ellos, ni siquiera los críticos a la hora de enjuiciar estos montajes, siempre andaban por las ramas para no decir nada.
Al hilo de la moral de la época y en el plano dramático, cuando los autores introducían estos personajes, forzosamente tenían que acabar mal: los mataban o se suicidaban o acababan en la cárcel. Esta temática siempre se veia como una anormalidad a combatir, nunca se presentó con normalidad hasta bien avanzado el siglo XX.

La homosexualidad ¿cuándo se instala en los guiones teatrales de una manera natural?
El punto de inflexión lo sitúo en 1975 cuando se estrena 'Los Chicos de la Banda', una obra extranjera. Aquí ya se habla de homosexualidad y todos los protagonistas lo son. Cuando se montó provocó un escándalo porque también se llevó criticas aunque finalmente fue un exito de público. A partir de ese momento, se empiezan a escribir textos en España con una temática muy directa, ya no se hablaba con doble sentido. Esa obra marca un antes y un después para conseguir normalizar la homosexualidad en el teatro.
¿Que autores marcaron la diferencia?
En el Teatro Español, que comienza a tratar el tema a finales de los 70, aparecen Rafael Mendizábal, Josep Maria Benet i Jornet, Gala y Francisco Ors con 'Contradanza' y 'El día de gloria'. Son algunos de los pioneros de lo que llamamos teatro comercial, montajes al uso con estrellas del teatro. Mucho tiempo después, llegó la avalancha de los circuitos y salas alternativas.
A lo largo del libro se cuenta como la homosexualidad también es parodiada en el teatro
Durante todas las épocas de censura siempre había personajes homosexuales masculinos, del lesbianismo ni se hablaba ni se suponía que existía, hasta que se estrena La calumnia, obra en la que se habla de la homosexualidad femenina. En los cabarets es habitual que haya un personaje mariquita que es objeto de burla y de parodia. De hecho, se utiliza como recurso cómico en obras como Sé infiel y no mires con quién y Ellos los prefieren un poquito locas. En estos montajes consiguen ridiculizar más el tema que hablar sobre la homosexualidad. El problema es que el público se reía y pedía más obras así.
El sida, ¿cuándo entra en escena?
La grandeza del teatro es que en sus 2.500 años de historia siempre ha ido al hilo de la actualidad, incorporando a la dramaturgia los temas que van apareciendo en la sociedad. A finales de los 80 comienza a ser notoria la epidemia del sida en todo el mundo provocando miles de muertes y el teatro no permanece ajeno a ese drama. Se escriben las primeras obras en Norteamérica: 'Un corazón normal' y 'La última lengua menguante', donde el sida es el auténtico protagonista del drama de estos personajes. Después, con la aparición de los retrovirales, que convierte en crónica una enfermedad que hasta entonces era mortal, el tratamiento hacia la homosexualidad y el sida comienza a variar. En esas obras se hablaba de la muerte segura de los infectados. En este momento sería un poco dramático y quiza no creible que se siguiera con esa situación que no es real porque es una enfermedad bastante controlada en países occidentales.
En España hemos visto una pequeña parte de los grandes musicales europeos que incorporaron protagonistas o situaciones homosexuales en los libretos. ¿Qué producciones musicales hemos podido ver aquí?
Lo hacen de una manera más ligera como es lo propio del género aunque hay algunos que son más sociales, como el 'Billy Eliot', que veremos proximanente en Madrid. Otros musicales son ejercicios de puramente travestismo, como 'La jaula de las locas' y 'Priscilla' y en otros, como 'Los Productores', se utiliza la homoxesualidad de los creadores falsos del ficticio del director de escena y su ayudante para crear un musical. 'Primavera para Hitler' presenta a Hitler como una loca tremenda. Creo q es la mayor burla que se ha hecho al nazismo con ese personaje que interpreta Mel Brooks y que es una sutil venganza. En su momento, hubo temores al pensar que el personaje de Hitler cera protagonista de un musical. Cuando se ve el sesgo que se le da en la historia, se entiende y se aplaude. Es algo parecido a lo que pasa con 'Burundanga' que trata el tema de ETA en una comedia.

El panorama teatral se modifica cuando abren sus puertas las salas alternativas. Esta aparición, ¿facilita la incursión de montajes con temática homosexual en la programación?
Las salas alternativas, sobre todo las que están en el entorno de Malasaña y Chueca, siguen abiertas a numerosas comedias, sobre todo de género ligero. Además, estos espacios, que tienen una rotación de programación tan enorme, necesitan alimentarse constantemente de obras nuevas. Salas como DT, la sala Tú, Azarte o el Teatro Alfil han sido las pioneras en incluir, de manera regular en cada temporada, varias obras con temática homosexual.
¿Qué directores y obras marcaron un antes y un después en la incorporación de la temática en el teatro?
'Los chicos de la banda' porque para todos los espectadores fue un boom. Luego me quedo con una obra americana: 'Ángeles en America', que en España la hizo Josep Maria Flotats. Un montaje espectacular y revelador en texto e interpretación. Luego siento predileccion por el montaje español 'Grita', de José Luis Raymond. Se estrenó en la época dura del Sida -en la desaparecida sala Olimpia, donde ahora se encuentra el Valle Inclán- y supuso una mirada distinta y la complicidad de un gran número de los trabajadores del teatro por involucrarse en el tema. Fue un espectaculo poético-dramático sorprendente en aquel momento.
¿Cuál es el resto que debe plantearse la escena madrileña?
El reto que tiene es la normalización -aunque no me guste esta palabra- Cuando un dramaturgo decide en una función teatral introducir una trama o un personaje homosexual, debe tener claro por qué lo hace y qué quiere decir para aportar algo diferente al conflicto dramático.
¿Y cómo conseguir algo distinto?
La aportación que deben hacer los dramaturgos contemporáneos, los más jovenes, es no dejarse guiar por convencionalismos de épocas pasadas e introducir un personaje o una situación cuando haya una justificación dramática. La ambición por el poder, la avaricia, el dinero, el amor y el odio están siempre en el teatro. La homosexualidad se incorpora a este catálogo de situaciones teatrales pero debe tener una justificación. Y no debe ser fruto de una temporalidad porque eso puede llevar a hacer historietas muy pegadas a la actualidad. Hay infinidad de comedietas sobre los modos de ligar a través de las apps del teléfono, la informática, etc... pero eso son historias muy temporales. Si el dramaturgo quiere crear una obra que trascienda en el tiempo debe presentar conflictos que también sean atemporales.