Se acerca el invierno, y con ello, el frío. Con la subida de los precios en la luz, el agua y el gas, muchas familias temen no poder hacer frente a las facturas, sobre todo aquellas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Mientras poner la calefacción se volvió algo impensable hace años, ahora se enfrentan a un nuevo reto: no poder pagar los suministros más básicos. “Si esto nos pasa a familias afortunadas que tenemos un nivel económico medio o normal, qué no les va a pasar a estas familias vulnerables que a veces no tienen acceso a la información suficiente”, señala Esther Macías, directora adjunta de la Fundación Tengo Hogar.
El último informe de Caritas sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Comunidad de Madrid refleja que en la región un millón y medio de personas se encuentran en situación de exclusión social. Esto supone cinco puntos más que antes de la pandemia, del 17 por ciento en 2018 al 22 por ciento en 2021, es decir, hay 370.000 personas más en exclusión social tras la irrupción de la pandemia. Resulta especialmente grave el aumento de las personas en situaciones más difíciles, con un aumento del 25 por ciento de las situaciones de exclusión severa, que alcanza ya a 800.000 personas.
En España, según el índice AROPE, el 27.8 por ciento de la población se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión, un porcentaje que aumenta hasta el 77.8 por ciento entre la población atendida por Cruz Roja. Esta ONG alerta sobre un nuevo perfil de demandantes de ayuda. Las familias monomarentales y monoparentales son las más perjudicadas por la crisis (54.3 por ciento), seguidas de las personas que viven solas (34.6 por ciento).
En cuanto al género, las mujeres sufren mayor exclusión social y pobreza que los hombres (un 2.2 por ciento), y se evidencia en todos los rangos de edad, aunque es en las mujeres mayores de 65 años donde la desigualdad llega hasta casi los 6 puntos porcentuales, seguidas de las de entre 45-64 años (3 puntos porcentuales de mayor desigualdad entre las mujeres).
En núcleos familiares con niños pequeños la situación se agudiza. El miedo a que corten el suministro de la luz, el gas o el agua es inevitable. Esta es una realidad a la que ya se han enfrentado, aunque por otros motivos, en la Cañada Real, hace unos días se cumplían dos años sin luz en los sectores V y VI. La falta de energía eléctrica imposibilita a niñas, niños y adolescentes llevar a cabo actividades de su día a día como cocinar, acceder a agua caliente para mantener una higiene diaria, tener luz durante la noche o hacer uso de calefactores durante el invierno.

Debido a la crisis de suministros que arrastra España desde el inicio de la guerra de Ucrania, los precios de la energía han aumentado de forma exponencial y con ello se han generado nuevas necesidades. “Nos hemos dado cuenta a raíz de la pandemia de que ha habido un aumento bestial en necesidad de alimentos, y ahora lo que observamos es mucha dificultad a la hora de hacer frente a un recibo de luz o de agua”, explica la directora adjunta de Tengo Hogar.
Desde la Fundación, en la que desarrollan una labor de acompañamiento laboral a familias, padres o madres que tengan hijos menores y que estén en una situación de riesgo de exclusión social, destacan algunos datos “desalentadores” del contexto mundial y nacional. “En España, en agosto de este año, los salarios crecieron un 2,6 por ciento de media, mientras el IPC se situó en el 10,5 por ciento”, dos cifras dispares que dificultan el día a día de españolas y españoles. “La subida del coste de vida, en general, supone un impacto devastador para estas familias, llevándolas a los umbrales de la pobreza”, indican desde Tengo Hogar.
Asociaciones como la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) piden la supresión temporal de los impuestos energéticos para paliar esta situación “que empeora por momentos”. Desde OCU proponen, entre otras cosas, “eliminar temporalmente los impuestos para reducir las facturas energéticas”, unas facturas que se han incrementado en más de un 50 por ciento. Además, desde la organización consideran que “urge adoptar otras medidas que permitan a los usuarios pagar menos por la energía”, un precio más justo, barato y equilibrado, que sea más acorde a lo que de verdad cuesta producir los suministros. Atajar el problema desde la raíz y “no poner parches a la situación”, esto es lo que piden desde asociaciones, fundaciones y organizaciones que tratan a diario con la problemática.
Una dificultad intensificada para los más vulnerables
“Nosotros desde la Fundación ya teníamos esto previsto”, cuenta Esther Macías. Los problemas económicos se han ido acentuando en muchas familias desde el inicio de la pandemia, por lo que fundaciones como Tengo Hogar contaban con la posibilidad de que un escenario similar al de crisis anteriores pudiese repetirse. “Desde hace un tiempo llevamos trabajando el tema de suministros con las familias en distintos talleres y con entidades que están especializadas en educación financiera”, explican desde la fundación. Para Tengo Hogar es esencial que las familias sepan administrarse y comprender las facturas, “queremos que tengan acceso a esa información vital”.
“Realizamos un acompañamiento integral, cada familia tiene su propia historia"
En la Fundación no se identifican con la idea de dar ayudas económicas sin más, prefieren enseñar a estas familias a volver a una situación de autonomía como la que tenían antes de perder su trabajo. “No somos un recurso de por vida, ni somos un gran entidad con un montón de ayudas y subvenciones, no nos podemos equiparar a Cruz Roja, ni Cáritas, ni tampoco lo pretendemos”, señala Esther Macías. En Tengo Hogar la importancia está en realizar un acompañamiento individualizado. Actualmente atienden a 103 familias que reciben esta labor de acompañamiento de la fundación, “se trata de que vuelvan al mercado laboral y puedan tirar adelante de manera autónoma”.
En momentos de vulnerabilidad es difícil no decaer, sobre todo cuando hay niños de por medio, ahí también incide Tengo Hogar. “Nuestro trabajo es conseguir que no se hundan por no poder pagar una factura de la luz, están en un proceso de encontrar un empleo y no queremos que esto suponga una recaída en su avance”, dice su directora adjunta. Con su labor intentan que estos padres y madres de familia vuelvan a sentirse útiles, “damos becas para pagar estos suministros, pero no pagamos la totalidad, porque creemos que deben aportar algo, no puede ser todo gratis, ellos tienen que valorar las cosas”.
Los números han cambiado. En el caso de la necesidad de alimentos ha sido muy notable este cambio, “antes de la pandemia, solo un 20 por ciento de las familias en programa percibía este apoyo. Ahora, asciende al 80 por ciento”.
El aumento de precios ha impactado directamente en los Bancos de Alimentos, que han visto reducirse notablemente las donaciones de productos al tiempo que crecen las peticiones. Recientemente la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, hacía un llamamiento a colaborar con esta entidad en Madrid que durante 2021 cubrió las necesidades de 84.500 personas, con un reparto de comida diaria de 38.000 kilos a 33 municipios de la región.
No solo las personas desempleadas tienen que hacer frente a estas necesidades, “el 60 por ciento de los padres y madres empleados, lo están bajo unas condiciones económicas insuficientes”, cuenta Esther Macías, “el 80 por ciento subsiste con contratos temporales y el 60 por ciento trabaja a tiempo parcial”, añade. Los ingresos totales de estas familias no cubren los gastos básicos de un hogar y por lo tanto, no pueden dar una calidad de vida digna a sus hijos.
“Tienen que cambiar muchas cosas, las ayudas no pueden ser tan lentas”
A los alimentos y a los suministros se suma el precio desorbitado de la vivienda en la Comunidad de Madrid. “Para cuatro de cada cinco familias el alquiler representa hasta un 75 por ciento de sus ingresos”, según datos de la fundación. La situación es tal, que muchas familias se ven abocadas a vivir en una habitación compartiendo casa con más personas, “no es normal que el alquiler de una habitación cueste 450 euros, se aprovechan de los más vulnerables”, denuncia Macías. Desde Tengo Hogar dotan a las familias de mantas y edredones de cara al invierno, “es una manera de asegurar que no van a pasar frío”. Sin embargo, fundaciones pequeñas como esta no tienen el alcance de otras entidades como la propia Administración.
La directora adjunta de Tengo Hogar considera que existen numerosos aspectos a mejorar en los ayuntamientos, gobiernos autonómicos y en el Gobierno central como “agilizar los tiempos de respuesta y mejorar la coordinación con las entidades sociales, al fin y al cabo somos un complemento para ellos, llegamos a donde servicios sociales no puede llegar por falta de recursos”. Poner en valor la labor de las entidades sociales es esencial para que esta cadena funcione. “Servicios Sociales pone el punto en las ayudas económicas y ahí no es”, indica Macías. Los trabajadores sociales sufren un absoluto descontrol, “están desbordados y no dan a basto”, lo que provoca un retraso muy notable en el acceso a las ayudas de estas familias, “la gente tiene que comer hoy, no dentro de cuatro meses”. Desde Tengo Hogar consideran que para atajar esta problemática “hay que apostar por una intervención social completa”.
Otras ayudas
Todas las organizaciones humanitarias tratan de responder a esta situación. Por ejemplo, Cruz Roja ha lanzado el plan ‘Cruz Roja Reacciona: una respuesta directa, inmediata y cercana ante la crisis’ que pretende atender las necesidades de más de 100.000 personas (25.000 hogares) en una primera fase y que está dotado con un presupuesto inicial de 8 millones de euros.
Cruz Roja ha detectado un incremento de más de 100.000 demandas entre enero y agosto de este año y el anterior, ascendiendo hasta la fecha a más de 436.000 solicitudes. Este aumento de más del 32 por ciento está relacionado con las necesidades de 90.257 personas adicionales a las que la Organización ya está atendiendo. Sin embargo, se prevé que esta curva siga aumentando.
Cruz Roja priorizará sus ayudas entre la población infantil y joven, las personas que viven solas, las mujeres en dificultad social, las personas mayores y las familias con bajos recursos en los próximos 12 meses. Este plan trata de reducir la brecha entre el gasto promedio anual por persona y el necesitado con la inflación, que, en el caso de la vivienda, el agua y la electricidad supera los 900 euros, y junto a la alimentación (261 euros) y los transportes (210 euros) constituyen los principales gastos con dificultades para afrontar por los colectivos vulnerables. Las tres partidas que sufren mayor incremento, representan dos terceras partes del gasto total habitual de los hogares.
Medidas de ahorro para paliar la subida de precios
La subida de precios de la energía ha supuesto una carga, cada vez más pesada, para los bolsillos de muchas familias españolas. El pasado mes de septiembre la factura de la luz dio una “ligera tregua” al bajar a 110,55 euros frente a los 130,99 euros del mes de agosto, registrada como la segunda factura más cara de la historia, según la OCU. La medida gubernamental del “tope de gas” frenó el incremento de precios mayoristas, pero aún así los precios siguen siendo muy elevados. De cara al invierno, con el aumento del uso de agua caliente, calefacción o calefactores eléctricos, todo apunta a que podría producirse un nuevo aumento del importe energético.
Desde organizaciones como OCU han recogido algunos consejos para ahorrar “más de 44 euros al mes” en suministros. En primer lugar, revisar de forma regular la tarifa contratada. Desde la organización alertan de que “equivocarse de tarifa nunca ha sido tan caro como en la actualidad”, por ello, recomiendan consultar un comparador de tarifas para saber si el precio de la compañía contratada es el más óptimo o existen mejores opciones. “Para un hogar con 4,6 kW de potencia contratada y un consumo anual de 3.500 kW, la diferencia de precio entre las tarifas de distintas compañías supera los 1.000 euros al año”, señalan desde la OCU.
En la misma línea, la organización destaca la importancia de ajustar la potencia eléctrica. Según indican “cada kilovatio de potencia supone casi 40 euros al año”, por lo que resulta fundamental controlar la potencia contratada. No todo tiene que ver con tarifas y potencia, también puede ser parte del cambio una adaptación de los hábitos de consumo, que no solo marcarán la diferencia en los bolsillos de las familias, también ayudarán a crear un planeta más sostenible. De entre estos cambios en hábitos de consumo, la OCU destaca tres: reducir el consumo eléctrico en hora punta (laborables de 8 a 14 horas y de 18 a 22 horas), desenchufar los aparatos que no se utilizan y priorizar los programas Eco en la lavadora o el lavavajillas. Siguiendo estas tres pautas la diferencia en la factura de la luz puede ser de entre 10 y 15 euros de diferencia.
Por último, OCU recomienda pasarse al autoconsumo. “La energía fotovoltaica es una alternativa muy interesante en viviendas unifamiliares donde vivan al menos tres o cuatro personas”, indica la organización de consumidores. Aunque la inversión inicial es elevada, existen distintos tipos de ayudas públicas que permiten amortizar el coste de la compra y la instalación en menos de diez años. Ya que conseguir que el precio de la energía descienda parece cada vez más complicado, OCU ha ideado estas medidas de ahorro para hacer más llevaderas las facturas de cara al invierno. Desde la organización, puntualizan, “queremos empoderar al consumidor, para que los usuarios tengan la fuerza de decidir y para que pagar las facturas de energía no sea un lujo inalcanzable”.
Pagar menos calefacción también ayuda a ahorrar
Existen algunos trucos para ahorrar en calefacción tanto si es eléctrica como si es de gas o de otros combustibles.
- Una temperatura en casa de 19ºC a 21ºC es razonable. Por la noche es mejor que en los dormitorios baje un poco: entre 15ºC y 17ºC. Cada grado de más supone un incremento del 7 por ciento en el consumo. Para un piso de 90 metros cuadrados, esto se traduce en unos 6 euros más al mes por cada grado de temperatura que subes.
- Un buen mantenimiento de la caldera puede ahorrarte hasta un 15 por ciento al año.
- Los radiadores deben estar limpios y sin muebles que los tapen y dificulten la difusión del aire caliente.
- Los radiadores tienen que purgarse al comienzo de la temporada, en otoño, para que no tengan aire dentro porque reduce la transmisión de calor desde el agua al aire exterior.