El parricida de Collado Villalba sufrió la noche del crimen un brote psicótico, en cuyo transcurso asesinó a su padre, mutiló su cuerpo y llenó de sangre las paredes de la vivienda. Así se ha detallado en la segunda jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid con un jurado popular. Sus miembros tendrán que determinar las circunstancias en las que se produjo el brutal crimen el 17 de mayo de 2020 y el grado de responsabilidad del acusado, de origen argentino y con 43 años en el momento de los hechos.
El asesinato se produjo sobre las 23.45 horas en la calle Camino de la Fonda número 11, en la urbanización La Balconada de Collado Villalba. Fue su reacción a que su padre no le pasara el teléfono móvil para hablar con su madre. Tras el crimen, Martín G. mutiló el cuerpo de su padre y le cortó las orejas y las manos. Con las manos ensangrentadas, pintó una figura geométrica en un cuadro del salón.
La madre del acusado sostiene que su hijo no recibió entonces el tratamiento intravenoso que recibía cada tres meses por la esquizofrenia que asegura que sufre. Al parecer, llamó varias veces al centro de salud pero no le dieron cita presencial por las restricciones que había en aquella época por la pandemia.
En su declaración, el asesino ha relatado la vida que lleva en la cárcel de Soto del Real, donde trabaja y recibe tratamiento farmacológico psiquiátrico cada tres meses. Tras ello, la fiscal le ha preguntado "si mató a su padre", a lo que le ha respondido que "sí". Había acudido al domicilio de sus padres para pasar la noche, pero tuvo una discusión y su madre le pidió que se marchara. Fue la progenitora la que abandonó la vivienda. "No tenía bien la cabeza porque tenía voces en la cabeza externas. No era la primera vez", ha narrado.
En cuanto a los hechos, el procesado ha relatado que le dio a su padre, de 83 años, con un mando de televisión en la cabeza y le clavó "un par de veces" una navaja en el estómago tras una discusión por un móvil. Metió su ropa en la lavadora. "Tengo lagunas de lo que pasó", ha reconocido al ser preguntado sobre qué hizo con el cuerpo de su padre. Sí recuerda que usó un hacha y unas tijeras de podar.
Según su relato, estuvo ingresado años antes en la cárcel de Marruecos por drogas, época en la que ya sufría problemas mentales y en la que fue ayudado por su hermano. Fue condenado también por maltrato psíquico a su exmujer. Durante su matrimonio, tuvo varios ingresos psiquiátricos.
Cuando sucedieron los hechos, consumía drogas y dejó de recibir la medicación. "Con el Covid, me dejaron de pinchar y en el centro de salud me dijeron que estaban en cuarentena", ha contado.
La acusación particular, que representa al hermano, se opone a que se le aplique una eximente completa al considerar que el acusado sabía lo que hacía al limpiar la escena del crimen con lejía e incomunicar al padre las horas previas al asesinato. La Guardia Civil le pilló en el momento en el que estaba descuartizando a su progenitor tras alertar la madre de que no podía contactar con su marido.
El acusado fue diagnosticado de trastorno psicótico de etiología tóxica, síndrome de dependencia a cocaína y síndrome de dependencia a cannabinoides.
El abogado Jaime Sanz de Bremond, que representa al hermano, ha expuesto en sus alegaciones previas que el parricida tenía las capacidades alteradas pero no anuladas. Solicita 15 años de cárcel por un delito de asesinato, con la agravante de parestesco y una eximente incompleta para que ingrese después en un psiquiátrico.
Frente a ello, el abogado defensor reclama que su cliente entre en una cárcel psiquiátrico por el trastorno mental que sufre al escuchar voces desde hace años. En un brote llegó incluso a cortarse el bazo al pensar que tenía un chip insertado en el cuerpo.
La fiscal solicita nueve años y cinco meses de cárcel y que ingrese durante veinte años en un penitenciaria psiquiátrico al concurrir una eximente incompleta al tener las facultades trastornadas pero de forma moderada a la vista de los informes periciales.