Madrid llegó a ser la “zona cero” de la pandemia en España, y los daños directos y los colaterales, impactaron en la economía, el empleo, el turismo y la movilidad, pero nunca en el ánimo de una ciudad que en situaciones extremas, no se ha instalado nunca en el lamento conformista, ni en la reivindicación histórica para que alguien le resolviera a extramuros sus problemas.
Esta ciudad se levantó contra el coronavirus invasor, y lo hizo con fe, imaginación y ánimo de superar barreras políticas e implicarse en un reto llamado Pactos de la Villa por la recuperación de Madrid, acuerdos en los que los partidos que gobiernan en el Ayuntamiento y aquellos que ejercen de oposición, han aparcado diferencias ideológicas para ponerse al servicio del bien común y trabajar unidos en un solo frente, con el ánimo de que esta ciudad vuelva a ser locomotora de la economía, bandera de la iniciativa para crear puestos de trabajo y ejemplo de atracción turística. La unidad frente a la adversidad, algo que tantas veces de ha reclamado, se plasma ahora en esos Pactos de la Villa, ejemplo de acuerdo sin fronteras para una idea de beneficio común.
Hay que destacar el papel que durante esta pandemia ha jugado el alcalde, José Luis Martínez Almeida, cuyo nivel político ha estado por encima del que muchos pensaban cuando llegó al sillón de la alcaldía. Desde un principio, ha compartido toda la información sobre el desarrollo de la pandemia y las medidas que habían de tomarse, con todos los partidos representados en la Corporación municipal, lo que le ha valido el reconocimiento unánime de los grupos políticos, algo inédito en la historia del Consistorio. Martínez Almeida, ha sido el alcalde de la “zona cero” de la epidemia, como en su día Rudy Giuliani, lo fue de la “zona cero” de Nueva York. Alcaldes, que ante la adversidad, supieron estar ahí y dar la talla.
Al margen de este hecho importante para la ciudad, en los últimos días me ha sorprendido la noticia de que agentes forestales de Madrid, han localizado una colonia del insecto “saga pedo”, en peligro de extinción. Tiene este bichito un cuerpo alargado, con antenas entre los ojos y un ovipositor (especie de apéndice en el abdomen para depositar huevos) bastante destacado. Sus patas presentan espinas, como las mantis religiosas, que utiliza para atrapar a sus presas, dado que este insecto es carnívoro. Solo se conocen ejemplares hembras, sin haber sido descritos ejemplares machos.
¿Estamos hablando de un insecto a secas o de una especie política de moda en estos tiempos?