Son las ocho de la mañana y comienzan a llegar los niños a la casa de Carolina en Pozuelo de Alarcón. Con sueño por el madrugón pero deseosos de comenzar la jornada para poder experimentar todo lo que les augura el día, se reúnen en la zona de juegos. Dos años y medio, 17 y 15 meses son las edades de los tres pequeños que a diario pasan ocho horas al cuidado de Carolina. Ella es su referente educativo. A sus 28 años, hace dos que dejó su trabajo como profesora en una escuela infantil de Vallecas para dedicarse, en su casa, al cuidado de los niños siguiendo en su caso los conceptos y enseñanzas Waldorf. Una pedagogía que parte de las ideas del pensador austríaco Rudolf Steiner (1861-1925), en la que se respeta cada fase evolutiva del niño y le da una gran importancia al juego libre en lugar del juego dirigido. Carolina es además, la presidenta de la Red de Madres, un colectivo que agrupa y asesora a muchas madres interesadas en desarrollar la profesión en su hogar.
Las madres de día acogen siempre a menores de tres años con un máximo de ocho horas al día y en grupos de no más de cuatro niños. Si hay alguno de menor de 12 meses, suelen reducir el grupo a tres porque los bebés requieren más cuidados. Las casas deben estar preparadas para convertirse en el centro de trabajo de las madres de día. "Tenemos una sala adaptada al sueño con cunas", explica Carolina. Aparte, tienen un espacio para el juego y cuenta con medidas de seguridad como los enchufes tapados, las esquinas protegidas, las puertas con topes para que no se cierren y un extintor.
En las casas de las madres de día, la alimentación, el sueño y la higiene se realiza en función de lo que pide el desarrollo natural del niño. De esta manera, argumenta, el acompañamiento del pequeño se hace de manera "individualizada", algo que no ocurre en las escuelas o guarderías infantiles, donde es imposible "respetar y abarcar" la evolución de cada niño porque son demasiados. En su casa, los juguetes de madera acordes con la edad de cada niño descansan en las estanterías de la sala de juegos. "Tienen que experimentar a su ritmo", añade. Esa libertad creativa es la que día a día fomenta Carolina incluso en sus salidas al parque. "Tienen que salir a la calle aunque haga frío", apunta. Hoy, que el día ha despertado con niebla y frío, no es impedimento para su paseo diario. Los pequeños se ponen sus monos especiales para protegerles de las inclemencias invernales, se calzan sus zapatos y se montan en la silla que Carolina tiene en su casa con espacio para tres.
Las madres de día "responden mejor" a las necesidades de cada bebé. Una idea que también comparte Inés Gámez, presidenta de la asociación Madres de Día, pioneros en la lucha por reconocer esta actividad profesional. Hace más de una década, regresó de Berlín con una idea de educación infantil diferente a la establecida en España. No quería encontrar empleo en escuelas infantiles ni públicas ni privadas. Prefería intentarlo trabajando en casa, como lo hizo en Alemania, aunque cuando comenzó existía un absoluto vacío legal en este terreno. "El problema son las ratios de las escuelas infantiles. Son demasiados niños y eso no es bueno ni para ellos ni para los profesores y padres", opina.
"Esta es la época en la que los niños necesitan una atención más especializada", insiste Inés Gámez cuando habla del tramo de edad de 0 a 3 años. Necesitan, añade, "un ambiente de libertad" para que puedan desplegar sus capacidades y participar de "aventuras que les haga desarrollar sus capacidades". Y cuando finaliza esta etapa y se incorporan a la fase de infantil en los colegios públicos o privados, está convencida que llegan más maduros y con unas bases sociales más firmes.
Desde la asociación y la red se exigen a sus usuarias la titulación de magisterio infantil (Formación Profesional o grado), pedagogía o psicología y los títulos de manipulador de alimentos y de primeros auxilios. Además, ofrecen cursos de iniciación y prácticas para las personas interesadas. Son más de 60 las madres de día que forman parte de la red y unas 30 están en la asociación, pero "hay muchas más", confirman Carolina e Inés, que funcionan de manera independiente.
Once años de lucha por la regulación
Esta nueva modalidad de crianza se está extendiendo cada vez más en España. Mientras en países como Francia, Alemania y Suecia están muy implantadas las madres de día y es una de las primeras opciones valoradas por los padres para el cuidado de los niños, en nuestro país avanza de manera lenta. Navarra fue la pionera en asentar esta profesión hace años. Y en la Comunidad de Madrid se estableció una normativa en octubre de 2015.
Fuentes de la Consejería de Políticas Sociales y Familia explican que "no hay una regulación específica de la figura de las madres de día. Lo que hemos hecho, a petición de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid, y tras detectar que había entidades que ejercen esta actividad y se publicitan sin someterse a ninguna normativa ni disponer de licencia de funcionamiento municipal, ha sido regularizar la situación de dichas actividades". Tras mantener reuniones con la Asociación de Madres de Día y con entidades que desarrollan la actividad, se estableció esta regulación para "garantizar la protección y los derechos de estos menores", añaden.
El precio puede ser uno de los obstáculos por el que los padres recurren finalmente a la educación tradicional. Aunque es similar al de una guardería privada, las madres de día no cuentan con el apoyo del cheque guardería que ayuda a rebajar las elevadas cuotas. Por este motivo, Carolina pide subvenciones para las familias. "Llegamos a un público muy reducido con un buen nivel adquisitivo que necesitan hacer un esfuerzo para darle esta educación a su hijo", explica.
Cada vez hay más movimiento para conseguir que este modelo de crianza educativa se instaure como una opción más al alcance de todos. "Todavía es pronto, acaba de regularse. Hay que abrir paso pero todo llegará", asegura Inés Gámez, que en los últimos años se está dedicando en cuerpo y alma a la formación para preparar a futuras madres de día.