En la calle principal del Madrid viejo, la Cava Baja, se alza, desde 1642, la Posada de la Villa, primera de la corte y aposento de huéspedes de variada condición hasta 1980. Vencida por el tiempo y amenazada de ruina, Félix Colomo, enamorado de Madrid, salió al paso de su desaparición y en 1982 reinauguró como horno de asar, después de dos años de minuciosa restauración artesanal. "Cuando vi el edificio pensé que no se podía tirar, forma parte de la historia de Madrid. Así que lo transformé manteniendo las paredes exteriores. El interior conserva elementos de entonces, como el horno, la chimenea y los números de las habitaciones cuando ejercía de posada", relata Colomo, propietario de este mítico restaurante de Madrid.
La Posada se divide en tres plantas, con un aforo para 235 comensales. Entre sus salones dispone de varios privados para poder celebrar comidas de grupo. La sencilla decoración mantiene los elementos más característicos de sus orígenes, como las maderas. "En la planta de arriba hemos mantenido los techos de madera. La hemos tratado, incluso algunas vigas se ven dobladas de tanto tiempo que tienen", detalla Colomo. Incluso se conserva el escudo de la posada en las vidrieras de las ventanas y los suelos son iguales que los de antes: "Encontré un sitio en Pedraza que cuecen las baldosas con ramas de retama, como antaño".
La especialidad principal del establecimiento son los platos tradicionales, como el cordero lechal asado en cazuelas de barro en el antiguo horno de leña o el cocido hecho en puchero de barro y colocado en la ceniza de paja y troncos de encina. Su sabor, de los mejores de Madrid: "Los cocidos de puchero se ponen a las 8.00 horas y se van añadiendo los ingredientes. A las 14.00 horas están preparados y listos para servir". Eso sí, siempre "por encargo", recuerda Colomo.
Atraídos por estos manjares y otros platos que forman parte de la carta gastronómica, como los callos o el pisto, este restaurante se ha convertido en parada obligatoria de políticos, artistas, escritores y deportistas, entre otros. Joaquín Sabina, Javier Bardem, Tarantino, José Luis Martínez Almeida, Miguel Ángel Revilla son solo algunos de los nombres de los reconocidos visitantes que han pasado por la Posada de la Villa. Y como recuerdo, su nombre aparece inscrito en las sillas."Hace muchos años, los propietarios de restaurantes se hacían fotografías con personalidades y colocaban la foto. Pero yo no quería eso y se me ocurrió tallar las sillas con el nombre de esa persona relevante, siempre que haya pasado por aquí. Como Constantino Mediavilla, que además de amigo, es Cronista de la Villa y me ha ayudado mucho. Como no iba a tener su silla aquí", explica Colomo.
La Posada ha sido galardonada con múltiples premios y reconocimientos, siendo incluida en la Guía Michelin, el Gran Collar Gastronómico Internacional, el Premio Nacional de Gastronomía Tradicional o el Chaine des Rotisseurs, además de ser reconocida por el Ayuntamiento de Madrid como Comercio Centenario por excelencia empresarial al ciudadano.
Que maravilla de lugar manteniendo nuestras queridas raíces madrileñas y castellanas ,solo le deseo lo mejor al señor Felix Coloma y que se mantenga este monumento por años eternos ,Enhorabuena.