Cuando el equipo B de la conjura ya desesperaba de dar con Peregrino Perplejo, perdidos entre la gigantesca marea de aficionados que inundaban el Bernabéu y aledaños, la suerte vino en su busca.
- Coño, Perales. ¿qué haces aquí fuera en vez de velar por la seguridad de los madrileños (y de paso ver los goles)?
Quien así interpelaba a nuestro héroe de la policía municipal era su compañero de promoción Jacinto Verde. Pistola al cinto, gorra calada, casi atornillada, flaco, nervudo, con una barba escasa y bigote caído a ambos lados de la boca, recordaba a un dibujo animado agrandado.
- Estoy a otra cosa, Jacinto. ¿Has visto a este hombre? –le dijo enseñándole una foto de Peregrino Perplejo, como si fuera un auténtico investigador.
- Hombre, ¡claro! Cómo va a fallar Peregrino. Lleva cuarenta años sin faltar al clásico. Yo creo que, si él no viene, lo suspenden, no te digo más…
- O sea, que está dentro
- Pues claro, no se va a ir a mitad de partido. Ahora mismo debe estar practicando la pesca del jamón… Ya sabes que en la parte de dentro del palco, en el intermedio es cuando se cuecen los negocios y se sirve el mejor jamón de Madrid. Y el amigo Perplejo es un gran catador
- ¡Estupendo! Pues preséntamelo que tengo que hablarle de un tema importante
La parte interior del palco es un espacio grande, con algunas salitas reservadas laterales. Varios mostradores de madera en los lados, cada uno con varios grifos de cerveza, platos de jamón tentadores y un excesivo destacamento de camareros detrás. Al fondo se atisba el césped y las gradas. Para entrar, pasando los fotocols, hay que superar a un grupo de azafatas jóvenes entrenadas en reconocer a los habituales. A los invitados especiales les encanta que los reconozcan y no tener que decir su nombre en la lista. Es uno de los muchos signos sutiles que indican que estás en la pomada. Y ya la sala, con varias columnas que rodean mesas altas, es el espacio preparado para que unas cien personas se saluden, se presenten, comenten el partido, la actualidad, y hagan, en fin, relaciones.
En uno de los corrillos, Peregrino Perplejo, era el centro.
- Venga ya, Florentino. Si todos sabemos que estás arruinado. Solo te quedan unos mil millones. Y con eso no puedes pretender que te reelijamos… ¿No os parece?
- Pues aquí el amigo Juan Miguel, tampoco anda bailando. Los túneles del Bósforo están costando un huevo y el otro medio ¿no? Me da que los turcos se te están atragantando, amigo – intervino, un hombre repeinado hacia atrás con caracolillos en la nuca, pañuelo de seda azul turquesa al cuello y otro blanco asomando por el bolsillo superior de la chaqueta. Si quieres, te presento a un cuñado mío, experto en seguros a la exportación que tiene mano en el ministerio
- Tú, amigo Perplejo- ninguneó la interrupción Florentino- lo que tienes que hacer es prepararme una entrevista en tu famoso rincón de la Gran Vía. En Madrid todo el mundo lo sabe: entrevista de Peregrino, cese seguro.
Aprovechando las risotadas que la broma del jefazo había provocado, Jacinto, provisto de una bandeja de un jamón de aspecto lujurioso, le hizo un gesto al periodista para que se acercara
- Te quiero presentar al cabo Perales, compañero de promoción. Tiene interés en contarte una cosa, al parecer importante
- Sin duda, Verde, tú sabes cómo pescar en este río revuelto. A ver ese jamón que el partido empieza de nuevo en nada. ¡Chico, a ver si ese rioja sigue sabiendo como yo lo recuerdo!
Cuando el camarero, tras surtir a los interlocutores, se retiró, Peregrino se dirigió zumbón a Perales
- A ver, mi general, qué es eso tan importante que me tiene usted que contar…
Sin hacer caso a la chanza, Perales se le acercó
- Sólo un periodista de raza como usted puede captar la gravedad de la situación y prevenir a quien sea necesario.

- Arranque, coronel
- Pues verá: hemos sabido que mañana lunes va a venir a la capital (ya están aquí, de hecho) una delegación de políticos catalanes
- No me diga, lo nunca visto…Hombre, si no nos los quitamos de
encima ni con aguarrás
- Atienda, que esta vez vienen a por más
- Pues como les vaya como en el partido… ya se llevan dos, de momento… - Peregrino estaba “de buenas” y socarrón
- La cosa es… que sabemos de buena tinta que vienen a imponer la cesión de las pensiones de los trabajadores de Cataluña para que sean gestionadas por la Generalidad –le soltó mirándole fijamente
Peregrino le miró, dejó la copa en la mesa alta, cogió una servilleta, se limpió la comisura de los labios y muy despacio le repuso:
- Pero qué me está usted contando… Esto a quien tiene que contárselo es a las autoridades, a la policía, a….
- Ya, sacto. Eso hicimos lo primero. Mi fuente, de la que no puedo revelarle nada más que es un primo mío al que la confidencia le ha costado su puesto en el servicio secreto catalán…
- Oiga, pues salvo su talla de calzoncillo ya me ha contado usted todo…seguía guasón la autoridad reporteril.
- Eh… bien, bueno. Usted guardará el secreto profesional. La cosa es que mi primo sólo se fiaba de la alcaldesa Marisa Cantera…
- ¡Anda! ¿Y eso?
- No sé. Dice que es la única persona honrada e independiente de este país. Le escribió una carta, pero no hemos tenido respuesta. Creemos que ha debido interceptarla su jefe de gabinete y ni la habrá leído. No podemos esperar.
- Y ustedes quieren….
- Que usted….
- Publique la noticia ¿no es eso? ¿Y reviente la operación? Y con ello, además, me dan el Pulitzer y salvamos a nuestro país…
- ¡Exacto! ¡Lo ha entendido usted a la primera!
- Claro, claro –Peregrino reflexionaba rascándose la calva cabeza- pero, dígame usted ¿Qué pruebas tiene de lo que me cuenta? Si me tengo que jugar mi prestigio, tendré que contrastar la información
¿no le parece?
Perales se quedó parado. No había caído en que lo que él había aceptado ciegamente de su primo Joanet no podía demostrarlo. Ahora que lo pensaba, en las películas de espías, los agentes secretos fotocopian documentos, tienen grabaciones comprometedoras, vídeos, fotos íntimas, en fin, esas cosas que les dan ese enorme poder frente a los poderosos que, una vez descubiertos, no son más que corderillos en sus manos.
- Bueno, desde luego… puede usted hablar con mi primo…pero dejando en secreto su identidad, ¿eh?
- Por supuesto, los periodistas nunca revelamos nuestras fuentes.
Al ver la absoluta perplejidad en la que se había sumido Perales, Peregrino
Perplejo avanzó:
- Mire, teniente, lo que vamos a hacer es lo siguiente: usted me va a mandar a su primo y a ver qué sacamos en claro. Su contacto va a sr mi directo adjunto, aquí…
Peregrino señaló a un jovenzuelo de rebelde flequillo y cara aniñada
- Es un crac, no se preocupe… Argimiro… el sargento Perales
- Argimiro Veleta, adjunto al Diario de Madrid, el decano de la prensa digital.
- Pues entonces, si le parece, hacemos eso. Quedan ustedes y ya me
contarán. Yo me voy que comienza la segunda parte y parece que esta vez el Barsa se va a llevar una buena colección de goles. Abur, sargento.
El público que llenaba la sala había ido desfilando a toda velocidad a ocupar sus asientos y el rugido de las gradas llenó el ambiente. Argimiro, mirándose de reojo y pasándose la mano por el flequillo en todos los cristales que flanqueaba, acompañó a Perales a la salida.
- No se preocupe, si no estamos seguros de una información, normalmente decimos “según fuentes de toda fiabilidad de … “donde sea. Y soltamos la bomba. Mañana a primera hora lo vemos. Si tienen ustedes patrocinadores de alguna de nuestras revistas, todo será, sin duda, mucho más fácil. Hasta mañana entonces, señor.
El destacamento de conspiradores recogió a Perales en la escalera de salida
- Qué, ¿cómo ha ido? -Le apremió Julián –Joder, ya nos íbamos,
¿verdad, Manoli?
- Pues sí, porque si mi chico se entera que he estado en el Bernabéu sin él, me la monta
- Pues…. La verdad, no sé qué deciros. Este periodista es largo de cojones. Me ha largado a su adjunto, que tampoco es manco. Mañana tenemos que ir a verles. A ver si los compañeros han conseguido algo con lo empresarios y les sacamos que se anuncien en el Diario... Joder, ¡qué difícil es salvar a España!
- Bueno, concluyó Julián. Vámonos y a ver que nos cuentan los del otro grupo. Esta noche, reunión en el Aúpa España.
Autor : Luis Cueto.
ilustraciones: Danish Xavier J. Morales B.