lunes 28 de mayo de 2012, 00:00h
Que me llamen iluso, porque tuve una ilusión. La ilusión de que llevaran razón quienes daban por seguro que pitar al himno nacional en la final de la Copa de España, era cosa de unos cuantos aficionados de ambos equipos, porque la gran mayoría de los hinchas del Athletic de Bilbao y del Barcelona, iban a ser respetuosos y no participarían de esa pitada colectiva.
Fui un iluso, porque la pitada fue mayoritaria, abrumadora, vergonzosa y vergonzante, incluso algunos de los jugadores que estaban sobre el campo tuvieron el atrevimiento, la mala educación, de aplaudir a sus hinchas cuando éstos terminaron de pitar.
Fui un iluso porque creí a los políticos que habían repetido durante toda la semana que no se podía mezclar política y deporte, y después de la pitada al himno nacional el pasado sábado, han protagonizado el silencio de los corderos, el vergonzante silencio de quienes consienten o incluso sonríen por estas gamberradas de intolerancia. Esos que dijeron que no se podía mezclar política y deporte, se han callado, no han respondido, ni han pedido disculpas por la actitud de la gran mayoría de sus aficionados que no respetaron el himno de un país. Si no consideran a España su país, ni al himno nacional su himno, al menos que lo respeten, que permanezcan en silencio, ni siquiera la Federación Española de Fútbol, presidida por un vasco que jugó en el Athlétic de Bilbao, ha mostrado su rechazo a esta actitud, cuando menos, de mala educación.
Al secretario general del PSOE, Pérez Rubalcaba, se le preguntaba por el este asunto, y su respuesta era: “Fútbol es fútbol”. No le preguntaban qué le había parecido el partido, sino la pitada, pero cobardemente se escondió en una respuesta estúpida.
Lo que pasó el sábado fue una vergüenza protagonizada por la gran mayoría, insisto, por la gran mayoría de dos aficiones mal educadas; por el silencio cómplice de unos directivos y unos políticos que no hicieron el mínimo reproche y una Federación Española de Fútbol que participó del silencio de los corderos, después del estrépito de la pitada.
Si ambos equipos vuelven a llegar a una final de la Copa de España, a una final de la Copa de Rey, nada de suspender el partido si se pita al himno. Visto lo visto, lo mejor es prevenir y que esa final se juegue a puerta cerrada.
Cronista Oficial de Madrid y Getafe
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