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Los pactos

Por Pedro Fernández Vicente
martes 25 de junio de 2019, 11:06h

Siempre he pensado, y sigo pensando que las mayorías absolutas son mejores a la hora de gobernar, que cualquier tipo de pacto al que se pueda llegar, entre partidos con programas diferentes. Ya es difícil a veces tomar decisiones y gestionar, dentro del mismo, sin encontrar obstáculos, así que se pueden imaginar lo que puede llegar a suceder cuando el gobierno está condicionado por dos ideologías distintas. Y no digamos si son tres.

El gobierno resultante de un pacto, siempre es más débil que cualquier ejecutivo producto de una mayoría absoluta. Y, hoy por hoy, se necesitan gobiernos fuertes para afrontar los retos que se planten en las democracias de la Unión Europea.

Siempre lo he pensado así y los últimos años vividos en España me han afianzado en esa idea. Desde 2015 España no ha tenido un gobierno con la estabilidad necesaria para dar solución a las necesidades del país. Y seguimos igual. El actual presidente del gobierno echó a Mariano Rajoy porque la debilidad de aquel gobierno le permitió ganar, por primera vez en la historia reciente, una moción de censura que sirvió para echar al Presidente y su gobierno, pero no para gobernar. Pedro Sánchez tuvo que basar aquel cambio de rumbo en una amalgama de partidos políticos que nada tenían que ver con el respeto a las instituciones, como eran los independentistas o aquellos que habían apoyado a los terroristas de ETA o esos otros que propugnan la libertad propia, pero se la niegan a los de enfrente. Una combinación que no le servía para gobernar pero si para llegar a la Moncloa. Y así seguimos.

Nos enfrentamos a retos importantes como la deuda pública, la continuidad de las pensiones, unos impuestos excesivos e injustos en muchos casos, subvenciones innecesarias que necesitan revisiones y controles y otras muchas cuestiones que precisan de gobiernos fuertes capaces de tomar decisiones que puedan superar las críticas y las imposiciones populistas que están deteriorando la sociedad enormemente.

Pero, claro, un gobierno con 123 diputados no puede afrontar ese reto. Necesita el apoyo de aquellos que no están dispuestos a seguir la senda de la ley y la organización porque su existencia se basa, precisamente, en un cierto desorden.

Y si no observen. En el Congreso, la cámara baja, el centro de decisiones del país, hay algo más de 70 diputados que están en contra de la Constitución, 70 miembros que no pierden ocasión de demostrar lo poco que les importa la ley. Y se les permite todo, incluso la fórmula que cada uno ha querido escoger para prometer, respetar, cumplir y hacer cumplir la Constitución.

Como les decía será difícil hacer un pacto capaz de gobernar tal y como necesita España. Ya lo verán.

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