La carrera política de Francisco Granados empieza a truncarse cuando Esperanza Aguirre le distancia como hombre de confianza en beneficio de Ignacio González. Fruto de este desencuentro, Granados pierde la secretaría general del partido en Madrid, y más tarde, su presencia en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Aguierre entiende que ha habido ciertas deslealtades y toma decisiones impensables pocos años atrás, cuando Granados era su segundo hombre. Tampoco le llegan a éste las quizá esperadas ofertas de Génova, ni de la planta de la dirección nacional, ni de Moncloa.
Ahora ha dejado sus actas de diputado regional y de senador. Hay quien piensa que con estas renuncias se cierra el "caso Granados", también conocido como "caso del millón y medio de euros en Suiza". Pienso que, no. Tras las últimas novedades, los apoyos de algunos de sus compañeros han sido muy tibios, intentando guardar las apariencias, pero sin manifiesta convicción.
Puede que Granados piense que tras el trabajo de los compañeros de El Mundo, que destaparon la noticia, hubiera un "soplo", un indicio que les pusiera tras la pista, Quizá el enemigo de Granados no está fuera, sino más cerca de lo que pudiera pensarse. En ese caso puede destapar la caja de los truenos. Es una percepción. Los más allegados a Granados piensan que éste no se va a retirar en silencio, como aparenta.
En este asunto causa cierto sonrojo la forma en que reaccionaron al "caso Granados", algunos representantes de la izquierda, de una forma violenta, acusadora, inquisitorial, sin conocer los detalles del asunto. En el caso de Gregorio Gordo, portavoz de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid, se le calentó la lengua contra Granados, cuando en Getafe, una concejala de su partido, ha tenido que dimitir al ser imputada en un tema de presunta corrupción. En el caso de Enrique Cascallana, diputado socialista en la Asamblea de Madrid, sorprende su vehemencia en la acusación contra Granados, después de la gestión que el propio Cascallana hizo como alcalde de Alcorcón. Enrique Tierno dijo que los políticos deberían tener los bolsillos de cristal. Muchos de su propio partido no le hicieron caso, como solían hacer con las recomendaciones del viejo profesor.