La sentencia basa su decisión en que la menor, con una deficiencia mental de grado ligero (edad mental aproximada de 10 años), dijo que sería capaz de reconocer el lugar en el que se produjo el primer abuso pero, "tras recorrer varias calles contiguas al vallado sur del parque del Retiro, no fue capaz de identificarlo y desistió de seguir buscando".
"Nada tendría de particular que no identificara el lugar, a la vista del tiempo transcurrido y de las propias deficiencias de la menor, si no fuera porque la ubicación que señaló la menor el segundo presunto abuso fue en el interior de la estación, lo que resulta totalmente incompatible con la realización del hecho denunciado", agrega el escrito.
Así, el tribunal indica que "la fuerza de convicción de la declaración de la denunciante, principal prueba de cargo en la que se funda la acusación, ha quedado muy mermada a la vista del resultado de la inspección ocular del lugar donde supuestamente se habían producido los hechos, pues lejos de corroborarla, sólo ha servido para desacreditarla".
Por este motivo, la Audiencia madrileña considera no probado que en marzo de 2003 el acusado forzase a la menor a mantener una relación sexual completa en un parque próximo a la estación de Atocha y que, de igual modo, lo hiciera el 13 de diciembre en las escaleras de la mencionada estación.
"La culpabilidad del acusado ha de ser demostrada más allá de toda duda razonable y lo cierto es que, en este caso, ninguno de los hechos en los que se funda la acusación ha sido probado, pues el testimonio de la denunciante no se encuentra corroborado por el resultado de la inspección ocular, que sólo ha servido para arrojar dudas sobre el mismo", concluye la sentencia.