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24-E: que no se apague la memoria

jueves 16 de enero de 2020, 08:07h

El próximo viernes es 24 de enero. El frío de la muerte injusta del asesinato, más que del invierno, volverá a helarnos el alma recordando uno de los más viles atentados terroristas llevados a cabo en España. Como cada año, nos reuniremos a las 10 de la mañana en la plazuela de Antón Martín, junto al Abrazo de Genovés para acompañar, recordar y homenajear a nuestros compañeros muertos y asesinados.

Como cada año, siguiendo a Alejandro Ruiz-Huerta, último sobreviviente de aquella barbarie, repetiremos “despaciosamente” sus nombres para que no se apague su memoria: Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco; el estudiante de derecho Serafín Holgado; y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Dolores González Ruiz, casada con Sauquillo.

En el último año se ha profundizado en la investigación sobre estos hechos. El libro de Javier Padilla, A finales de enero. La historia de amor más trágica de la Transición, un minucioso estudio en el que se narra la peripecia de tres militantes antifranquistas: Enrique Ruano, asesinado en 1969 durante un interrogatorio policial y Dolores González y Francisco Javier Sauquillo. Dolores fue pareja en los sesenta de Enrique y años después de Sauquillo. Jóvenes que hicieron y sufrieron una historia muy dura. Jóvenes alegres que estudiaban, se enamoraban, discutían entre cervezas y tabaco, veían cine; se manifestaban, eran golpeados, torturados, asesinados…

Al igual que Padilla, recientemente Manuel Gallego López se ha publicado Los abogados de Atocha. La masacre que marcó la Transición, otro libro imprescindible para mantener viva la memoria reciente de España, otro libro que ayuda a empujar que en los libros de texto de historia no se olvide la verdad de la Transición. Un estudio, en definitiva, para animar también al debate académico e historiográfico sobre ese periodo tan poco claro de nuestro país.

La buena noticia, por tanto, es que hay jóvenes estudiosos interesados en profundizar sobre esa época. Jóvenes que no habían nacido en aquellos convulsos años y que con una mirada diferente a quienes sí los vivimos comienzan a unir las piezas del puzzle de la historia. Con las gafas de la investigación objetiva nos muestran esa España de incierto futuro en la que el franquismo se negaba a claudicar, incluso después de muerto el dictador. Nos cuentan las conspiraciones ultraderechistas y militares, las intentonas desestabilizadoras de la ultraizquierda y el terrorismo de ETA, GRAPO, FRAP…, o el terrorismo de Estado.Narran cómo se buscaba un golpe militar que reventó y fracaso el 23 de febrero de 1981. Y, desde la objetividad, concluimos la responsable actitud de la ciudadanía anónima, del sindicalismo de clase y de los partidos de izquierdas.

La presentación del texto de Manuel Gallego López tuvo lugar la pasada semana en la Sala 13 Rosas de CCOO de Madrid en lo que fue un acto de defensa de la democracia. Que en el primer Gobierno de progreso y coalición, una vez reinstaurada la democracia en nuestro país, haya comunistas es un acto de justicia histórica. Lo deplorable es la utilización manipulada que en estos tiempos se quiere hacer de la palabra “comunista” por el neofascismo y el ultraliberalismo que llegan a poner en duda la legitimidad del régimen democrático. Comunistas fueron quieren padecieron persecución, despidos, detenciones, tortura, muerte…, por traer a España la democracia. Y en esa palabra, comunista, reivindico también mi cultura política y la procedencia de mi lucha por la libertad y los derechos de la clase trabajadora.

También en esta línea, y coincidiendo con el nada sospechoso de “socialcomunista”, Antonio Garrigues Walker, que nos acompañó en ese acto en defensa de la democracia, creo que las Comisiones Obreras tenemos que reivindicar nuestro fundamental papel jugado durante la Transición. Por eso, los abogados de Atocha, como los miles de sindicalistas anónimos que trajeron la libertad, siguen vivos en las Comisiones Obreras, en las asociaciones de vecinos, en las asociaciones de padres y madres, defendiendo lo público como garantía de igualdad. Ahí están, persiguiendo los asesinatos machistas y luchando por alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres. Su genética pervive haciendo frente a esa ambición empresarial que causa tantas muertes en el trabajo.

Ese espíritu de lucha contra la injusticia, y también contra los tribunales de Justicia injustos por inmorales, nos ha llevado este año a reconocer, a través de los tradicionales Premios Abogados de Atocha, a Luis Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil y a la Abogacía Democrática, del histórico congreso de León de 1970 en su 50 aniversario. Como es tradicional, la Fundación Abogados de Atocha hará entrega de los premios el día 24 en el Auditorio Marcelino Camacho, a las 11 de la mañana.

“La lucha de Lula por los derechos humanos, la justicia social y la protección del medio ambiente” son valores que la Fundación Abogados de Atocha comparte plenamente. Asimismo, el premio supone reconocer su trayectoria sindical y política en defensa de la clase trabajadora, contra la pobreza y la desigualdad, así como su voluntad de establecer puentes de cooperación entre América Latina y Europa proponiendo un Foro Internacional de lucha contra el hambre.

Sindicalismo y abogacía vuelven de la mano este 24 de enero. Por eso también el reconocimiento a la Abogacía Democrática española, que este año conmemora el 50 aniversario del Congreso de León, del que salieron resoluciones muy valientes contra la pena de muerte, en defensa de los derechos humanos, en favor de los presos políticos del franquismo, etcétera.

En estos tiempos de crispación y provocación de las derechas y los neofascistas es más simbólico que nunca volvernos a reunir bajo el “Abrazo” de la plazuela de Antón Martín. Frente al apocalíptico futuro que se proclama es tiempo de defender la alegría, como escribiera Benedetti, y de la que aquella juventud de la Transición hacía gala ante la adversidad.

Jaime Cedrún

Secretario general de CCOO Madrid

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