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Nuestra Gran Vía

viernes 23 de noviembre de 2018, 00:06h

La Gran Vía, nuestra Gran Vía, es sin lugar a dudas un símbolo de Madrid, y como tal es de los madrileños y de todos los visitantes, un lugar, como la propia ciudad, abierto a todos.

Es mucho más que una calle. Ocupa un lugar en nuestra cabeza, en nuestros recuerdos y hasta en nuestros sentimientos.

El viernes 23, coincidiendo con el encendido de las luces navideñas de la ciudad, se inauguran las últimas obras realizadas, la eliminación de dos carriles de circulación para ampliar las aceras en ambos lados.

Cuando se termina una obra es obligado, si es cuidada como en este caso, felicitar a las personas que han trabajado para lograrlo. El resultado ha sido fruto de la ilusión, dedicación y pericia de técnicos municipales, en muchas ocasiones poco valorados, que desde el anonimato realizan su trabajo para que podamos disfrutarlo los demás. Otros anónimos son los trabajadores de la empresa constructora que han colaborado en su materialización. Un buen trabajo es el resultado de la dedicación de un equipo de personas. Personalmente, se lo agradezco. Como concejal, se lo diré individualmente.

Respecto de la corte de personas que presidirán la inauguración, mi opinión es otra, porque su función también es otra. Su trabajo era haber dado respuesta adecuada a tres preguntas básicas: ¿lo que vamos a hacer es lo mejor que se puede hacer?; de la manera en que se va a hacer, ¿es la menos molesta y más eficiente para las personas a las que afectará?; y por último, como comprometemos recursos públicos, ¿atendemos las necesidades y aprovechamos las oportunidades?

¿Es lo mejor que se puede hacer?

Se trataba de actuar en lo que era un eje básico de movilidad de la ciudad y se ha planificado a bandazos. Las autoridades hablaron de peatonalización total, de autobuses lanzadera, de esos temas que se vienen discutiendo en la ciudad para esta misma calle desde hace más de 26 años, como si no existiera el pasado. ¿Tanta publicidad, declaraciones y espectáculo para ampliar dos aceras?

¿Lo hacemos en la forma menos molesta?

Podría haberse ejecutado en tres meses, cortando el tráfico en verano; en su lugar hemos tenido empantanada por obras la calle durante todo el año 2018. Se anunció que comenzaría después de navidad; en realidad empezaron en abril y han estado ocho meses de obra.

¿Por qué fresar y asfaltar de lunes a miércoles, 5 a 7 de noviembre, pudiendo haberlo hecho en el puente anterior de Todos los Santos, con una actividad en la ciudad reducida al 40% y causando menor malestar?

¿Se han perdido oportunidades?

Se tenía la posibilidad de dar correcta solución a temas como las necesidades de subida y bajada de pasajeros de los hoteles, comercios y oficinas, la carga y descarga de mercancías, el efecto isla de calor y mejores soluciones de limpieza, mantenimiento e incorporación de la naturaleza en la ciudad. Me temo que la respuesta es sí, se han perdido.

Ampliar las aceras de nuestra ciudad es una vieja idea en Madrid que viene realizándose desde hace 16 años, y ahora se vuelve a hacer, pero lamentablemente con soluciones antiguas y sin innovaciones. En fin, alegrémonos porque han concluido las obras y ya podemos disfrutar, otra vez, de nuestra Gran Vía.


Bosco Labrado es concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid

Bosco Labrado

Concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid

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