www.madridiario.es

La ferretería

martes 19 de noviembre de 2013, 20:33h
Entrar en una ferretería es, para mí, lo más parecido a viajar al extranjero. De repente, me encuentro en un lugar donde no soy capaz de descifrar lo que leo ni de entender lo que escucho. Recuerdo mis clases de inglés, y a ese voluntarioso profesor que siempre aconsejaba: "Intenta encontrarle el sentido por el contexto". Pero ¿quién es capaz de encontrar alguna pista en frases como " necesito un bombillo de doble pera" o "dame un cebador y tres clemas de doce"?

Seguro que es una cuestión de ignorancia propia - la aversión de las mujeres hacia el bricolaje no es más que una deficiencia en nuestra educación que las nuevas generaciones, afortunadamente, van superando-, pero les aseguro que me siento completamente perdida cuando tengo que comprar algo allí. De hecho, mis explicaciones suelen ser bastante incoherentes y en absoluto precisas: "Busco una cosa que se enganche en lo que sale del tubo de la lavadora, por donde entra el agua, y que me sirva para agarrarlo..." Y es que, como en todo idioma, es preciso conocer el vocabulario para poder desenvolverse.

De ahí que se haga tan necesario saber qué son los latiguillos, que la alcotana es algo así como un pico que se puede clavar por los dos lados; que un avellanador es lo más parecido a un destornillador con forma especial; que la carda es la evolución de los raspadores que se construían los neanderthales con un buen silex, o cuál es la diferencia entre unos alicates y una lleve allen. Más que nada, para no sentirse como un marciano recién caído de la nave cuando una traspasa las puertas de una ferretería.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios