lunes 17 de septiembre de 2012, 00:00h
La presidenta de la Comunidad ha hecho el anuncio que muchos jamás hubiéramos querido escuchar. Se va, renuncia a su escaño y a la presidencia ganada en las urnas con una amplia mayoría. En todos estos años en que nuestros políticos, socialistas, populares nacionales o regionales, han dicho y realizado tanta tontería, ella era la tabla de salvación a la que agarrarnos para encontrar el titular equilibrado rápido y sabio, oído de sus propios labios, casi siempre lleno de sentido común, y muchas veces a contracorriente de todo el resto de la clase dirigente. Y eso nos ha valido para encontrar consuelo a quienes hemos perdido la fe en políticos. Ahora será imposible volver a tener fe en esta casta tan devaluada, sin figuras como ella, que daba siempre el contrapunto.
Esperanza Aguirre representaba para muchos una posible solución de salida política de futuro para España. Aunque la imagen de oportunidad que significaba hace algunos años, estaba cada vez más lejana, ya era poco probable; pero para millones de sus votantes de las muy pocas que quedaban en este triste panorama. Y mientras ella estuviera en activo ese parecía un sueño realizable al que apegarse, aunque todos estuvieran viendo como desde el gobierno y el propio Rajoy la iban alejando del núcleo de poder, tal vez por mas envidia que otra cosa.
El golpe de gracia debió dárselo, al ganar las generales, cuando la ignoro, dándole por otra parte, un ministerio a su gran adversario local, el hoy ministro Gallardón, al que le puso puente de plata hacia el Congreso.
No sé si esta decisión ha sido tomada por sus hijos, el cáncer, los nietos, la falta de tiempo privado o el aburrimiento que da el cansancio de remar sola tanto tiempo. Desconozco si es por el hartazgo de la política económica del gobierno de su partido, si ha sido por la política que están aplicando al terrorismo, el abandono de las políticas liberales, la despreocupación por la comunicación, o el abandono en manos de los mediocres de todo lo esencial del gobierno q ella representaba; pero sea por lo que fuere, les ha dejado un simbólico y educado “ahí te quedas, Mariano”. Otro más como el de María San Gil...
Lo más triste de la marcha de Esperanza Aguirre, con sus 29 años de experiencia política a sus espaldas, es que me parece que vamos a tardar mucho tiempo, en volver a ver crecer a alguien con esa enorme sabiduría y talla política sólida, basada en experiencia a pie de calle. Y lo peor, que Madrid, hoy cuna de libertad y políticas liberales, que retrasan la crisis con respecto al resto de las comunidades, se resentirá de perder una líder de tal envergadura.