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El cliente, al servicio de la banca

Por Ángel del Río
jueves 10 de febrero de 2022, 11:51h

La banca en España se ha convertido en una especie de autoservicio, donde el cliente tiene que realizar por sí mismo todas las funciones que en otros tiempos realizaban los empleados del sector. Algunos responsables hacen referencia al sistema que se utiliza en las gasolineras, en las grandes superficies comerciales o en otros servicios. Pero en la banca estamos jugando con dinero y con la necesidad imperiosa de realizar unas gestiones que no puede resolverlas uno mismo.

Está bien que la informática marque el ritmo de los nuevos tiempos, que la utilicemos en beneficio propio, pero que no sirva para exigirnos e imponernos unos hábitos que, en muchos casos, escapan a nuestras posibilidades de conocimiento y comprensión. La banca se moderniza para ganar más dinero, no para mejorar y facilitar las prestaciones a sus clientes.

La ventanilla de caja cierra a las diez de la mañana, y a partir de ese momento, quien quiera realizar operaciones tendrá que hacerlo a través del cajero automático mientras reza para que este responda a sus necesidades. Consultas y otros trámites que otrora eran gestionados y resueltos por los empleados, ahora se los tiene que cocinar y servir el propio usuario, que ha pasado de ser cliente considerado a objeto pasivo de la “beneficencia” bancaria. Uno ya no puede llegar a la sucursal para hacer una consulta o un trámite. Tiene que pedir cita telefónica con el gestor que le han asignado y que te descuelguen el teléfono puede costar Dios y ayuda, como si estuvieras intentando conectar con el Centro de Salud en tiempo de pandemia.

Se te dice claramente que los asuntos más cotidianos, y buena parte de los otros, te los tienes que resolver tú a través de aplicaciones, claves y otros sistemas informáticos que, para una parte de la población, especialmente la tercera edad, resultan complicados, incomprensibles e inasequibles, y pobre de aquel que no tenga hijos, nietos o personas cercanas que les puedan ayudar en estos menesteres, porque quedarán sumidos en la más absoluta frustración. A todo esto, que uno sepa, en España no hay obligación de disponer de internet, ordenador y demás dispositivos informáticos necesarios para realizar estas tareas.

La iniciativa del ciudadano Carlos San Juan de denunciar y sensibilizar por el desamparo de muchas personas, especialmente mayores, ante la política de la banca, tiene un eslogan acertado: “Soy mayor, pero no idiota”. Apoyo esta iniciativa, como la están apoyando cientos de miles de españoles que se sienten “servidores” de la banca y no clientes que cada vez deberían recibir mayores atenciones y prestaciones.

Podría preguntarse:

- ¿Estás jubilado?

- Bueno… No del todo porque trabajo en las gestiones que mi banco me encomienda para no molestar a sus empleados.

Le digo a usted, señor guardia, que llegará el día en que tengamos que pagar a los bancos un canon para que nos guarden el dinero y también una entrada para acceder a las sucursales.

Como haya alguna entidad que decida volver a los viejos modos de atención al cliente, se va a llevar a toda la parroquia.

Ángel del Río

Cronista Oficial de Madrid y Getafe

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