Fue uno de los técnicos imprescindibles de nuestro cine y en los títulos de crédito de una película española, los efectos especiales casi siempre llevaban su firma. Reyes Abades (Castilblanco, Badajoz 1949) ha fallecido a los 68 años en Torrejón de Ardoz, según ha informado la Academia de Cine en un comunicado.
Con más de 300 títulos en su haber, tanto nacionales como internacionales, este extremeño hecho a sí mismo creó de la nada un oficio inexistente en nuestro país hasta su llegada y lo elevó de categoría durante cuatro décadas de trabajo.
El que para muchos era 'el señor que recogía los Goya' –tenía nueve en su estantería por su trabajo en ¡Ay, Carmela!, Beltenebros, Días contados, El día de la bestia, Tierra, Buñuel y la mesa del rey Salomón, Lobo, El laberinto del fauno y Balada triste de trompeta–, galardones a los que este año opta por partida doble por Oro y Zona hostil, estaba enamorado de su profesión. "
Me gusta arreglar lo que los demás no son capaces de solucionar. Soy técnico, imaginativo, profesional y me ilusiono pensando en cómo superarme cada día. No conozco el no. Aquí te piden cosas de locos, pero siempre nos sumamos a esa locura. Somos los de efectos especiales…Si es que hasta el nombre es especial”, decía este reconocido profesional que siempre se comprometía "a hacer posible lo imposible, pero milagros no", según recuerda la Academia.
Supervisor de efectos especiales, mundo al que llegó en 1968 y aprendió con Manuel Vaquero, trabajó en varias compañías francesas, norteamericanas e italianas. En el 79 se independizó y fundó su propia compañía. Desde entonces, además del cine, colaboró en publicidad, televisión, espectáculos audiovisuales, parques temáticos y grandes eventos -uno de los efectos más llamativos de Reyes Abades fue la ceremonia de inauguración de los JJ.OO de Barcelona-.
Premio Ricardo Franco del Festival de Málaga, Medalla de Extremadura y Medalla al Mérito en las Bellas Artes, Reyes Abades tenía pendiente el estreno de Tiempo después, El reino, El hombre que mató a Don Quijote y Memorias del calabozo.