Madrid está a la altura

La Jornada Mundial de la Juventud ha proyectado a todo el mundo la imagen de Madrid como una ciudad moderna, vitalista, gozosa por acoger tan importante acontecimiento. Ciudad de brazos abiertos, simbolizado en la entrada de Benedicto XVI por el arco central de la puerta de Alcalá, la más universal de las puertas de Madrid.

La imagen de la capital de España recorrió las pupilas de todo el mundo ofreciendo la belleza de una ciudad donde caben los gozos, a veces las sombras, y siempre el ánimo de acogida de sus ciudadanos.

Pero Madrid ha demostrado también que está a la altura de los retos más exigentes, que es capaz de asumir un incremento de más de un millón de personas en apenas unas horas, sin por ello perder la movilidad y su propia dinámica. Madrid ha demostrado al mundo entero lo que ya los madrileños tenemos por sabido, y es la capacidad de respuesta de sus servicios públicos, empezando por el transporte, siguiendo por la policía municipal, el SAMUR y los bomberos, para acabar con los servicios de limpieza viaria.

Madrid ha sido en estos días difíciles, un ejemplo de organización, de respuesta adecuada en cada momento y de eficacia. Todo ha funcionado con exactitud, sin fallos, coordinadamente, sin fisuras, en una situación nada fácil, porque la JMJ era un reto sin precedentes al que se enfrentaba nuestra ciudad, y ha sabido responder de forma ejemplar.

La capital de España se ha consolidado como una máquina perfecta que funciona a todos los niveles cuando un acontecimiento singular los exige. Esto es bueno para demostrar al mundo que Madrid está preparada para organizar unos Juegos Olímpicos, que nuestra inmediata aspiración es conseguir los de 2020. Si no era suficiente el que se haya construido ya el 70 por ciento de las infraestructuras deportivas, ahora sabemos que Madrid es capaz de garantizar la organización de cualquier evento mundial. Hemos sobrepasado el listón de las exigencias y estamos dispuestos a batir nuevos récords.