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Hijos a los treinta: una decisión creciente entre las nuevas parejas

Saulo Bueno

jueves 11 de enero de 2018, 16:16h

Estudiar, trabajar, enamorarse, casarse. Desde hace muchos años seguimos un cronograma automático compuesto por deberes y obligaciones, cosas que asimilamos mecánicamente a la existencia humana. Somos puestos a prueba cuando empezamos los estudios luego en la niñez, llegando en un abrir y cerrar de ojos a la dura decisión de cual profesión elegir para la facultad. Pero la cosa no termina ahí, nos enamoramos de alguien y nos casamos. ¡Uf! Solo nos quedan los hijos para que sea completa la felicidad. Sin embargo, algo está un poco cambiado en nuestra agenda natural.

En un mundo entregado al capitalismo somos envueltos por nuevas dinámicas en el modo de vivir. Las parejas actuales, en suma constituidas por jóvenes entre 20 y 25 años están enfocadas en distintos ideales, opuestos a los que se veían veinte años atrás: empezar el posgrado y el máster, emprender juntos un negocio, mejorar la calidad de vida – sea con la adquisición de una casa propia o la estabilidad económica, recorrer el mundo y por qué no gozar más el matrimonio. Con tantos planes por vivir, se echa al lado el viejo concepto de casarse y reproducirse, dejando los hijos para después de los treinta.

De inmediato, una cierta extrañeza para la familia y personas más viejas, pero con el paso del tiempo esta tendencia será tan normal que pasará de diferente para común. Estudios científicos demuestran que, cuanto mayor el coeficiente de inteligencia de las mujeres, más tiempo llevarán para ser madres. En realidad no podemos negarlo, la incidencia de hijos está totalmente relacionada al nivel de instrucción y educación financiera de las parejas, una vez que los costos para mantener a los pequeños cambian completamente el presupuesto del hogar. Con eso, las parejas jóvenes han descubierto que a los treinta estarán más preparadas para embarazar, por lo que tendrán más madurez financiera y emocional.

Así, este cambio no les hace menos humanos o maduros ante las parejas que pronto se convierten en padres. Poco les importa los estereotipos y presiones de los amigos y familiares que les pisan los talones con tantos porqués. Su concentración se sitúa en la búsqueda por el crecimiento que el matrimonio puede abonarles para después, sensatamente, comenzar la aventura por las curvas de la paternidad. Además, están incluyendo en esta decisión toneladas de planeación e informaciones previas al embarazo, teniendo en cuenta la facilidad de los métodos contraceptivos y los inúmeros sitios web destinados a los nuevos papás. Felizmente, el clásico final de los cuentos de hadas no tiene nada que ver con la vida real. ¿Qué te parece si reemplazamos la anticuada frase que dice “y fueron felices para siempre”? Existe una intensa vida a dos para vivirse por etapas. Cuanto a los hijos, algún día vendrán. A los treinta, probablemente.

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