martes 30 de octubre de 2012, 00:00h
Este pasado domingo, día 28 de octubre, más de 2.000 ovejas han marchado en rebaño por el centro de Madrid para celebrar la XIX Fiesta de la Trashumancia, conmemorando el tránsito de ganados por las cañadas reales, usadas antaño como paso permitido para tales menesteres.
La fiesta de la trashumancia es una celebración que inunda algunas de las calles más céntricas de Madrid que pretende rememorar el pasado más rural de nuestros alrededores y que lleva celebrándose desde un no muy lejano año 1994. Una fiesta, si puede llamarse así, que acerca la vida de los ganaderos y la cultura campestre a los ciudadanos urbanitas.
El recorrido este año ha sido en número de 2.050 cabezas ovinas, 50 ejemplares vacunos y decenas de caballos, junto a cinco grupos folclóricos, que desfilaron desde Casa de Campo hasta la Puerta del Sol, para continuar por la calle Alcalá hasta la Plaza de Toros de Las Ventas. Se han paseado por todo el centro de Madrid.
Y digo yo, ¿quién habrá sido el gracioso al que se le ocurrió recuperar tan pintoresca estampa o quién lo permitió autorizándolo y promoviéndolo?. No sé si alguien estará de acuerdo en que resulta ridículo, una vez más, pasear animales fuera de lugar, su entorno natural, con el consiguiente estrés de estos por sus viajes desde el origen, como el de ciudadanos y conductores que, una vez más y por millonésima vez, se encuentran un domingo las calles de Madrid cortadas, por todo el centro, con el perjuicio comercial y la secuela de toda la suciedad que han dejado los pobres animalitos a su paso.
¿Es necesario recordar el pasado del paso de las ganaderías por Madrid?
¿Es necesario recuperar este engorro, pero no tantas cosas que echamos de menos como por ejemplo, el silencio obligado en las noches de Madrid, los queridos serenos, conocidos de barrio que tanta delincuencia evitaron con sus atención vecinal, los quioscos familiares de siempre en el Retiro o los clásicos bancos de hierro, que nos han ido quitando para plantar engendros que se parecen mas a un rallador de cocina, que a aquellos clásicos y reconfortantes bancos de hierro?
Al final los que vamos a tener que ser trashumantes vamos a tener que ser los madrileños, pero por hartura colectiva.
El ayuntamiento, que deje de permitir pasear rebaños por el centro de Madrid, que damos imagen de ciudad muy cateta con este espectáculo, y que los que quieran ver rebaños, vacas o cabras; ahí muy cerca, en la sierra de Madrid, hay montones sueltos, y las granjas escuela necesitan clientes y están para algo!.