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Cinco años sin Marcelino Camacho

Por Francisco Naranjo
viernes 23 de octubre de 2015, 14:33h
Francisco Naranjo y Marcelino Camacho
Francisco Naranjo y Marcelino Camacho

El 29 de octubre de 2015 hace cinco años que murió Marcelino Camacho. Ese mismo día sus compañeros de CCOO van a realizar un acto de recuerdo y homenaje en el auditorio que leva su nombre en Lope de Vega 40. Este es mi particular recuerdo.

.”Ya estás aquí de pie

con esa forma tuya de enseñarnos,

dos pasos adelante y uno atrás

sí es necesario.

Se trata de luchar

teniendo como alma la verdad”.

(de la Canción “Marcelino” de Víctor Manuel).

Cuando el cantante Víctor Manuel creo y dedico esta canción a Marcelino Camacho fue en el año 1976. En aquella época estábamos viviendo en España lo que se ha llamado "la transición" y hasta un año después, abril de 1977, no se legalizaron los sindicatos democráticos, cerrándose así una larga etapa de represión sindical y política.

Antes, aun en la clandestinidad, el 11 de julio de 1976, en la Asamblea Nacional de CCOO, celebrada clandestinamente en Barcelona, constatada la imposibilidad de crear un sindicato unitario, se decide dar el paso de movimiento a organización sindical y se propone la creación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.

Las resoluciones de la Asamblea de Barcelona, culminó, en junio de 1978, con el primer congreso confederal de CCOO, congreso en el que fue elegido como Secretario General Marcelino Camacho, cargo que ostento hasta 1987.

Marcelino nació en el pueblo de Osma La Rasa, (Soria), y murió en Madrid con 92 años el 29 de octubre de 2010. Al día siguiente miles de personas le dijimos “hasta siempre” en la Puerta de Alcalá de Madrid, lugar donde al comienzo de la democracia terminaban las manifestaciones de los 1º de mayo. El mismo lugar donde Marcelino dio durante años sus mejores mítines sindicales.

Aparte de la afinidad ideológica y sindical con Marcelino, visto desde el lado humano, en mi caso había otro plus añadido, el profesional: ser o proceder de ferroviario une mucho. Marcelino se crió en una casa, le llamaban "casilla", del ferrocarril en Osma-La Rasa y su padre trabajó de guardagujas y su madre de guardabarrera en el ferrocarril. Marcelino estuvo de aspirante a factor y fue el golpe de estado contra La República en 1936, lo que le privo de ser ferroviario en su vida laboral.

Mi padre también trabajo de guardagujas, eso si, en otro lugar de España: Extremadura y también me críe en una casa, “casilla”, del ferrocarril e ingrese en Renfe de factor en los años 60.

Son muchas las ocasiones que he coincidido con Marcelino, tanto en el sector ferroviario, como en otros lugares comunes del sindicato o en las cientos de movilizaciones que los sindicatos de clase han protagonizado en nuestro país.

Para un breve artículo de opinión tampoco se trata de dar pelos y señales de todas y cada una, pero recuerdo con mucho cariño una manifestación que realizamos en Bruselas los ferroviarios europeos en defensa del ferrocarril en abril de 1985.

Salíamos de Madrid-Chamartín con destino a Bruselas a las 11 de la noche y allí en los andenes de la estación, sorpresiva y agradablemente nos encontramos a Marcelino que sin previo aviso a las diez y pico de la noche fue a despedirnos y desearnos lo mejor en nuestro viaje. Algunas personas pensareis, que “era su obligación” o quizás “que tontería”, pero en aquellos años que el Secretario General del primer sindicato de este país fuera a despedir a un grupo de jóvenes sindicalistas ferroviarios era lo más. Personalmente aun se me humedecen los ojos cuando lo recuerdo y nunca lo he olvidado. Seguro que el centenar de ferroviarios que viajamos en aquel tren reinvidicativo tampoco. Yo por aquel entonces era el Secretario del Comité Intercentros de RENFE.

Igualmente nunca olvidare y lo recuerdo con mucho afecto que desde que nos conocimos en 1978, en el primer congreso de los ferroviarios de CCOO, muchas veces durante más de 30 años, Marcelino, cada vez que nos veíamos siempre me hacia la misma pregunta: ¿qué tal los compas de la RENFE?, a pesar de estar yo durante muchos años en otros sitios haciendo mi labor sindical...

La última vez que estuve con Marcelino fue en el verano de 2010, unos meses antes de su muerte. Todo el mundo que conoce a Marcelino y su inseparable Josefina Samper, sabe que eran entrañables y su mayor preocupación es que te sientas a gusto y feliz en el rato que estas allí.

Por ejemplo lo que más le disgusto a Josefina ese día es que no tuviera magdalenas, sus famosas magdalenas, que en otras ocasiones nos ponía con el café, fuera la hora que fuese.

Marcelino como siempre, con el periódico “El País” encima de la mesa camilla, subrayando las noticias que consideraba interesantes, pero por estas fechas no pasaba de las primera páginas. En esa época en la portada estaban todas las noticias importantes para él.

Josefina, la compañera de toda la vida de Marcelino, nos hablaba de todo lo que había pasado en los últimos días, de la casa y de su nuevo barrio, en Majadahonda (Madrid), que aunque le gustaba, no acababa de acostumbrarse, después de tantos años de vivir en su Carabanchel, en un tercero sin ascensor, pero por problemas de movilidad de Marcelino se tuvieron que mudar lo más cerca posible de sus hijos.

Y lo que si era para Josefina “santo de su devoción”, de esta nueva casa, -aunque sea atea-, era la cocina. Muy satisfecha nos la enseñaba y decía orgullosa: “algunas veces incluso comemos en ella”. Para comprender el entusiasmo de Josefina hay que tener en cuenta que esta cocina tendría unos seis metros cuadrados y ellos venían de su casa de toda la vida, construida en los años sesenta, de menos de 60 metros cuadrados en total, cuya cocina como era lógico iba en proporción.

Otra de las cuestiones de las que me siento orgulloso y guardo como un tesoro, son los libros de Marcelino "Charlas en la prisión" y “Confieso que he luchado”, especialmente por las cariñosas y preciosas dedicatorias, porque Marcelino no era de las personas que dedican un libro con la clásica frase " con afecto a fulanito, etc, etc", no, Marcelino te lo dedicaba pensando en ti, en lo que había vivido contigo y si de paso te daba un consejo, mejor que mejor. Y para mas inri escritas con una caligrafía firme y fuerte que ya nos gustaría tener a la mayoría de nosotros.

Esta es la dedicatoria del libro “Charlas en la prisión”…

.”A Francisco Naranjo:

Como pequeño recuerdo de nuestra gran lucha en común

y de las discusiones “sobre el futuro del sindicalismo” en las

prisiones de la dictadura.

Fraternalmente de tu camarada, compañero y buen amigo…

Marcelino Camacho.

Madrid 27 de Mayo 1988”.

Para conocer el perfil humano de estas dos grandes personas, Marcelino y Josefina, tan cercanas y cordiales, creo que con un par de pinceladas, es suficiente. A mí personalmente siempre me impactaron los dos, de ahí que nunca he concebido a Marcelino sin Josefina y tampoco a Josefina sin Marcelino. A partir de su fallecimiento Josefina no tendrá a Marcelino, pero nos va a tener a todas y todos nosotros.

Para finalizar esta breve crónica de recuerdo y homenaje, quisiera aconsejar, para que todos y todas lo tengamos en cuenta, las palabras que pronuncio una de las últimas veces que hablo Marcelino, y que nos contó Josefina en el acto público de la Puerta de Alcalá. Decía Josefina "Estaba juntito a él y vino una vecina a saludarle y, claro, como siempre, Marcelino hablando de lo mismo; medio se le entendía porque ya casi no podía hablar, pero le dijo: si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante"

Francisco Naranjo

Director de la Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO

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