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Pin parental y consentimiento de los padres: ¿y las escuelas qué?

lunes 27 de enero de 2020, 17:59h
Llevamos ya dos semanas escuchando o leyendo en los periódicos las noticias relacionadas con lo ocurrido en Murcia y su implementación del Pin parental, otra de las propuestas de la campaña política del partido de Vox. Según lo que se puede leer en la web del partido, el Pin parental es una solicitud que se dirige a todos los directores de los centros educativos -de infantil a bachillerato- para que informen previamente mediante una autorización a las familias de los estudiantes sobre cualquier taller, charla, materia o actividad complementaria que aborde cuestiones morales o sobre la sexualidad que puedan afectar a la intimidad de los hijos. Serán, por lo tanto, los padres, quienes analizarán lo útil de dichas actividades y que, a su vez, autorizarán la asistencia a la formación.

¿Desde cuándo se les autoriza a los padres a dar su aprobación a una actividad que organiza un centro educativo? Aún sabiendo que mi opinión será una entre las muchas de estas ultimas semanas, creo que ningún docente debe callarse ante la situación. Como docente de lengua cual pronto voy a ser, opino que hay que respetar las fronteras entre los centros educativos y las familias. Cada una de dichas entidades se encarga de aspectos distintos de la educación de los jóvenes, y por ende no debería haber conflictos entre las dos. Por fundamental que sea la educación que un niño recibe de sus padres, no se le puede confiar toda la educación a la familia, que muchas veces evita abordar temas que, por una razón u otra, forman parte de nuestro entorno (¿quizás para proteger al niño o al adolescente?). Ante este panorama cada vez más común, lo normal es que las escuelas se involucren en ello: estoy convencida de que un centro educativo no solo ha de trasmitir conocimientos de las asignaturas que están previstas en el plan ministerial, sino que también deben educar a los alumnos a una realidad cada vez mas cambiante y, a la cual no hay que mirar con desconfianza. De ahí que sea justo hablar de inmigración, de violencia de género, de feminismo o de sexualidad en las aulas y con todo tipo de alumnado, puesto que dichas tres realidades pertenecen a lo que vivimos hoy en día.

Sin duda alguna, lo decidido en Murcia no refleja la voluntad del alumnado, que quizás quiere ser consciente de lo que le espera una vez terminado el camino educativo; estarán satisfechos quienes quieren devolver a las familias su rol educativo de primer plan, quitándoles a las escuelas o institutos el papel de formadores de conciencias y educadores que desde siempre han ejercido (aunque estos días, se suele hablar de adoctrinamiento de los centros).

Doy las gracias a una docente que tuve en los últimos años de carrera por haber organizado todo el curso de lengua castellana en torno a temas de actualidad sobre los que nos invitaba a debatir: pasamos por la inmigración en las fronteras americanas, el machismo, el día de la violencia de genero y el lenguaje sexista e inclusivo, sin manuales académicos, pero, sí, con una mirada hacia la actualidad cada día más intercultural y libre.

Si tuviera que seguir la perspectiva del Pin parental, debería decir que yo también he sido adoctrinada por alguien de izquierda, al igual que los alumnos en las escuelas, mientras que he adquirido una visión de la educación que me marcó bastante y que adoptaré, a mi vez, como profesional de la educación.

Confío en que los futuros docentes que, como yo, se formaron en la interculturalidad y en la abertura de los tabúes de la sociedad, sepan -y sepamos- dar a nuestros alumnos algo que vaya más allá de una simple conjugación verbal aprendida de memoria, como quizás le sigue gustando a los padres.

Agnese Dotto, docente de lengua castellana
Oviedo
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