Al movimiento feminista no le gusta que se trate a la mujer como ama de casa para todo. Para todo lo doméstico, quiero decir. A las feministas no les gusta que se sitúe a la mujer en la cocina, como estancia tradicional, porque la cocina es la representación de la función principal del ama de casa dentro del hogar. Las feministas han venido combatiendo, y combaten, estos arquetipos que ya no responden al nuevo papel de la mujer en la sociedad y en el hogar.
Y en eso andábamos cuando va la alcaldesa, Manuela Carmena, y debuta en el mundo de Instagram, colgando una imagen suya haciendo magdalenas en la cocina de su hogar, a la vieja usanza del ama de casa. Dice que sus compañeros y sus asesores, le han recomendado que debute en Instagram, que es un arma poderosa para llegar a más gente, para penetrar en el conocimiento de posibles votantes, para que la conozcan no sólo como alcaldesa, sino como gobernante de la cocina de su casa.
Confieso que me llena de ternura esa fotografía de una feminista como ella, una regidora de hierro, metida en faena, ¡qué digo!, metida en harina; con su herramienta de trabajo doméstica, que es la thermomix, su delantal y sus magdalenas, que presumo exquisitas, hechas con el amor de un madre, mejor dicho, con el celo y el mimo de una abuela.
Lo que hay que hacer por un puñado de votos: magdalenas caseras, de elaboración propia. Si en términos de la Justicia, como un dijo un fiscal general, hay que mancharse las togas con el polvo del camino, en términos culinarios, hay que mancharse el delantal en la cocina, y dejar lo de alcaldesa y feminista para la otra faceta de la política.
Si (
No(
