Pasaron las elecciones y ahora en pleno ruido y furia, otra vez ya nadie se acuerda de los indecisos. Sólo existen antes de que éstas se celebren y luego regresan a las catacumbas del olvido. Sin embargo, aunque no se les suele poner cara, tengo que decir que en esta ocasión vi a un indeciso. Lo sé porque su aspecto me era muy familiar. Parecía querer camuflarse entre las familias de votantes que peregrinaban a depositar el voto, supongo que en una urna.
Al principio pensé que era una alucinación producto de haberme pasado la noche en blanco. Había madrugado mucho para cumplir con mi deber de vocal suplente en una mesa electoral. Me preocupaba si, como tal suplente, tendría derecho a alguna dieta. De presentarse los titulares, se esfuma cualquier posibilidad de cobrar y soy una nulidad en los juegos de azar. Bueno, para no mantener ningún suspense innecesario ya anticipo que me mandaron para casa con una mano delante y otra detrás. Daba igual. Si no acudes puedes acabar prófugo o encadenado dentro de la urna como Houdini.
El indeciso se camuflaba tras un buzón de correos revelando más si cabe su condición. Recordé a Juan Pablo Castel, aquel personaje de Ernesto Sábato en la desolada "El Túnel". Castel echa una carta vital al buzón y, arrepentido por su contenido, pretende que Correos se la devuelva.
El caso es que el indeciso parecía dirigirse a alguien, pues se tapaba la boca con la mano. Eso lo han puesto de moda los futbolistas y los políticos. Son sin duda conscientes y celosos de la suprema importancia de sus palabras.
Me extrañó que estuviera solo. Creo haber detectado que los indecisos tienden a reunirse en grupos. Lo hacen en construcciones a medio hacer o abandonadas como centros de salud vacíos. Saben que allí tienen espacio de sobra. Sospecho que también en lugares subterráneos de la ciudad, para que nadie les señale con el dedo. Quién sabe. Puede que estuviera ofuscado por haberse perdido justo en el Gran Día de la jornada electoral.
Las verdaderas intenciones de los indecisos son las de crear un partido. El Gran Partido de los Indecisos. Gobernarán el mundo con un programa lleno de indecisiones y, por tanto, irreprochable. No solo se mantienen fieles a sí mismos sino que se regeneran como las estrellas de mar cuando se las cercena. Sus posibilidades de expansión son tan infinitas como las del Universo. No hay nada más creíble que la indecisión y ellos lo saben. Sólo es cuestión de tiempo que acaben gobernando. Pero obviamente, como indecisos que son, no saben cuándo. Yo había, ya digo, pasado una noche horrorosa, con pesadillas terribles como ésa en la que asisto a una manifestación de asesinos que reclaman más víctimas. O ésa otra en la que Esperanza Aguirre protagoniza la nueva saga de "Fast and Furious" en lugar del difunto Paul Walker.
No entiendo por qué tienen tanto miedo los indecisos en hacerse ver. Ellos son y serán los auténticos vencedores de estos y todos los comicios. Fingen ignorar que la Historia se construye con grandes decisiones pero tal vez aún más con grandes indecisiones.
Así que me fui a casa porque mi aspecto delataba algo. No sé qué. Ya en el sofá, agarré el mando a distancia para ver los programas electorales de televisión. Pero dudaba en qué canal quedarme porque todos daban lo mismo. Entonces me duché, me afeité o al revés, ya no me acuerdo, y cuando me acerqué al espejo del baño ¿a que no saben a quién vi?