Una sala grande de un sótano. Una gran mesa redonda ocupa la mayor parte del espacio. En las paredes, carteles turísticos de las comarcas catalanas: ¡Viure la Garriga!, ¡L’alt Empordà, en el mes alt!, “El baix, Llobregat, en el mes baix!, ¡Sal de la Selva! y, obviamente, un mural de Miró.
Por encima, y como aquellos mensajes de los cuarteles del ejército, un lema pintado en friso “Abans botifarra que espanyols” abarcaba las cuatro paredes.
En torno a la mesa, dos hombres y una mujer esperan la llegada del jefe
- ¡Qué!, ¿cómo lo lleváis? -Dijo el primero, rubiejo cervecero a quien la vida parecía tratar bastante bien.
- ¿Qué? ¿Cómo de qué? -Le respondió otro sujeto, bastante mal
encarado, chupado de cara, escaso de pelo en la cabeza, aunque sobrado en la barba de imposible afeitado, y con un ojo que se abría y cerraba cada pocos segundos, en un guiño sin ningún control ni explicación.
- Joder, pues qué va a ser -Terció la mujer, de mediana edad, con su uniforme de conductora de los Trasports Metropolità de Barcelona. - La vida, la opresión del estat espanyol, el martirio de nuestro poble... Todo… ¡capsigrany!
- Oye tú, ¡cara lluç!, a mí no me toques los cojones que, aunque seas una mujer te suelto una hostia y me quedo tan fresco…
En ese momento entra por la puerta el jefe de la unidad. Al abrirse la puerta un ruido de sardanas atruena la habitación. El rubiejo empieza a levantarse y a hacer el gesto del baile con los brazos en alto, los ojos del tipo chupado se guiñan con mayor rapidez y la uniformada, mecánicamente, se levanta y se cuadra, la mano a la cabeza, aun sin la gorra. Todos:
- ¡JEFE!
El jefe es un regordete, con gafas redondas de diseño, color rojo en las patillas y montura dorada. Un pin de la senyera adorna la solapa de su chaqueta de diseño y bajo un chaleco de color granate, marca Open Ceremony, asoma una camisa de color amarillo panamá. Su acento de presentador de TV3 y su suficiencia al hablar dan muestras de haber prosperado en la jerarquía institucional.
- Montull, Cucurull, Rebull, ¡Hola a tots!
- Hola, Turull –saludó por todos el rubiejo, acariciándose la tripa cervecera
- Oiga, jefe ¿no podríamos cambiarnos de sede? Esto de compartirla
con el Casal de la Sardana, la verdad, ¡me está volviendo tarumba! –dijo Cucurull guiñando los ojos
- No se me quejen. Nuestro partido sabe lo que nos conviene. Este camuflaje para el CNIcat ha funcionado desde el molt honorable Tarradellas (todos se ponen en pie y se sientan mecánicamente) y aquí seguirem. También Esquerra comparte en Catalunya Nord su sede de Perpinyà con una Xarcutería…
- Ya, Turull, pero así se jalan unos bocatas que te cagas -dijo Montull volviéndose a palpar la panza
- No diga tonterías, Montull. Y vamos al objetivo de la reunión. Los tres “ulls” pusieron la máxima atención
- Nos ha llegado un soplo de nuestro agente en Madrit, de que nuestro ex agente, Joanet, se ha pasado al enemigo
- ¿Cómo? ¿Ese pocatraça? –dijo severamente la uniformada Rebull
- Sí, así es. Como ya dijo el molt honorable Tarradellas - los tres “ulls” volvieron a levantarse y sentarse rápidamente- Home interessat no pot ésser honrat.
- ¿Y qué ha hecho ese pelacanyes?
- Al parecer se ha reunido con altos mandos de la policía municipal.
Nuestro agente no ha podido averiguar todavía lo que se trae entre manos, pero posiblemente esté intentando venderles secretos de nuestro Govern.
Hizo una pausa y, mirando severamente a sus agentes:
- Tenemos que eliminarlo. Son las reglas del joc. Y Joanet las ha traspasado. Vais a ir a Madrit, los tres, y os vais a encargar. Tengo carta blanca de los jefes
- Hombre, por fin, una misión como Dios manda, con medios y capacidad -dijo Rebull atusándose el peinado
- Ya tenía yo ganas de conocer el hotel Palace –apuntó relamiéndose Montull
- Yo tengo unas amiguitas en Madrit, que seguro me están echando de menos –esta vez el guiño de Cucurull parecía hecho adrede
Turull se revolvió incómodo en la silla
- Creo que no me han entendido bien, señores. Cuando he dicho que tenía carta blanca, no me refería a carta de crédito. Saben ustedes de nuestra proverbial prudencia hacia afuera y el disimulo con el que este tipo de operaciones han de hacerse. Sin llamar la atención. Y me temo que ustedes tres –les barrió con una indefinible mirada- en el Palace, llamarían la atención
Los tres “ulls” parecieron desinflarse.
- Aunque para disimular –continuó Turull- nuestro jefe, el Espía en cap, lleve una vida de lujo y desenfreno, aparezca en la sociedad como un play boy, conduzca esos deportivos, y corteje a Mariona Fresa, es todo una tapadera, como bien comprenderán ustedes. Varias veces he podido hablar con él, y me consta el sacrificio que está haciendo. A él, antiguo niño del coro de Montserrat, lo que le gusta es su cátedra de investigación, sus estudios sobre la escudella y el vino del Priorat… pero desde que el molt Honorable Puigdemont -los tres “ulls” vuelven a ejecutar la maniobra de alzamiento y sentada vertiginosa- le encargó montar en secreto nuestra organización, vive en un continuo desorden sentimental y hasta estomacal.
- Es un héroe –asintió Montull. Yo querría ser como él
- Toma y yo, no te jode. Yo también me sacrificaría así por Catalunya – guiñó frenéticamente Cucurull. Sobre todo, me sacrificaría con la Mariona…
- Bueno, ¡basta! –Cortó Turull. Irán ustedes al piso de nuestro agente y allí se apañarán como puedan. Mañana por la mañana deben estar listos.
- Pero, jefe… -tartamudeó Rebull- Yo tengo que pedir permiso en Transports…
- Está arreglado, Rebull. Nuestro jefe ha hablado con el conseller de
Transports. Tiene usted excedencia voluntaria
- ¿Cómo? De eso nada, jefe. Hasta ahí podríamos llegar. Que luego no me conceden el reingreso y me quedo en la calle. Prefiero renunciar al CNIcat que perder mi plaza en Transports… Además, ahora dependo de la Colau, y estos nuevos no se andan con tonterías…
- Coño, Rebull, que me he equivocado. Un permiso de tres días. Joder con la lealtad a la patria…
- Con las cosas de comer no se juega, Turull. Yo prefiero sacrificarme, como el jefe, y tener esos problemas estomacales por cenar cada día en un restaurante cinco estrellas…
- Y yo salir en la prensa rosa, con la Fresa –añadió intencionadamente Cucurull
Viendo que la cosa se iba de las manos, Turull se levantó para evidenciar que la reunión había terminado
- Oficialmente van ustedes al partido Madrid-Barsa. Y-dejando el suspense unos segundos…- ¡aquí tienen tres entradas como tapadera!
- Pero… ¿tapadera o son de verdad?
- De verdad, ¡collons!. No somos tan cutres. Y de todo esto, como siempre, a la familia ni palabra. Como decía el molt honorable Mas – nueva rápida subida y bajada de los tres, como autómatas- A boca tancada, no hi entren mosques. ¡Adeu y suerte!
Según Turull iba dejando la habitación, iba murmurando Cucurul cabizbajol
- Ya me gustaría a mí tener una familia a la que ocultar estas cosas, ya me gustaría…
Autor : Luis Cueto.
ilustraciones: Danish Xavier J. Morales B.