Los miembros del club de fútbol mixto Dragones de Lavapiés, con niños de 28 nacionalidades diferentes y defensor de valores como la integración y el deporte participativo, serán los encargados de leer el pregón que dará comienzo a las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. El Ayuntamiento de Madrid quiere premiar de este modo la labor social que realiza el equipo en el barrio desde su creación en el año 2014.
Dicen que el dragón es un animal fabuloso que solo existe en nuestra imaginación y en las buenas historias de ciencia ficción, que por la boca es capaz de escupir fuego y que gracias a sus alas es capaz de volar más alto que los aviones. Desde el 2014, el madrileño barrio de Lavapiés esconde una camada de pequeños 'dragones', niños y niñas procedentes de 28 países diferentes, que difunden a través de balones de fútbol, paradas y muchos goles valores como la inclusión social, la igualdad o la no violencia.
Ahora, los Dragones de Lavapiés han sido seleccionado por el Ayuntamiento de Madrid para leer el pregón de las Fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. De esta manera el Consistorio quiere reconocer los valores de un club y un barrio que apuestan por la convivencia entre personas sin diferencias de procedencia, creencia o ideología. Pese a la importancia del acontecimiento, Jorge Bolaños, presidente del club, asegura no tener nervios, al mismo tiempo que afirma que durante su discurso harán hincapié “en lo bonito de la convivencia y la inclusión”, recalcando especialmente el papel del deporte inclusivo “en la diversidad, en aceptar a todos por igual y convivir aprendiendo todos de todos en un barrio abierto y hospitalario”.
Este multicultural equipo fue fundado por padres y madres del barrio, 11 familias en total, que ante el “ambiente demasiado competitivo” de los grandes equipos de fútbol de Madrid decidieron, con la ayuda de la Asociación la Corrala y el Servicio de Dinamización Vecinal, organizar los primeros amistosos con tan solo 25 niños y niñas. Eso en 2014, en la actualidad el club cuenta con más de 100 niños. Cifras que para la temporada que viene esperan superar "alcanzando las 120 fichas, gracias a un proyecto conjunto con el departamento de Educación de distrito Centro", asegura su presidente.
El barrio de Lavapiés es uno de los pilares sobre el que se construye este humilde equipo. Su diversidad de gentes y multiculturalidad son los cimientos sobre los que ha crecido esta escuela de pequeños futbolistas. Pese a las dificultades económicas de muchos de sus vecinos, el club siempre ha ofrecido ayudas y ha organizado actividades completamente alejadas al mundo del fútbol. Así, han programado visitas al Museo Reina Sofía y talleres de radio o pintura, ofreciendo así una oportunidad “de hacer más cosas que complementen y permitan avanzar en otros terrenos”, de tal manera que el equipo sea un apoyo “para ofrecer esas actividades a los niños que de otra manera ni se plantearían”, afirma Bolaños.
A pesar de haber sido elegidos pregoneros de las fiestas, Jorge Bolaños no tiene reparos en mostrar sus disconformidad con el actual Gobierno de la ciudad y su antecesor por el uso desigual de los centros polideportivos. El presidente se muestra tajante al afirmar que existen “grandes entidades y grandes clubes que tienen copadas muchísimas horas de entrenamiento con una desproporción vergonzosa casi insultante” de las instalaciones públicas deportivas. Y aunque reconoce que el precio por su uso se ha reducido considerablemente en el último año, no se les ofrece la posibilidad de entrenar en los campos de La Chopera en Retiro y Marqués de Samaranch en Arganzuela, los más próximos al barrio. Asimismo, los equipos de fútbol 7 “se ven obligados a entrenar en canchas de fútbol sala con lo que supone luego el cambio de dimensiones”, argumenta el presidente.
El dragón es un símbolo “compartido por muchas culturas”, dice Bolaños. Al hablar del escudo del club, su presidente cuenta que fue elegido “por los propios niños”, que fueron ellos los que decidieron defender un emblema común bajo el que sentirse arropados. Eso son los Dragones de Lavapiés, una gran familia del mundo hecha a sí misma alojada en un pequeño barrio de Madrid.