En el mandato socialcomunista en Móstoles, donde vivo y he ejercido mi carrera como profesora y política durante décadas, he asistido atónita a muchas cosas, positivas algunas aunque otras no tanto, pero creo que pocas me causaron tanta perplejidad como la inauguración del “Parque de la Pereza”, ahora abandonado por completo y que era una oda a las convicciones sociales, educativas, políticas e ideológicas de esta rancia izquierda que intenta arrastrarnos hacia una sociedad vacía de valores.
Más allá de lo anecdótico, el solo hecho de plantear que la pereza sea algo a impulsar y aplaudir, demuestra cuáles son los principios de estos partidos de izquierda que se intentan arrogar vocablos como libertad o democracia, pero que en realidad van laminando y erosionando día a día la orografía social y política en la que se ha basado la convivencia y el progreso de nuestra Nación desde 1978.
El parque de la pereza es una metáfora que se irradia por todos los rincones de España, allá donde gobiernan los partidos mal llamados “progresistas”.
Por ello, en este contexto desalentador y de futuro incierto al que nos abocan, es necesario poner en valor el esfuerzo y la meritocracia frente a las políticas de la izquierda. Es imprescindible poner como prioridad la capacidad de trabajo y la resiliencia frente a la sociedad de la pereza que nos quieren imponer.
Tenemos que caminar hacia un país donde se valore a las personas que están más capacitadas según sus méritos, y no a quien llega a ser ministra por ser esposa de, o fiscal general por pertenecer a un partido.
En ese contexto, como decía Montesquieu “para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella”. Volvamos a actuar por tanto desde la faceta ilustrada e innovadora que llevó a pioneros como Carlos III a convertir la educación en la fuente de nuestros valores como sociedad.
Nos pretenden convencer de que el mérito y el esfuerzo no sirven para nada, que es el Estado el que debe decidir por las personas, haciéndolas menos libres. Pero como dice Isabel Díaz Ayuso, la cultura del esfuerzo está íntimamente ligada a la libertad: concibe a cada persona libre y responsable de mejorar su situación personal.
Por ello, en este tiempo convulso es muy importante seguir defendiendo el modelo educativo de Madrid, donde se premia el esfuerzo, y se valora que cada estudiante intente hacer las cosas lo mejor posible, por uno mismo y por los demás.
Frente a la cruzada de la izquierda contra todo ello y su ariete ideológico, la 'Ley Celaá' (contra la que cada vez más historiadores, intelectuales, personalidades de reconocido prestigio, y profesores, alzan la voz por ser una reforma educativa que degrada de manera alarmante nuestro sistema educativo), el Partido Popular seguirá anteponiendo y fortaleciendo la Libertad, la cultura del esfuerzo y la trascendencia de premiar la meritocracia.
Porque no queremos parques de la pereza para nuestros hijos, puesto que la libertad de pensamiento es el factor de resistencia y defensa ante el adoctrinamiento hacia el que nos arrastra el Gobierno socialcomunista de Sánchez, cuya meta es un modelo de pensamiento único que persigue (quizá mañana purgue) al crítico y disidente, un modelo incompatible con la pluralidad y en consecuencia con la libertad.