De esta forma, casi la mitad (48,7 por ciento) de los conductores reconoce que no tendría inconveniente en compartir coche con personas que tuvieran exactamente sus mismas pautas de desplazamiento al trabajo, para evitar así tener que desviarse para recoger o dejar a compañeros de viaje. Y esta concepción del coche como extensión de la libertad individual es la que convierte al vehículo privado en el medio de transporte más utilizado para ir al trabajo. De hecho, el Observatorio de la Movilidad Metropolitana (OMM), confirma que la mayoría de los desplazamientos que se hacen en Madrid por motivos de trabajo (45 por ciento) tienen el coche como protagonista. Y tanto es así que las dos terceras partes de los trabajadores reconocen que, a pesar del tráfico y las dificultades de aparcamiento, es la forma más cómoda de llegar a la oficina con mucha diferencia, poniendo de manifiesto que sería deseable una red de transporte público más tupida.
En este sentido, casi la mitad de los conductores echa en falta paradas cerca de su centro de trabajo, mientras que un 30,5 por ciento reconoce no tenerlas cerca de sus domicilios, generalmente ubicados en zonas de nueva construcción. Por esta razón, a pesar de que casi el 44 por ciento tiene que llegar con antelación a su lugar de trabajo para buscar aparcamiento, no se plantea otra forma de desplazarse que no sea el coche.
El uso de medios de transporte alternativos como puede ser la bicicleta tampoco están muy extendidos por los empleados, una tendencia que corrobora el OMM, poniendo de manifiesto que en Madrid sólo el 12 por ciento la utiliza para ir al trabajo. Según Arval, un 66 por ciento reconoce que no la utilizaría, mientras que casi una quinta parte no tendría inconveniente en “darle más a los pedales” si hubiera conciencia en este sentido, tanto por parte del sector público, impulsando carriles bici seguros, como por parte del sector privado, extendiendo el uso de duchas y vestuarios en los centros de trabajo.