Han comenzado las obras de reforma en la Puerta del Sol: ¡Que Dios nos coja confesados! Veo en las imágenes del proyecto que se va a ejecutar (nunca mejor empleado el verbo…) que se van a eliminar las dos fuentes gemelas que se instalaron en Sol con la reforma de 1985. En su lugar se construirá una ‘lámina de agua’ frente a la Casa de Correos. Si se materializa lo mostrado en las simulaciones que se han publicado, dentro de esta lámina se ubicará el monumento a Carlos III.
En la Puerta del Sol siempre ha habido fuentes, primero por la necesidad de surtir de agua potable a los vecinos; después como elementos decorativos. Ahora, en este intento de convertir Sol en un directo rival de la conocida como ‘Sartén de Andalucía’ (Écija o Andújar) el agua va a ser testimonial. Todo para habilitar un enorme ágora granítico con -eso sí- ocho bancos en los que los valientes madrileños se sentarán un 15 de agosto a las cinco de la tarde. Se levantarán si no se quedan pegados a la ardiente piedra…
En 1606 la Corte volvió a Madrid que ya, definitivamente, se confirmó como la capital del Reino. Con el fin de embellecer la ciudad se ordenó sustituir una modesta fuente que había en la Puerta del Sol por otra monumental, que se construyó entre las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo, y que fue conocida como del Buen Suceso, de las Arpías o de la Fe. El arquitecto Gómez de la Mora recibió el encargo que materializó el escultor Rutilo Gaci. No la terminó hasta 1630. Aparece en todos los grabados de la plaza hasta el segundo tercio del siglo XIX. En 1838, y tras numerosas reparaciones, reformas y reconstrucciones, se decidió eliminarla de Sol y trasladarla a la plaza de las Descalzas, donde estuvo hasta 1892. Hoy en un extremo de la plaza se alza la escultura conocida como Mariblanca, réplica de la que coronaba esa fuente del Buen Suceso. Obviamente, la figura va a ser desplazada otra vez unos metros, como el Oso y el Madroño. A S.M. Carlos III lo van a poner mirando al Noroeste. ¡Que no haya alcalde madrileño alguno sin su baile de estatuas y fuentes!

El centro de la ciudad tuvo que esperar unos años hasta tener otra fuente monumental: la conmemorativa de la llegada del Canal de Isabel II. Esta se puso inicialmente en la calle de San Bernardo, a la altura de la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat, en el año 1858. Del vaso central manaba un potente surtidor que, a decir de los cronistas, llegaba a los treinta metros de altura, evidenciando la presión del nuevo servicio de agua. Ante ese alarde se cuenta que el escritor Manuel Fernández y González exclamó: ¡Oh, maravilla de la civilización! ¡Poner los ríos de pie!
La Puerta del Sol sufrió la reforma más radical y, que le dio el perímetro actual, en 1858. En el proyecto ya se contemplaba que ‘en el centro de la plaza se proyecta una fuente o monumento, rodeado de una jardín de forma elíptica, de gran superficie y cercado por una verja”. Esa idea quedó en el traslado de la fuente de San Bernardo para instalarla, el 24 de junio de 1860, frente a la Casa de Correos. Poca fortuna tuvo este traslado. La altura del surtidor provocaba que en los días de viento, los paseantes fueran sorpresivamente regados con el agua de la fuente. Claro que hubo quien vio aquel potente chorro de una forma poética, como plasmó el diario La Iberia:
--Aquel inmenso torrente, que saliendo del seno de las aguas del anchuroso pilón se eleva a una altura tan considerable formando caprichosos y variados juegos, imitando unas veces una montaña, otras una torre gótica y otras un elegante penacho, y dejando siempre a su alrededor refrescada la ardiente atmósfera que en aquellos sitios se respiraba, no puede mirarse por nadie con indiferencia. Para nosotros el mejor monumento que puede elevarse en la Puerta del Sol, es la columna de agua que la hermosea y le da vida.

Algunos madrileños aguerridos establecieron la costumbre de sumergir sus cabezas en las aguas de la fuente en la última noche del año.
Con mayor o menor potencia del surtidor, allí se quedó hasta que en febrero de 1895 se trasladó otra vez, primero a la glorieta de Cuatro Caminos y, finalmente, a la entrada de la Casa de Campo desde el puente del Rey, donde permanece el vaso, con surtidores más modestos.
En la reforma de 1950-51 el arquitecto Manuel Herrero Palacios proyectó en el centro dos fuentes simétricas, de inspiración neobarroca, que servían, además, para ordenar el tráfico rodado. Poco más de treinta años aguantaron. Al reformarse ¡una vez más!, la Puerta del Sol se trasladaron al paseo de García Lorca en Vallecas. Por cierto, en esa reforma la indignación de los madrileños obligó a retirar las farolas que se habían instalado y que se conocían popularmente como ‘los supositorios de Barranco’.
Según el proyecto de Antonio Riviere y Javier Ortega, las dos nuevas fuentes de 1985 se colocaron prácticamente en el mismo lugar donde estaban las anteriores, pero ya aisladas del tráfico. También van a durar menos de cuarenta años porque ya están siendo desmanteladas.
La cuestión del arbolado en Sol es recurrente y nada actual. Ya en julio de 1863, el diario El Clamor Público insertó esta gacetilla:
--Parece que se ha puesto sobre el tapete otra vez la cuestión de plantar árboles en los andenes de la Puerta del Sol, y cuya mejora tiene numerosos partidarios. Está visto que nada puede refrescar la atmósfera de esa zona tórrida de la Puerta del Sol como unos buenos árboles.
No se consiguieron y eso que, entonces, no había túneles ni cavernas bajo la plaza… Lo tórrido del paraje no ha hecho sino aumentar…
Los dos caparazones de cristal y acero proyectados por Antonio Fernández Alba que se abrieron a los pasajeros en 2009, y conocidos como la ballena o la tortuga, serán sustituidos por otra estructura, parece que más liviana y transparente. Veremos dentro de un año…