Dos agentes del súper secreto CNIcat suben penosamente la cuesta de la calle del Salitre, en pleno barrio de Lavapiés: Los nombres de los locales que van dejando atrás (Il morto che parla o La Noche Boca arriba) incrementan la pesadumbre de los dos días perdidos en intentar encontrar a su contacto en Madrid…
Con un inequívoco acento catalán, y desoyendo todas las recomendaciones de mimetizarse en el destino de la misión, Montse Rebull va despotricando contra todo y contra todos
- Clar, ¡carta blanca diu! Clar, ¡no vais a tener cap problema, diu!
¡Jolines! Llevamos dos días gastando de nuestro dinero en esa pensión, y para colmo no tenemos ni idea de localizar a nuestro contacto. Turull ni coge el teléfono y Cucurull desapareció con esas dos amigas suyas. Esta misión es una cagarruta…
- Tranquila, Montse. Al menos no me negarás que estamos probando un montón de cervezas nuevas. Ahora que nadie nos oye, debo reconocer que aquí la tiran ¡de collons!
- Ya –insistió su compañera- pero, Montull, llevo dos días con la misma falda. Si lo llego a saber me traigo el uniforme de los Transports y ¡tan pancha!..
- No fotis, Montse. Tenemos que integrarnos. Mira. Vamos a entrar en este bar tan típico… ¡Aúpa España! Esto sí que es integrarse… Si me vieran en Reus…
El bar, que ya conocemos, tiene pocos clientes a esa hora. Dos habituales discuten ante la mirada distraída del camarero, con ese acento madrileño que se reconoce en medio de la selva
- Que sí, coño, que te lo digo yo. Que Lavapiés viene de que los judíos se lavaban los pinreles en la fuente y por eso, la cosa. ¿Verdad, jefe?
El camarero, con una camiseta de Iron Maiden que parece una segunda piel:
- No te digo ni que sí, ni que no
- Para nada, colega… Ni judíos ni judíass… Lo que pasa es que como estaba el matadero en donde el Rastro y bajaba la sangre hasta el río, echaban cubos y por eso ¿No es verdad, jefe?
- No te digo ni que sí ni que no…
- Pues eso…
Desviando la atención de la académica conversación, el camarero atiende a los clientes recién llegados

- ¿Qué va a ser?
- ¿Cómo que qué voy a hacer? –responde confundida Montse. Pues tomar una bebida. Para eso hemos entrat…
Al oír el acento catalino, los parroquianos intercambian una mirada burlona
- Quería decir que qué van a tomar… explica apoyado en su gran panza
Telesforo, el camarero/dueño del bar que ya conocemos
- Ah, ¡perdone! Pues un vermu para mí
- Y para mí una caña, ¡bien tirada, oiga!
Uno de los clientes, pelo ralo, pocos dientes y la clásica mirada maliciosa del ex yonky que ya ha gastado seis vidas, se dirige a ellos desde mitad de la barra:
- ¡Qué! ¿Dando un garbeíto?
- ¿Cómo dice? Responde un poco confuso Montull
- Nada, que si les habían dejado salir de Polonia, digo… que como está el patio revuelto…
- Perdone, pero… empieza a responder Montull poniéndose colorado
- Oye, Paquito, deja a esta gente en paz y tú a lo tuyo –interrumpe Telesforo- Vengan a esta mesa que se la limpio, que estarán más cómodos
Lanzando con maestría varias cáscaras de gambas y trocitos de patatas fritas desde la mesa a los pies de los dos agentes, y colgando la bayeta del cuerno más escorado del toro de la pared, Telesforo se acerca al oído de Montull:
- Ustedes ni caso. Ahora les traigo lo suyo
Y subiendo el volumen de la tele para cambiar de tercio camino de la barra, le hace un amago de susto a los dos enclenques, que vuelven a su tertulia particular
Cuando vuelve con las bebidas y con unas patatas fritas que vieron entrar en su día a Espartero por la plaza, vuelve a susurrarles:
- En cuanto estos se vayan, espérenme, que tengo algo que decirles Montull y Rebull, intrigados e intimidados por la situación, esperaron pacientemente consumiendo el bebercio a pequeños sorbos y, como buenos soldados, zampándose las patatas sin contemplaciones.
Cuando los dos clientes salen, Telesforo pone el cartel de CERRADO y se sienta con ellos
- Son ustedes los compañeros de Cucurull ¿no? Los dos agentes dieron un brinco en las banquetas:
- ¡Nos han descubierto, Montse! Tú… dile, dile que eres funcionaria…
¡de Transports Metropolitá de Barcelona!
- Sí, somos dos compañeros en misión…digo, en viaje de negocios…digo, de trabajo… Además, debo decirle, caballero, que no diré nada més…
- Tranquilos… -y tras una melodramática pausa añadió- soy su contacto en Madrit.
Autor : Luis Cueto.
ilustraciones: Danish Xavier J. Morales B.