En estos días de enero se conmemoran los aniversarios de aquel salvaje atentado de la extrema derecha franquista al despacho de abogados laboralistas de Atocha 55. A raíz de ello se habla y escribe mucho de lo que supuso para el avance de la democracia en España, un pueblo recién salido de una dictadura de más de 40 años y en plena transición democrática, pero poco de quienes eran aquellos jóvenes que fueron masacrados en su lugar de trabajo.
Por ello, esta ocasión, a través de este breve articulo, me gustaría destacar el lado humano del sindicalista y de esos ocho jóvenes abogados que fueron vilmente ametrallados por un comando fascista, con el resultado de cinco muertos y cuatro heridos graves.
Nueve personas que dedicaban todos sus esfuerzos personales y laborales a defender a vecinos de los barrios y pueblos madrileños y a la clase trabajadora de nuestra región. Eran personas ilusionadas con su trabajo, de unas edades comprendidas entre 26 años los más jóvenes y 49 años el mayor y estos son sus nombres: Luis Javier Benavides Orgaz, Ángel Rodríguez Leal, Javier Sauquillo Pérez del Arco, Serafín Holgado de Antonio, Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Ramos Pardo, Miguel Sarabia Gil, Dolores González Ruiz y Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell.
Y estas sus breves biografías:
Los nueve de Atocha 55, en enero de 1977
Luis Javier Benavides Orgaz, Luisja para sus amigos, había nacido en Villacarrillo (Jaén). Tenía muy claro que su actividad en el futuro estaría relacionada con el campo, con los sindicatos campesinos. Estaba entregado al marxismo y al cristianismo. En Vallecas atendió a numerosos clientes, a pesar de que el barrio estaba perseguido por el franquismo. En Hortaleza participó en las primeras asociaciones clandestinas de vecinos. Era sencillo y abierto. Fue él quien, sin saberlo, abrió la puerta a la muerte. Aquel 24 de enero tenía 27 años. Falleció en el atentado.
Ángel Rodríguez Leal, era de Casasimarro (Cuenca). Cuando le despidieron de Telefónica llevó su caso al despacho de los abogados y finalmente se quedó a trabajar allí. Llevaba las tareas de organización de documentos, que tanta falta hacía. Era por tanto el único que no había estudiado Derecho. Horas antes de que acontecieran los hechos que cambiaron la historia de aquel despacho y la historia de España, le dio a Alejandro un bolígrafo de marca inoxcrom que éste metió en el bolsillo de su camisa. Le dijo que “le haría falta” y así fue. Aquel 24 de enero tenía 26 años. Falleció en el atentado.
Javier Sauquillo Pérez del Arco, nació en Ceuta. Empezó a trabajar en el despacho de abogados laboralistas de la calle General Oraá, que posteriormente se uniría con el de Modesto Lafuente. En abril de 1972 se incorporó al despacho de la calle Españoleto, su lugar de trabajo más “estable”. Sin embargo, su experiencia se extendía a Vallecas, Móstoles, Alcorcón… Era una persona con una dedicación total a su trabajo y con las ideas claras, que decía todo sin necesidad de hablar. Estaba casado con Dolores González. Aquel 24 de enero tenía 29 años. Falleció en el atentado.
Serafín Holgado de Antonio, era de Salamanca. Había entrado en el despacho de la calle Atocha unos días antes para aprender el oficio mientras estudiaba alguna asignatura que le faltaba para terminar la carrera. Era increíblemente trabajador, lleno de vida y de energía, y alargaba las horas de trabajo hasta el máximo. Era tímido, pero tenía unas tremendas ganas de aprender. Sus intentos por labrarse un futuro terminaron aquella noche. Aquel 24 de enero tenía 27 años. Falleció en el atentado.
Enrique Valdelvira Ibáñez, era todo sentido común. No era en absoluto el típico abogado que recitaba leyes jurídicas, sino todo lo contrario: siempre tenía una solución imaginativa para todos los casos. Además de trabajar en otro despacho de la calle Magdalena, era profesor de historia en un instituto privado. Un gran orador y un gran maestro. Hay quien piensa que de haber tenido oportunidad de hablar aquella noche, hubiera podido cambiar el curso de los hechos. Aquel 24 de enero tenía 34 años. Falleció en el atentado.
Luis Ramos Pardo, además de Atocha 55, también trabajaba en el despacho de Alcalá de Henares. Era una persona especialmente seria. Casi siempre estaba callado. En silencio. También cuando trabajaba. Era una persona muy serena en todo lo que hacía. No se alteraba. Fue uno de los primeros en pedir ayuda. Y lo hizo sin sobresaltos. Sin aparente nerviosismo. Lo que allí ocurrió se le clavó en lo más profundo, como a todos, pero él prefirió guardárselo para sí mismo. Aquel 24 de enero tenía 37 años. Falleció en Madrid en noviembre de 2005.
Miguel Sarabia Gil, tenía una sorprendente capacidad para recordar cada uno de los detalles que habían ocurrido aquella noche de forma minuciosa. Era un excelente narrador, también había sido profesor, y contaba las cosas de forma exacta, precisa y directa. Lo que asombraba a unos y molestaba a otros. Una persona comprometida con su trabajo, y que lo llevaba a cabo como si con cada caso estrenara su título de abogado: con una fascinante ilusión. Fue el único que intentó escapar aquella noche. Aquel 24 de enero tenía 49 años. Falleció en Madrid en enero de 2007. .
Dolores González Ruiz, era dos personas diferentes. Por un lado está la mujer alegre, serena y llena de fortaleza que era antes de los trágicos sucesos de la noche del 24. Por otro lado, está la mujer que nació después de aquella noche. Dolores cambió por completo. Nunca volvió a ser la misma. Un día, una noche, apenas unos minutos, en los que le robaron su libertad, le borraron la sonrisa, la apartaron de Javier y la sumergieron en el silencio. Aquel 24 de enero tenía 31 años. Falleció en Madrid en enero de 2015.
Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, nació dos veces en Madrid. Había estudiado derecho en la universidad con su gran amigo Luisja. Sin embargo, siempre le habían apasionado la literatura, el teatro y la poesía. Quizá por ello comenzó a escribir sobre la noche del 24: hace lo que le gusta al mismo tiempo que se desahoga. No quiere venganza. A pesar de todo, sigue siendo fiel a los principios del derecho y creyendo en la justicia, que será la que decida. Aquel 24 de enero tenía 30 años. El único que continúa con nosotros en la actualidad.
Estos eran los llamados Abogados de Atocha. Este año se cumple el 43 aniversario de aquel atentado fascista, como todos los años CCOO y la Fundación Abogados de Atocha tiene previsto realizar, conjuntamente con otros, una serie de actos en su recuerdo y homenaje. Los actos principales tendrán lugar el día 24 de enero, fecha del aniversario, a las 10,00 h en la plaza de Antón Martín, a 20 metros de Atocha 55 y a las 11,00 h en el auditorio Marcelino Camacho (Lope de Vega 40)
Allí una vez más allí diremos con voz alta y clara: ATOCHA, HERMANOS, NO OS OLVIDAMOS!!, pues como dijo el poeta Paul Eluard: “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”