Cada día se hace mas necesaria una revolución cívica, íntima y unipersonal, un empuje ciudadano de poderosa convicción. Y además de esto, es de urgencia encontrar algunos políticos de nueva generación dispuestos a sentar el precedente de un futuro mejor, mas justo y menos absurdo que este presente que recorremos en penitencia conjunta. Un sistema futuro que sea poseedor de una legislación única y nacional que proteja la separación completa de poderes, y con la separación de hecho de los cinco poderes del estado que sujetan el sistema: los tres reconocidos de derecho: ejecutivo, legislativo, judicial y los dos de hecho: mediático y religioso.
Que dicha legislación una vez desarrollada de cara a lograr un futuro cierto (no sujeta al pasado que tanto nos pesa y gusta), debería quedar recogida dentro del marco de la constitución española de la forma más concreta y detallada posible, sin ningún supuesto no especificado al detalle. O incluir enmiendas inamovibles para que no pudiera ser nunca modificada por ningún capricho de partidos políticos que accedieran al poder, cualesquiera que fueran. De esta forma nada podría ser modificado a voluntad de ningún partido en el poder movido por intereses inconfesables y motivaciones sesgadas partidistas.
Cambiar la Constitución, sí, pero sería, completa y definitivamente. Haciendo de ella ley suprema. Para que un país avance frente a la tribulación y cualquier dificultad posible de futuro, es necesario instaurar normas concretas para cualquier escenario; serios principios y libertad de actuación para la justicia. Jueces que sean elegidos o elevados en su escala por otros jueces, libres, apolíticos y responsables de sus decisiones, que por otro lado puedan se cuestionados, juzgados y sancionados, según la norma incumplida o la indecencia cometida. Fiscales que acusen según ley y jueces que actúen protegiendo la ley con idéntica igualdad para todos los españoles, según reza nuestra Constitución.
En otro orden de urgencias paralelas y mientras España no despierte, abra los ojos y siga dejándose llevar por cantos de sirena desde medios de comunicación que mientan, tergiversan la realidad y se alineen al mejor postor del pesebre ideológico o religioso... mientras se desconozca o se ignore la dictadura mediática cebada, pagada y dependiente siempre de que la izquierda, la que sea y como sea, vuelva al poder cueste lo que cueste una y otra vez, jamás sabremos que es la libertad de elección ni el respeto a las ideas ajenas, en este contexto extraño en el que se ha convertido al pueblo español.
En determinadas ocasiones no entendemos como se ha logrado llegar al punto en el que estamos, con una política nacional rota, unas autonomías soberbias y crecidas de ego; una monarquía desnaturalizada, quebrada y destapada de valores familiares y un sistema judicial muy lento, manido, caro, derrotado y poco fiable. Eso no quiere decir que no haya en medio de ese caos actual material humano que salvar.
Salvemos con nuestra disposición personal a este país que hoy se encuentra agónico de falta de unidad y autoridad, triste por la carencia de proyecto común, es desmotivado por falta de liderazgos admirables, y denostado por la desconsideración de mirar la ruina ajena con desprecio de Estado, como algo necesario para "salvar el sistema", que a veces no es mas que el sistema de que unos pocos, que cada vez son mas, vivan del esfuerzo de los desamparados sin salida, sin justicia y sin esperanza de un futuro mejor.