Tras uno pocos años de relativa calma, Madrid vuelve a atascarse; esta ciudad vuelve por sus viejos fueros de las horas punta que ponen al conductor al borde de un ataque de nervios. Ocurrió el lunes, donde las primeras horas de la mañana nos devolvieron a las de hace cuatro o cinco años, cuando la crisis todavía no había comenzado a minar la economía de los automovilistas y los atascos circulatorios marcaban el ritmo de esta ciudad.
El lunes volvió a ser uno de esos lunes para sentarse al sol y no salir de casa en vehículo propio. Las entradas por el sur, principalmente, fueron un calvario. Desde la plaza Elíptica hasta la Puerta de Alcalá, pasando por Santa María de la Cabeza, Atocha (por arriba y por abajo, es decir, por el paso inferior), y Alfonso XII, el atasco provocaba que se tardara una hora en hacer este recorrido.
El tapón se situaba especialmente en la conexión del paso subterráneo bajo la glorieta de Atocha y el enlace con la calle de Alfonso XII, y en ese punto no advertí la presencia de un solo agente de movilidad, cosa incomprensible... bueno, mejor diré, que nada que fuera nuevo; también es posible que los agentes de movilidad hubieran acudido en tropel al punto donde una conductora sexagenaria habría aparcado su coche en el carril bus... podría ser, ¿por qué no?.
Madrid ha vuelto a los atascos; el personal ha vuelto a sacar el coche como en los mejores tiempos de bonanza. A lo mejor es verdad que hay síntomas de recuperación económica y que no todo es fruto de una visión parcial del gobierno. Siempre he creído que el volumen circulatorio en calles y carreteras, es el mejor barómetro del estado de la economía.