Perdido en el ruido
Domingo Sanz
domingo 14 de mayo de 2017, 10:38h
Salgo de Correos. Meto los céntimos en el bolsillo monedero del pantalón. Pierna izquierda. No, derecha. Camino. Calle ancha de un solo sentido con árboles en ambos lados. Hora de comer. No se oye casi nada. De repente vibra. “Hola”. Llego al coche. Abro la puerta y tiro la chaqueta. “Si, ahora voy. Ya he salido de la oficina”. Mientras escucho descubro que he perdido algo. Me rasco la nariz. ¿Qué puede ser? No lo veo. “Si, me pararé a comprar el pan”. No hay manera. Ahora me toco la cabeza. No me atrevo a arrancar. Buscaré. Oigo un Porsche Carrera, que se acerca. No está en el suelo bajo mi asiento. “Hasta luego”. Cuelgo, pero vibra de nuevo ¿Y en los demás asientos? Ahora se aleja. “¿Dígame?” Pondré música relajante. “Sí, soy yo” Tampoco está debajo del coche. No ha sonado ningún golpe contra el asfalto. Apago la radio. “¿Para cuándo? Hoy, imposible”. Ni sobre el techo, como me pasaba al principio. ¿Al principio de qué? No recuerdo, pero no me moveré, por si se ha escondido en el ángulo ciego. “De acuerdo, mañana a la misma hora. Adiós”. ¿Estará en la guantera? Tampoco. Otra vez vibrando. “Hola”. En el maletero, quizás. No creo, y tampoco me atrevo. No recuerdo cuando lo abrí por última vez. Me siento y respiro. Ya lo sé, estará en la chaqueta. “Si, también el vino”. Tampoco. ¿Vuelvo a Correos? No. Lo tenía cuando salí. Entonces, tampoco estará en el despacho. “De acuerdo, hasta luego”. Me levanto y salgo, aunque no sé si estaba sentado y dentro. “Solo tardaré diez minutos. Tengo que colgar”. Colgado. Pero si no lo encuentro, de aquí no me muevo. Me paro a pensar. Oigo tacones a mi espalda, pero no me giro. Y otro ruido. Una melodía en movimiento. Algo que la rompe y una voz que no responde. Pero, ¿qué veo? Ya lo tengo. Lo encontré en la mano al regresar el silencio.