30/08/2018@05:00:00
Dicen que la naturaleza acaba imponiéndose. En Ciempozuelos, en el entorno de una de tantas graveras que han cicatrizado el sureste de Madrid, ha terminado por brotar el agua. A base de horadar el suelo para alimentar el boom de la construcción, las máquinas han cruzado el nivel freático y donde antes había arena hoy hay una laguna. Ahora, la multinacional que posee los terrenos está obligada a renaturalizar la zona. Su ambicioso proyecto pasa por convertir ese espacio en un reservorio para aves y flora en peligro. Si nada lo frena, el plan es que las obras terminen pronto, en el mejor momento para que estalle la vida: la primavera.