Un evento único para estas navidades está a punto de comenzar en Madrid. Del 5 al 12 de diciembre IFEMA acogerá el espectáculo del mago Yunke, el ilusionista español más internacional -proclamado campeón del Mundial de Magia en Corea el año pasado- quien presenta en esta ocasión de forma inédita en España un espectáculo que lleva fraguándose cinco años: Hangar 52.
Se trata de un show de gran formato que ha triunfado hasta el momento en más de 30 ciudades de China y que llega a Madrid con más de 22.000 entradas anticipadas vendidas y unas expectativas totales de venta de otras 40.000. De hecho, antes de empezar, ya se ha prorrogado el espectáculo para las siguientes dos semanas, tal y como ha adelantado a este medio el propio ilusionista.
Madridiario se ha citado con Yunke para profundizar sobre un espectáculo que, explica, está lleno de efectos audiovisuales, cámaras, fuego e iluminación, en el que el público será testigo de descubrimientos de la NASA, creaciones de Leonardo Da Vinci, puertas interestelares, teletransportaciones y otros efectos que conforman “un espectáculo muy potente, una hora y media muy intensa y a gran velocidad”. Además, el show incluye ‘El hombre Vitruvio’ con el que obtuvo el último gran galardón internacional.
Donde se forja la magia
El bicampeón del mundo de magia explica que todas sus exhibiciones cuentan historias hiladas por un mismo concepto, y que su inspiración para crear Hangar 52 ha girado en torno al concepto de la aviación, una actividad que describe como “muy parecida a la magia”.
“Leonardo Da Vinci tenía el sueño de volar, que era algo imposible. Unos cuantos años después, los hermanos Wright lo consiguieron por primera vez”, señala antes de asegurar que es precisamente esta idea la que hace de base para la creación de sus espectáculos: “soñar una cosa imposible que después acabe pudiéndose hacer”, indica.
Lo que separa este espectáculo de cualquier otro es la novedad y originalidad de los efectos, todos ellos ideados, diseñados y creados por el propio Yunke en su taller, una imponente nave de 900 metros cuadrados. Tal y como relata a Madridiario, su lugar de trabajo e imaginación está ubicado en Villavieja, un pequeño pueblo de Castellón, “donde nací y donde continúo viviendo, en el mismo lugar donde me crié con mi familia” relata el artista.
Este espacio tan especial conforma un elemento imprescindible para comprender su obra, empezando por su nombre: “mi abuelo era herrero y trabajaba sobre un yunque a la entrada de mi casa”, algo que con el paso del tiempo ha hecho que para él sea “como un símbolo”. El mismo que finalmente se convirtió en la seña de identidad de uno de los mejores ilusionistas de la actualidad.

También, gracias al oficio de su abuelo, Yunke siempre ha estado “muy vinculado al tema de la fabricación y construcción”, algo que le ha llevado a “agudizar muchísimo más la parte de creatividad”. Su planteamiento es que “no hay límites en la magia”, por lo que “desde hacer aparecer un avión hasta hacer desaparecer la Estatua de la Libertad” es factible. En cambio, el mago relata que “lo más difícil es la idea, qué quieres contar” porque “el ingenio no tiene límites”.
Un espectáculo de gran formato
Por el contrario, admite que en la realidad de los espectáculos sí existen barreras en lo referente a espacio. Normalmente, necesita de un auditorio grande donde poder demostrar toda la espectacularidad de sus ideas, “por eso comencé Hangar 52 en China, porque ahí sí tengo las posibilidades de poder ir a auditorios más grandes que cubren todas las necesidades técnicas”. En España y Europa, en general, “los espacios son mucho más pequeños”, cuenta, y añade que es por eso que “decidimos venir a IFEMA, donde nos ofrecieron la posibilidad de montar una carpa auditorio en la que crear dentro lo que nos apetezca”.
Y es que, como adelanta, uno de los números le lleva a acabar colgado de la cúpula de la carpa, algo que “no se podría llevar a cabo en un teatro”. No siempre se trata de conseguir el auditorio más grande, “la magia tienes que sentirla de cerca, tiene que hacerte vibrar, tienes que verla muy bien” apostilla, y aclara que prefiere “hacer más pases y que el público salga más contento”.
El premio no es suficiente
Yunke, que ha trabajado en multitud de países como Bélgica, Holanda, Italia, Venezuela, EE.UU., Marruecos, Francia, China o Corea conoce el mundillo desde muy joven. Pero respecto al tema de los premios (con gran cantidad y calidad de ellos en su haber) admite que en su interior “no cambian nada”.

Considera mucho más importante el respeto de sus compañeros de profesión, que “te valoran y aplauden, te animan, te dicen que lo que estás haciendo es un buen trabajo”. Ese reconocimiento, para Yunke, es “el verdadero premio”. No es para menos, ya que el célebre David Copperfield reconoció sentirse “maravillado” cuando presenció la ilusión de ‘El hombre de Vitruvio’. En su opinión, “los premios no son importantes, a lo mejor cambias al jurado y cambia el premio” apostilla antes de confesar que le parece más importante “cuando hay un buen resultado o la gente por la calle me para y me dice que se ha emocionado con mis ilusiones”.
Un mago al servicio del público y de la ilusión
Respecto a su paso por televisión admite que 'El Hormiguero' marcó de forma importante la manera de hacer sus shows: “cuando me dijeron que la magia la tenia que hacer con Pablo Motos o con el invitado les dije que no”, acostumbrado a trabajar con su equipo y en piezas cerradas. “La verdad es que estaba totalmente equivocado” y empezó a cerciorarse de las ventajas que presentaba. “Hay más credibilidad, es más moderno, más actual” y es que “ahora todo lo que hago lo hago con el espectador y con un presentador”, todo gracias a esa experiencia con El Hormiguero hace ya más de 7 años.
La televisión significa para él “enseñar cómo trabajo, cómo hago la magia y cómo quiero que la gente la vea” y explica que nunca ha buscado ser conocido ni popular. Además, añade que “la ética del respeto a la magia es muy importante” y que nunca usaría un compinche ni efectos en postproducción. “Respeto a la gente que lo quiere hacer, pero a mi no me gusta, no me parece ético”.
Termina la entrevista transmitiendo qué significa para él hacer magia: “respeto al público, que disfrute, que lo pase bien, que entienda la magia y lo vea como un arte y no como un engaño”, y remata: “lo que hacemos son ilusiones y queremos transmitir esa ilusión”.