En efecto, era Cucurull… pero no era… Su pelo parecía haberse convertido en un estropajo atirantado que acababa en una mini coleta de rata. Tras sus gafas Rayban se medio-ocultaba una expresión chulesca nueva entre los intervalos de sus guiños espasmódicos. Su chupa de cuero marrón (de inequívoca ascendencia tangerina) le daba un aspecto como de hacía décadas. Un palillo asomaba por la comisura de la boca.
Su cara, eso sí, seguía chupada como siempre, pero cada vez más mimetizado con los yonkies de los alrededores.
Telesfor II le abrió la puerta, momento que aprovechó Paquito para colarse y encaramarse a su taburete habitual
- Paquito, coño, que está cerrado ¿no lo ves?
- Tranqui, colega. No me jalees a Paquito y ponle una caña que la paga la patria…
- ¡Ese Chacho! Le vitoreó Paquito
- ¿Chacho? –corearon los dos agentes sentados en la mesa, boquiabiertos
- Chacho, coleguis, les contestó sentándose Cucurull con autoridad y
posando las Rayban
- ¿Y esas gafas? Le miró Montse con curiosidad- Oye tienes puesto el precio- le dijo mirando una etiquetita lateral. ¡Collons! ¡doscientos ochenta euros!
- Se los pienso pasar a Turull como gastos de camuflaje
- Pues yo que tú me curraría un poco más eso de pintar a boli un dos delante del ochenta…- le dijo Montull celoso de la entrada de su colega
- ¡No fotis Montull! Tengamos la fiesta en paz… Veo que ya habéis
contactado con Telesforo…
- ¡Ese Telesforo! Vitoreó Paquito desde la barra.
- Oye, a este le tienes que poner alpiste que si no, no nos va a dejar…
- Va, va, gruñó Telesfor
- ¿Y tú? ¿Ya habías estado...?
- Justo os lo iba a contar ahora –dijo Telesfor que regresaba de alpistar a Paquito-. Hace dos días, bajando por esta calle vi a un individuo con una cogorza monumental. Dos mujeres iban tirando de él a rastras calle abajo. Sus manotadas para agarrarlas por donde podía eran tan patosas, que lo único que hacían era dificultar su remolcado. Iba dando unos gritos incomprensibles y llamando como un loco a una tal Matilde Fresa: Marionaaaa, ¡te como la fresaaaa! –iba berreando. Me acerqué y….
- ¡Cucurull! Dijeron al alimón sus compañeros, mirándole con una mezcla de reproche y admiración
- Bueno, sí. No sé qué me dieron esas muchachas, pero algo me sentó mal –se defendió Cucurull
- Lo mismo los quince cubatas que te tomaste, terció Telesfor II…
- Quita allá, hombre. Ni de coña me pago yo quince cubatas
- Ojo, que yo he dicho tomar, no pagar. De hecho –empezó Telesfor II…
- Déjate de miserias, Telesfor, que tenemos que recuperar mi cartera
- ¿Cómo? ¿Has perdido la cartera? Volvieron a preguntar a la vez los agentes no tan secretos
- No, perder, perder no. Seguro que está en la casa de mis amigas, con
las que me vio nuestro amigo y cabeza de puente en Madrid…
- Si lo raro es que conserves los calzoncillos- sonrió el aludido
- ¡Osti, tu! Murmuró Cucurull palpándose la bragueta. Pues que no los tengo… Esta Panchita…-dijo evocadoramente. Ahora, en compensación, tengo yo aquí sus braguitas- Empezó a sacar algo indefinible del bolsillo cuando el agente Montse Rebull, agarrándole del brazo:
- Ya está bien, Cucurull, ya está bien. Además de tus orgías en Madrit,
¿has avanzado algo en la misión?
- Y tan que he avanzado y-cogiendo el palillo de la boca y acercándose más a sus colegas en la minúscula mesa-… he visto a Joanet
- ¡Coño! Eso sí es avanzar –reconoció admirativamente Montull
- Bueno, no tiene demasiado mérito…. Me lo presentó ayer Telesfor…
- ¿Cóoooomo? No entiendo nada – la boca de Montse parecía la del metro a las seis de la mañana, recién abierta. La mirada de los tres agentes se dirigió a Telesfor II quien, viendo esos tres pares de ojos mirándole interrogativamente, utilizó la vieja técnica de ganar tiempo
- Voy a meter este resto de callos en la nevera, que seguro que mañana los coloco ¿Verdad Paquito? –dijo acercándose a la barra

Paquito se hallaba con la cabeza apoyada en una botella vacía de güisqui que, aprovechando la coyuntura, había birlado de la estantería y, una vez ventilada, le hacía de almohada encima de la barra. En un perfecto acople, su cuello, como el de una tortuga, se había amoldado al cilindro de vidrio y descansaba plácidamente, encaramado en el alto taburete.
- Hay que joderse, este mamón…
Trayendo como embajada otra consumición, Telesfor II se volvió a sentar
- Sí. De manera casual, la conspiración que Joanet ha puesto en marcha tuvo en este modesto local su “reunión en la cumbre”, si se me permite la expresión…- dijo Telesforo con falsa modestia
- Explícate mejor, pidió Montull con el bigote lleno de espuma
- El alto cargo de la policía municipal con el que se reunió, hace años que recala en este establecimiento. Una tía suya, sorda como un político, por cierto, vive en el piso de arriba. Hace unos días apareció acompañado de Joanet y de dos personas más que no conocía, uno que mandaba mucho y otro bastante atontao. A pesar de que intenté poner la oreja no pillé mucho, sólo que hablaban de que iban a venir a Madrid unos catalanes y que había que espabilarlos…
- Jolines ¿no estaría pensando que Turull mandaría a alguien y se estaba preparando? Lo que nos faltaba, que en vez de liquidarle nosotros lo hiciesen ellos. Joder. Esto se complica. Y nosotros con unas dietas miserables y sin alojamiento –se lamentó preocupada Montse Rebull… Y, tú, Cucurull, ¿Cuándo has visto a Joanet? ¿No te reconocería?
- No, para nada. Seguro que no. Tras dejaros en la pensión, como os dije, fui a ver a mis amigas de Madrid. ¡Qué bárbaro! ¡Qué pasión! Hacía tiempo que…
- Al grano, que no nos interesan tus proezas sexuales… “Checho” –dijo un poco mosca Rebull
- Chacho, si no te importa. Así es como me conocen en el barrio. Bueno pues, entre polvo y polvo, como ellas viven por la zona y aquí ponen unas raciones generosas, nos vinimos a comer algo. Y ¡mira tú por donde, era el cuartel general del CNIcat en Madrit! Reconocí a Telesfor, él a mí y, entre tapa y tapa, nos vimos en el reservado (bueno, si se puede llamar así al infecto cuarto de detrás de la barra) y me dijo que esa noche iban a venir otra vez los conspiradores. Tuve que apresurar la sesión interrumpida con mis dos amazonas y volví justo a tiempo…
- Justo a tiempo, unos collons, que ya se estaban yendo –refunfuñó Telesforo, celoso del protagonismo que había acaparado Cucurull. Se te habían pegado las sábanas o lo que sea que hubiese en ellas…
- Bueno, coño, Telesfor, justo a tiempo para oír que se citaban esta tarde en el hotel ese nuevo de la plaza de España… el que iba a tirar el chino y la alcaldesa se empeñó en que no, que no lo tiraba el jodío…
Ante la cara de pez que ponían sus colegas, Cucurull continuó
- Joder, amics, que para venir a Madrit hay que documentarse. No tenéis ni idea de lo que está pasando ¿no? Osti, tú. Hay vida más allá del Llobregat… –dijo como su fuese Clint Eastwood en una de sus pelis. Es un hotel que ha estado una pila de años cerrado. Tras muchos rollos con un chino de esos ricos mafiosos comunista, lo compró un mafioso de aquí para pasárselo luego a unos hoteleros mallorquines y embolsarse una comisión del copón, que ya la querríamos nosotros. La cosa es que, por lo visto, tiene una terraza de la leche y he pensado –se llevó el palillo a la sien como enfatizando el esfuerzo intelectual- he pensado… que es un sitio perfecto para tirar a Joanet por el balcón –remató por fin.
- ¡Brillante! –gritó Telesfor II.
- Interesante – siguió Montull
- ¡Imponente! –dijo alarmada Rebull
- ¡Apepitante!, balbuceó sin despertarse Paquito desde la barra.
¡Esppppeluznnante! ¡Verborreante!
Una vez trazado el plan, los tres agentes fueron a buscar su acomodo y Telesforo pudo volver a abrir el bar para no despertar sospechas en el vecindario.
No muy lejos de allí, en una amplia sala del edificio municipal que, tras haber tenido destinos más rimbombantes, acogía ahora una Escuela Mayor de Danza, un grupo que ya conocemos se reunía rodeado de un enorme estruendo. Un grupo de mujeres con tambores de distintos tamaños estaba practicando, capitaneados por una enérgica mujer que marcaba los ritmos con gestos incomprensibles de manos y brazos.
- ¡Esa batucada! ¡Más ritmo mujeres! Nos van a oír, ¡vaya si nos van a oír! Este noviembre se recordará…
- ¡Tiene huevos! – Gritaba Joanet. Estamos en junio y ya se preparan para noviembre
- Bueno, se lo pasan bien –gritó también Genaro
- Oye ¿no había ningún sitio mejor para hablar? No me entero de nada con la batucada de los ovarios –interrumpió el cabo Perales
- Ya, pero le dije a Julián que nos proporcionara un sitio done no nos pudiesen escuchar, y este es perfecto –replicó Genaro
- Y tan perfecto, como que no te escucho ni torta –insistía Perales
- Bueno- concedió Genaro gritando. Es verdad. ¡Vamos a otra sala...!
En otra sala también enorme, con unas colchonetas en el suelo, varios carteles y pintadas indicaban la idiosincrasia del lugar: “Joderos cabrones”,
“Todes somos necesaries”, “Si se mueven los de abajo, se caen los de arriba” y varios chistes de El Roto, ampliados, que te dejaban con la cabeza dando vueltas.
- Joder, ¡la casa de Asturias! –dijo Perales viendo lo de “Todes…”
- No seas burro, es como se dice ahora lo de LGTBi, para no decir ni tíos ni tías sino…
- ¿Peces? Dijo con sorna Perales, anda no te fastidia. Ya ni carne ni pescado. O eres tío o eres tía ¿no? Tu que has estado en el extranjero,
¿allí en Cataluña es así también?
Joanet le miró como quien contempla un cromañón resucitado
- Pues claro, ¡leche! Ahora hay gente, que se llama CIS, cisgénero, que unas veces se sienten tíos y otras tías
- Ya, será para ligar con todo lo que se mueva, ¡qué listes! Si me pilla a mí de joven, no sé, no sé –se rascaba la cabeza el cabo Perales
- Lo que es bastante incómodo es que no haya sillas, coño, Genaro –
protestó Aurelio. A nuestra edad no estamos para yoga ni para posturitas
- Bueno, dejaros de rollos y a lo nuestro. Bastante tengo yo con mi cadera y me aguanto. Los hechos: Joanet ha reconocido a un agente del CNIcat en el bar de Telesforo. Posiblemente haya venido para preparar la visita de la delegación catalana. Eso complica nuestros planes. La consecuencia: tenemos que eliminarlo antes de que lleguen los otros.
- Desde luego –asintió Joanet. Aunque posiblemente no haya venido solo. Cucurull es un pervertido y un vivalavirgen, pero es un buen agente
- ¿Te hará reconocido?
- No creo. Estábamos muy al fondo. Le pregunté a Telesforo y me dijo que había aparecido esa tarde.
- Bueno -contestó Genaro. En todo caso, creo que ha sido buena idea
decir en voz alta lo de la conferencia de la alcaldesa y del concejal de urbanismo esta tarde en el hotel. Estoy seguro de que lo oyó y que esta tarde irá por allí. Es un sitio perfecto para tirarle por un balcón. Creo que hay una pasarela con el fondo de cristal que da un vértigo de la leche. Nadie se extrañará si “alguien” pierde el equilibrio y se cae.
- Impresionante, Genaro. Un plan perfecto –alabó Perales. Se te notan los años en la policía.
- Gracias, camarada. Pues, si os parece, nos dispersamos y quedamos en la puerta del hotel a las ocho ¿De acuerdo?
Autor : Luis Cueto.
ilustraciones: Danish Xavier J. Morales B.