“Impregnan el centro de la ciudad de un hedor insalubre e insoportable”. Esta frase es parte del argumentario de Vox, el partido neofranquista socio de PP y Ciudadanos, refiriéndose al colectivo LGTBI. Según se ha desvelado en los medios de comunicación, es objetivo de este partido, y por tanto de sus futuribles socios de Gobierno en la Comunidad de Madrid eliminar legislación regional, incluido el régimen de sanciones administrativas contra prácticas discriminatorias y de odio contra el colectivo LGTBI. Además, marcan una ofensiva cultural contra todo lo que tiene que ver contra la exhibición pública de las reivindicaciones y contra la visibilidad de dichos colectivos.
La fiesta del Orgullo, orgullo de todo Madrid, es calificado como “aquelarre” al que inexplicablemente insisten en acudir líderes de Ciudadanos y políticos del PP en ese afán tan suyo de estar en misa y repicando.
El falso ideal de “libertad” de la derecha española, que ahora es un títere de la ultraderecha neofranquista, tiene su origen en el neoliberalismo norteamericano. EEUU es un país de reciente aparición que surge sin el concepto “estado” y que se va poblando de “hombres libres”, colonos, siempre con pistola o rifle en mano para defender o conquistar su libertad individualista frente a la de otros.
Cuando Europa intenta imitar ese neoliberalismo el asunto no puede cuajar porque en nuestro viejo continente, los espacios de libertad se han construido sobre la base de Estados. Estado y libertad no son antónimos como demuestran los altos grados de libertad individual alcanzada en los países nórdicos, donde el Estado gestiona más del 50 por ciento del PIB, como nos recuerda Bruno Estrada en su “Revolución tranquila”.
La libertad de la que sigue hablando el PP es una falsedad. Hablan de libertad de elegir colegio, de libertad de utilizar la sanidad privada, de la libertad de usar el coche particular, de la libertad de conducir después de beber todo el vino que uno quiera como decía Aznar.
Como en España, a pesar de que Vox ya ha lanzado la idea, no se va con pistola al modo de los westerns de época, el PP y Ciudadanos utilizan las instituciones para imponer su concepto de libertad a través de leyes, la libertad de los ricos para elegir, mientras dejan unos servicios públicos reducidos y de baja calidad para una masa de pobres.
La “libertad” de usar coches contaminantes por el centro de Madrid que perjudica la salud de todos, no es libertad, es nefasta gestión con intereses espurios; igual que alentar la privatización de sanidad y educación. La libertad del poderoso que no tiene que someterse a ninguna regulación (no se puede conducir borracho por tu seguridad y la de los demás) no es libertad.
Desde luego que somos individuos, seres sociales y sociables que tendemos libremente a ser más cooperativos, sin imposiciones. Cuando el feminismo ya no tiene marcha atrás es porque desde la individualidad hemos cooperado para avanzar de una forma imparable. Ejemplo reciente ha sido el pasado domingo con miles de personas manifestándose sin banderas en favor de Madrid Central y contra la contaminación. Nos manifestábamos por nuestra salud, por la de toda la ciudad…Manifestaciones impensables hace pocos años.
De igual modo, cuando el movimiento el LGTBI desborda calles de todo el mundo se está alcanzando la verdadera libertad. Nadie impone nada. Nadie puede prohibir las marchas del Orgullo a pesar de la existencia de la LGTBIfobia con una pequeña representación institucional en un partido casi extraparlamentario en Madrid, VOX, pero que ha intoxicado hasta las mínimas pinceladas cívicas de PP y Ciudadanos, defensores de la libertad sólo para unos pocos.
La mal llamada “libertad” de la derecha genera desigualdad, enfrentamiento. La derecha es experta en apropiarse símbolos y palabras adecuando los significados a sus intereses. Hemos de abogar por la Libertad que surge voluntariamente de los individuos y que se unen; esa palabra que fue pata fundamental en la Revolución Francesa junto a Fraternidad e Igualdad.
Hace cincuenta años, aún en el contexto de las revoluciones de 1968 estalló el hartazgo del colectivo LGTBI en Nueva York, en la legendaria taberna de Stonewall. Lo que sucedió aquel 28 de junio de 1969 fue algo totalmente espontáneo. En eso coinciden todos los relatos y crónicas de aquellos días. Por primera vez gais, lesbianas, transexuales y bisexuales hicieron frente a la policía en unos disturbios que duraron varías jornadas.
“Nos habéis tratado como mierda todos estos años, ¿no? ¡Ahora nos toca a nosotros!”, proclamaba Silvia Rivera, mujer transexual que estuvo en el interior del bar durante el estallido. La policía no podía creer que “los maricones contraatacaran”. Pero contraatacaron de tal forma que su lucha se extendió como la pólvora y desde entonces, el 28 de junio se conmemora el Día del Orgullo LGTBI.
¿Alguien puede dudar que Vox y sus intoxicados socios derivaran hacia el uso de la policía para reprimir a este colectivo? Nadie. Fundamentalmente porque son muy claros y en la Comunidad de Madrid, después de derogar leyes intentarán crear otras similares a las del franquismo, aunque justificadas de otra forma. Este país y particularmente Madrid ha avanzado muchísimo desde que en 1978 se suprimieron las alusiones homosexuales en la legislación, hasta que, con el voto en contra del PP y el escándalo de la Iglesia se aprobó la Ley de Matrimonio Homosexual el 3 de julio de 2005, por la presión de muchas personas y un Pedro Zerolo inolvidable.
A partir de los años noventa, el sindicato tomó conciencia de los problemas sociolaborales de este colectivo y son multitud los casos de discriminación que hemos tratado, así como la pedagogía que se hace en los centros de trabajo
Desde 2002, como este año el próximo sábado, CCOO de Madrid participa activamente en la marcha y manifestación del Orgullo, que no se va esconder en la Casa de Campo porque es orgullo de la ciudad, es color, alegría y tolerancia. Es diversidad individual que confluye. Es… Libertad.
Jaime Cedrún
Secretario general de CCOO de Madrid